Capitulo 27

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- ¿Cómo no lo sabes? – preguntó él con ira contenida.
- ¿Qué es lo que ocurre? – preguntó ella con ansia.
- Veni acá. Tengo algo que mostrarte.
Sobre el escritorio había una colección de fotos. Roberta se acercó a ellas y se inclinó para verlas bien. Sintió vértigo en el estómago. Hubiera querido morirse. En las fotos estaba ella con Facundo.
No podía creerlo. Miraba una tras otra como para convencerse. Facundo y ella caminando por una calle llena de gente, besándose en un pub, abrazados a la entrada de otro establecimiento, sonriéndose. Se le debilitaron las piernas. “¿Por qué ahora?”, hubiese querido gritar. ¿Por qué en ese momento que eran tan felices?
- ¿De dónde han salido? – dijo ella.
- ¿Sabías que tenías a un fotógrafo detrás de vos?
- No.
- ¿Sabes lo que vale en el mercado una foto de mi mujer con otro hombre?
Roberta miraba a la nada, sin poder reaccionar. A pesar de las precauciones que había tomado, la habían reconocido y le habían tomado fotos. Y ella ni siquiera lo había sospechado.
Diego habló de una suma extraordinaria y se quedó como esperando alguna respuesta de parte de ella. Pero Roberta no podía pensar ni hablar.
Esta foto ha sido ofrecida a la prensa. Si el dueño del periódico no hubiese sido uno de mis amigos más íntimos y su editor no se hubiese dado cuenta, ¡las hubiesen publicado!
- Las has comprado...
- ¡Sos mi esposa! ¿Qué iba a hacer? – gritó él con furia.
- ¡Deja de gritarme! – dijo ella desesperada -. Lo lamento, no he podido evitarlo. Y además lo de Facundo terminó. ¡Terminó cuando volvimos a Londres! Debería habértelo dicho antes.
- No mientas – la interrumpió.
- No miento. Terminó hace tiempo.
- ¡Serías capaz de decirme cualquier cosa con tal de protegerlo! – dijo él dando un golpe sobre las fotos, tensando las facciones en señal de disgusto.
- No me estás escuchando. No me crees!
- Da igual. ¡Nunca me han humillado tanto!
- ¿Daba igual entonces su relación con Facundo? La idea de su matrimonio se venía abajo nuevamente. Había sido estúpida ilusionándose. A Diego sólo le importaba su imagen pública, su honor de macho humillado. Mientras él se había mostrado con todas las mujeres que le había apetecido, ella no tenía derecho a nada. Debía tener una conducta irreprochable en ese sentido.
Se sentía mareada. Lamentó haberse sentido culpable y haber sentido necesidad de pedir disculpas a Diego. Su deseo había sido no causar más daño a la relación entre ellos, pero ahora Diego había demostrado que su matrimonio era vacío, al menos por parte de él.
- ¡Si para vos esto es una humillación, es que has tenido una vida fácil! – dijo ella.
Él se quedó quieto, sin poder creer lo que oía.
- Yo he vivido cinco años de humillaciones. Todo el mundo sabe lo que vos valoras tu matrimonio, Diego. De eso te has asegurado muy bien. Pero cuando las cosas ocurren del otro lado se trata de una ofensa inadmisible. Alégrate de tener los contactos y el dinero para impedir su publicación. Yo no contaba con ellos – dijo ella en un rapto de dignidad -. Y tuve que soportar las miradas de lástima de tus invitados en las cenas que organizabas...
Diego se puso blanco.
- Yo no me consideraba casado.
Roberta miró nuevamente las fotografías, y respondió.
- Yo tampoco...
- Eso es diferente – siguió Diego irracionalmente, llevado de la ira.
- Sí, yo fui más sensible – dijo ella con lágrimas asomando a sus ojos, pero reprimiéndolas al fin -. Y más cobarde también como para hacer algo. Pero no voy a agachar la cabeza como si fuera una pecadora y tampoco voy a decir “lo siento”.
- Theos mou...(traducción: dios mío!) – dijo él en griego con los puños apretados.
- Porque no lo siento. De hecho me hubiese gustado que tu amigo las publicase para que se supieras lo es que durante un par de semanas. ¡Yo he tenido que soportarlo durante cinco años! – le gritó e un arranque de rabia y desesperación -. ¿Te sorprende Diego?
- Vos…... la miró con impasividad, como si todos sus sentimientos hubieran desaparecido de pronto.
Ella continuó.
- Pero es algo natural en los hombres, es algo que las mujeres no podemos comprender – dijo ella recordando las palabras de él, y hubiese querido callarse, pero descubrió que no podía frenar su deseo de hablar -. Sólo hice lo que vos, pero más tarde que la mayoría, como dijiste. Eso sí, no he sido tan retorcida como vos, justificándome, ni haciéndolo para hacer daño a nadie ni humillarlo.
Diego se dio la vuelta en silencio y se marchó, dejándola sola, temblando y dolorida en su interior. Se preguntaba de donde le habrían salido sus palabras. Pero supo que desde dentro de su ser. Tantos años aguantando la amargura y la pena, habían desembocado en esa explosión.
Diego se había sentido humillado, pensó Roberta. Algo muy grave para un griego que aún estaba en la época de las cavernas. Su apreciado honor, era lo que más le pesaba. Había esperado que le pidiera perdón a sus pies. Con menos no se hubiera conformado. Lo que menos esperaba era el desafío de sus palabras. Él se regía por unas reglas, pero ella debía regirse por otras.
Roberta se tapó la cara con las manos. Se sentía vacía. Había sido una tonta una vez más. Diego no la había dejado abandonarlo, la había llevado a la cama, había desplegado nuevamente sus encantos sobre ella, y ella había vuelto a caer. ¡Y en realidad le importaba tan poco a él! Era muy doloroso saber que al hombre al que amaba no le importaba nada………

Matrimonio Diferente •TERMINADA•Where stories live. Discover now