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Capítulo veinte - Charlas nocturnas. 

Después de la segunda prueba, los rumores sobre que estaba saliendo con Draco corrían por el castillo.

Algunos solo decían que éramos buenos amigos, pero la mayoría sospechaba sobre nuestra relación.

La verdad no me importaba, ya quisiera que esos rumores fueran verdad...

***

Me revolví en la cama, mi piel estaba perlada con sudor y mi respiración estaba agitada.

Ésta vez no era una pesadilla, no, eran las hormonas haciendo efecto en mis sueños.

Jamás había tenido un sueño húmedo, tal vez porque quizás nunca...

Me desperté a mitad de la noche, lo único que se escuchaba en la habitación era mi respiración tratando de normalizarse.

Miré mi reloj de mesa, marcaba las 5:47, pronto saldría el sol.

Me levanté y me lavé la cara, al mirarme al espejo noté que tenía la cara roja.

Como sabía que no podría volver a dormir, me puse los zapatos, y la túnica, guantes y bufanda, como siempre.

Salí de la sala común, y caminé hacia el patio, al ser ya casi marzo, ya no había rastro de nieve.

Me senté en un banco, y elevé mi cabeza hacia el cielo estrellado. El viento nocturno me chocaba la cara.

Me toqué los labios, pensando en lo que había soñado, cuando de repente, otra vez, alguien saltó el respaldo del banco y se sentó a mi lado.

Pegué un saltito por el susto.

El culpable de mi insomnio soltó una risa. —¿Te asusté? —preguntó sarcásticamente.

Puse los ojos en blanco con una sonrisa. —¿Me sigues siempre?

—Tks, como si me interesara lo que haces. —dijo fingiendo desinterés.

—Ya, entonces, ¿Qué haces aquí? —pregunté cruzando los brazos.

Se lo pensó. —No podía dormir y salí a dar un paseo, pero te vi aquí. —dijo para después mirarme, la luz de la luna hacía que sus ojos parecieran de plata. —¿Y tú? ¿Qué haces aquí, Potty?

—Tampoco podía dormir. —dije, evitando preguntas.

—Mmm, claro.

Mi corazón palpitaba desenfrenado, mis manos temblaban, y no era por el frío, tenía la boca seca...

—¿Ves esa constelación? —preguntó, haciéndome volver a la realidad. Su mano hizo un recorrido de estrella en estrella.

—Si. —dije cuando lo acabó.

—Es mi constelación. —mis cejas se elevaron.

—¿Tienes tu propia constelación? —pregunté confundido.

Me miró con el ceño fruncido. —No, idiota, la constelación se llama Draco. —me explicó.

—Oh... —entendí y volví a mirar hacia el cielo.

—Se llama así porque tiene forma de dragón. —dijo aún mirándola.

—Dragón... —susurré. Me giré hacia él. —Ese es un buen apodo para ti.

Alzó una ceja, mirándome. —Ni te atrevas a llamarme así en público. —amenazó.

—En público no, pero en privado... —dije acercándome a él.

𝑵𝒐 𝒕𝒂𝒏 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔 [𝑫𝒓𝒂𝒓𝒓𝒚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora