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Capítulo ocho - Melancolía.

Lunes.

No se como sobreviví el viernes a la catarata de preguntas que me hicieron Ron y Hermione después de saltarme la cena, pero aquí estoy, a punto de saber la nota del trabajo de pociones.

El profesor Snape revisaba nuestra poción cuidadosamente, le hecho unos polvos rosas y saltaron chispas moradas.

Levantó la cabeza y nos miro a los dos, con el ceño fruncido.

—Tienen un diez. —dijo serio. Sonreí al ser la primera vez que sacaba esa nota en pociones y miré a mi compañero. Éste me devolvió la mirada, satisfecho.

***

31 de octubre.

Tal vez una fecha feliz para mucha gente, pero no para mi.

Después de la cena les dije a mis amigos que quería ir a dar un paseo, insistieron en acompañarme para no dejarme solo pero me negué. Ahora estaba en el campo de Quidditch, solo, pensando en que hubiera pasado si aquella noche de 1981 las cosas hubieran sido diferentes. Si mis padres no hubieran muerto, aunque sea solo uno de ellos. Tal vez yo no sería famoso ni estaría en tantos problemas. Solo quiero ser un chico normal de 14 años que estudia magia como cualquier otro mago. Pero no, me tocó ser el maldito Harry Potter, "el-niño-que-vivió."

Sumergido en mis pensamientos no noté como alguien caminaba hacia mí en una escoba en mano.

—Te encuentro hasta en la sopa. —esa voz. Me giré hacia donde provenía.

Malfoy estaba de pie a mi lado, llevaba una sudadera verde y unos pantalones de chándal grises, su mano derecha sostenía su escoba.

—¿Me estás siguiendo, Malfoy?

—Ya quisieras, ¿No es obvio de vengo a volar? —dijo señalando su escoba.

—¿De noche? —le pregunté confundido.

—La paz que hay ahí arriba es perfecta para relajarse y volar un rato, pero contigo aquí...

—No me voy a ir.

—No te lo iba a pedir. —hubo un silencio incómodo. —¿Por qué estás aquí?

—¿De verdad te interesa?

—No, pero me veo con la obligación de preguntar. —mintió. No contesté y vi como su mirada se posó en mis manos. Estaba sujetando una foto de mis padres. Vi como todo hizo click en su cerebro. —Oh...

—Si, oh... —dije y se volvió a producir un silencio, no tan incómodo.

—Lo siento. —murmuró.

Le miré. —Vaya, ¿Draco Malfoy disculpándose?

—Cállate, imbécil. —apartó la mirada. Entonces sus ojos brillaron mientras que una excelente idea aparecía en su mente. —Te apuesto a que no puedes atraparla. —dijo sacando una snitch de su bolsillo.

—¿De dónde la has sacado?

—Un regalo... No importa, ¿Aceptas? O... ¿Tienes miedo de perder? —su sonrisa clásica apareció en su cara.

—Ya quisieras. —me puse de pie. —¡Accio escoba! —sacudí mi varita y a los pocos segundos vino volando hacia mi.

El rubio y yo nos elevamos en el campo y nos pusimos frente a frente.

—¿Asustado, Potter?

—Ni un poco.

Malfoy lanzó la Snitch hacia arriba y ésta se empezó a mover por todo el campo.

***

Me senté en el césped con la respiración agitada, Malfoy me imitó. Yo levanté la Snitch en mi mano, victorioso, y él solo puso los ojos en blanco.

—Te dejé ganar. —aseguró.

—Claro, como todas las otras veces, ¿No? —dije guardándola en mi bolsillo.

—Tks, encima que te ayudo a distraerte te burlas de mi. —se quejó.

Me senté derecho en el suelo, lo miré en silencio. —¿Lo hiciste para distraerme? —pregunté confuso.

Él puso mala cara y se tumbó en el suelo. —¿No puedo ser amble sin que me hagas preguntas?

Me tumbé a su lado. —Bien... Gracias. —le dije sincero.

—Lo que sea. —dijo en un susurro.

Nos quedamos unos minutos observando el cielo, repleto de estrellas, hasta que su voz rompió el silencio.

—Por cierto, —habló, captando mi atención. —El hechizo que usaste antes para atraer la escoba, accio, ¿Por qué no lo usas en la primera prueba?

Lo pensé. —¿Que atraiga mi escoba para escapar del dragón?

—Exacto. —confirmó. Tenía bastante sentido.

—Si, es una buena idea. —admití.

***

Al día siguiente, caminaba con Mione por los jardines, ya que era sábado, queríamos aprovechar los últimos rayos de sol antes de que llegara el mal tiempo.

Dejamos de andar cuándo vimos a un trío de Slytherin caminar hacia nosotros.

—Potter, Granger. —saludó Malfoy, en medio de sus dos amigos. Me miró. —Creo que tienes algo que me pertenece. —dijo y me acordé de que ayer me quedé accidentalmente su Snitch dorada.

—Oh, cierto. —metí la mano en el bolsillo y se la di.

El la tomó. —Gracias, cara-rajada. —se fueron pasándonos por un lado.

Miré a mi amiga a mi lado, y en su mirada vi toda la confusión y las preguntas que tenía.

—Ok, primero. —dijo girándose hacia mi. —¿Malfoy acaba de decir GRACIAS? Y segundo, ¿Por qué tenías una Snitch aparentemente suya? —preguntó. Le conté todo lo que había sucedido ayer por la noche y cuando acabé su mandíbula quedó abierta. — "Malfoy" y "amable" no son dos palabras que vayan en la misma frase.

—Eso pensaba yo, bueno, hasta ayer. Pero algo de maldad si que le queda, no es que ahora sea un angelito. —ella asintió y se puso un mechón de pelo detrás de la oreja. —¿Y esa pulsera? —le pregunté fijándome que en su muñeca había una pulsera que no había visto jamás.

—Oh, bueno... —balbuceó nerviosa. —Me la regaló Pansy.

—¿Pansy Parkinson? —estaba confundido.

Asintió. —Ella también es bastante amable conmigo, ¿Sabes?

—Oh, vale, guay. Me alegro. —asentí. —¿Sois amigas?

—¿Qué? ¡No! —se exaltó. —Solo nos tratamos con amabilidad. —afirmó. —¿Tu y Malfoy sois amigos?

—No, no... No creo... —dije pensativo. No éramos amigos, ¿No?

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𝑵𝒐 𝒕𝒂𝒏 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔 [𝑫𝒓𝒂𝒓𝒓𝒚]Where stories live. Discover now