Capitulo 32

763 40 4
                                    

Roberta se preguntaba cómo habría sido la vida de Diego rodeado de los personajes que estaban allí en el salón. No le habría sido fácil crecer a su lado. Y aunque contemplaba la posibilidad de que fueran fríos con ella especialmente, sospechaba que había algo más.
¿Sentirían resentimiento sus hermanas y su familia por el poder que tenía Diego, no siendo éste un Bustamante verdadero? ¿Sería porque sus padres lo habían adoptado siendo mayores, y sus hermanas, casi adultas, les hubiese sentado mal la noticia? Pero era injusto de todos modos, porque Diego era muy generoso con ellos.
Y lo más curioso era, ¿a quién de ellos protegía Diego? ¿A cuál de ese grupo tan siniestro protegía?
Roberta de pronto sintió un deseo irresistible por saberlo.
- Parece que estás a millas de distancia - dijo Diego.
Roberta abandonó sus pensamientos y se vio forzada a volver a la realidad.
- Y te quiero aquí.-volvió a decir Diego
Instintivamente se acercó a él y se movió con la sinuosidad de una gata contra Diego, como quien busca una caricia. La respuesta de él no se hizo esperar, devorando la boca de ella.
La pasión de Diego la había tomado por sorpresa, pero rápidamente la había inundado de deseo. Reconocía el cuerpo de Diego, y lo deseaba con una intensidad que le hacía perder el control. La chaqueta de Roberta cayó al suelo. Los dedos de Diego le acariciaron la espalda y le desprendieron el corpiño. Una mano subió hasta uno de sus pechos, haciéndola gemir de placer.
Diego la tendió sobre la cama y jugó con sus pechos. Un fuego lento la consumía. Roberta temblaba de placer con el hambre que Diego saciaba en ella. Ella lo miró con pasión cuando él se acostó encima, y se quitó la ropa con manos impacientes.
Ella volvió a sentir aquel húmedo cúmulo de sensaciones salvajes que él le desataba. Y ella se sentía deseada por Diego, lo veía en sus ojos que no se apartaban de ella, y de sus pechos desnudos y su pollera subida hasta las caderas.
- Mientras conversabas y tomabas café no podía pensar en otra cosa que en esto. No podía concentrarme. Ahora siento que las sensaciones sobrepasan lo que yo anticipaba.
Roberta lo miró, sus pechos subían y bajaban al ritmo de su respiración. Desnudo Diego era magnífico, una mezcla armoniosa de huesos y músculos. Ella sintió un escalofrío recorriéndola cuando él le desabrochó totalmente la pollera. Y se quedó allí, quieta, disfrutando de ese momento.
La lengua de Diego volvió a meterse en la boca de Roberta. Ella cerró los ojos y lo abrazó, desesperada por el contacto con él. El corazón de Roberta se agitaba más y más. Rodaron juntos, mientras él le quitaba la última prenda que aún los separaba.
- Sí - gimió ella, arqueando la espalda como reacción al delicioso tormento.
Él acarició donde ella deseaba más, pero le negó aquello que más ansiaba, aquello que ella anhelaba.
- No sé por dónde empezar. Quiero todo lo que me puedas dar... - musitó él apoyando la boca contra la de ella.
Roberta era prisionera de su excitación. Él le dijo algo en griego y presionó la espalda de ella, volviendo a besarla con intensidad y pasión. Roberta se quemaba entre sus caricias, y se moría por más.
- Ahora - dijo él alzándola suavemente y presionando sus muslos a medida que se internaba en ella con una embestida firme.
La intensidad del placer que Roberta sentía, la hacía perder todo control.
- Te necesito - le dijo ella en un momento de éxtasis.
El mundo bajo esas sensaciones se había vuelto un mundo bajo el imperio de los sentidos. Lejos quedaba la realidad de todos los días. No había nada más que las demandas de su cuerpo deseando el de él.
-Es hora de levantarse
Roberta sonrió medio dormida. La boca de Diego la acariciaba, pero cuando ella se estiró para alcanzarlo, vio que él ya no estaba allí. Abrió los ojos y se encontró con él al lado de la cama, con el pelo húmedo aún de la ducha, dedicándole una sonrisa tierna.
- La cena estará dentro de una hora.
Roberta estaba invadida aún por las escenas de aquella misma tarde, y sentía que debería hacer un esfuerzo por volver a la realidad.
- Vestite formal - le aconsejó él mientras se ponía una camisa de seda blanca -. Pienso que habrá baile. Por lo que se ve, mi madre quiere impresionar a todo el clan.
- ¿Y por qué quiere hacerlo? - preguntó Roberta mientras se sentaba y se quitaba el pelo de la cara.
- Los miembros de nuestras familias dejaron de verse cuando Lola y yo rompimos el compromiso. Y desde entonces ha habido una relación más bien fría. Pero no me parece la mejor oportunidad para fiestas de sociedad. Hubiese preferido una reunión familiar más íntima, algo más adecuado a la ocasión.
Roberta sabía perfectamente a qué se refería, pero era un tema que, afortunadamente, no le importaba. Era evidente que el encuentro de la familia Bustamante con la ex novia de Diego y su familia el mismo día que iban a conocer a la esposa de Diego no era mera coincidencia. Como tampoco había sido casual que la madre de Diego hubiese ignorado a Roberta en el momento de conocerla.
- Si mi madre fuese una mujer más joven le diría algo acerca de su comportamiento con vos esta tarde.
- Por favor, no discutas con ellos por mi culpa - pero Roberta se alegraba de que él se hubiera dado cuenta de la actitud de su madre, y que estuviera de su parte.
- No me imaginé que fuese capaz de hacer algo así. Si no te respeta como es debido no vendré más a esta casa.....

Matrimonio Diferente •TERMINADA•Место, где живут истории. Откройте их для себя