Capitulo 23

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- En Harrods.
- ¿En Harrods?
- Sí, nos conocimos allí y me invitó a tomar un café.
- ¡En Harrods! - repitió él como si no pudiese creerlo -. ¿Y dónde fue a parar el asunto después del café?
- A ningún sitio. Me lo encontré nuevamente a la semana siguiente.
- Déjame que adivine, el mismo día, en el mismo sitio, a la misma hora...
- No me acuerdo.
- Esperabas verlo otra vez.
Roberta se quedó callada. Fue hacia la ventana y se quedó mirando la oscuridad de la noche iluminada por las estrellas, y el mar allí abajo. Diego no tenía derecho a hacerle esas preguntas. Se puso furiosa.
- O sea que el affaire comenzó en Harrods... ¿Y en qué zona de Harrods?
- ¿Y qué importa dónde?
Diego se sentó en un sofá y estiró las piernas, simulando que se relajaba.
- Quiero hacerme una idea de la escena. ¿Fue en una lencería fina o en el salón de comidas?
- Me niego a contestar a una pregunta así- respondió la pelirroja
- Mejor dejarlo librado a la imaginación. Pero, contáme, cómo fue ganando territorio...
- Muy fácil.
- Yo no estaba allí, ésa es la única razón por la que le fue fácil.
La arrogancia de Diego la decidió a no confesarle la verdad sobre su ruptura con Facundo. Veía que Facundo era la única arma para defenderse. Y Roberta tampoco le confesaría que en brazos de su marido había sentido algo más que atracción sexual. Por nada del mundo iba a dejarle saber que estaba enamorada de él.
Recordaba perfectamente aquel día en París en que tanto la había despreciado pensando que ella aún lo amaba. Y no se perdonaría jamás decírselo.
El que amase a Diego no quería decir que no supiera lo despiadado que podía llegar a ser. Y el admitir su amor la haría totalmente vulnerable.
Tal vez fuese el tipo de mujer que asociara el amor con el dolor, una víctima de su propia condición.
Sentía una rabia hacia Diego, pero era consciente de que también disfrutaba de que en ese momento él tuviese puesta toda la atención en ella.
- No lo amas. Si lo amaras te hubieses ido a la cama con él en la primera oportunidad que se presentase.
- ¡Lo creas o no, hay gente que es capaz de contenerse!
Diego se acomodó en el sofá y con ojos burlones le dijo:
- No parece que te hayas contenido mucho conmigo.
Roberta se sintió peor aún.
- No es que me queje - sonrió Diego -. El deseo es algo que está de acuerdo con mis instintos naturales... me parece mejor que enamorarse cruzando miradas entre coles de bruselas. ¿Fue en la planta de comida, verdad? Un verdadero romance.
- Facundo tiene más de romántico en un solo dedo de lo que vos podes tener en todo tu cuerpo - le gritó Roberta enfadada.
- Sí, te invitó a un café. Yo te hubiese llevado a un hotel cercano y te hubiese derramado champaña sobre el cuerpo... Y te aseguro que a vos te hubiese gustado más.
Roberta se puso pálida. De pronto pensó en cuántas mujeres habrían sido bañadas en champaña por su marido.
- ¡No me metas en un mismo saco con todas tus mujeres! ¡Me voy a la cama!
Y decidió que no iría a su cama. Por lo que entró en el dormitorio principal, recogió unas pocas cosas, y salió.
Un cuarto de hora más tarde, ella estaba acostada en la cama de un dormitorio al final del corredor y con la puerta con cerrojo.
Si estaban condenados a estar juntos, eso no quería decir que tuviese que dormir con él. Y se arrepentía de haber estado en la cama con él. Se había perdido el respeto.
Un ruido la alertó. Entonces vio una sombra oscura y silenciosa que entraba por la ventana de la habitación.....

Matrimonio Diferente •TERMINADA•Où les histoires vivent. Découvrez maintenant