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Capítulo veinticuatro - La petición.

Me desperté sudando, mi respiración estaba agitada y mi corazón latía desenfrenado. Estaba desorientado, mi mirada recorría todo el lugar. No fue que me calmé hasta que vi que estaba en mi habitación de Gryffindor.

Suspiré. Sólo ha sido una pesadilla.

Una pesadilla... Hacía mucho tiempo que no tenía una.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño para lavarme la cara. Sabía que no podría volver a dormirme, por lo que me puse los zapatos y fui a dar un paseo.

Caminaba por un pasillo, por el sexto quinto piso, en donde habían muchas ventanas. Me paré en frente de una, a observar la luna rodeada de estrellas.

Tras un rato, escuché unos pasos en la lejanía, por lo qué me puse en la pared de enfrente de las ventanas, donde a penas había luz.

Una cabellera rubia que ya conocía caminaba por el pasillo, cabizbajo y con las manos en los bolsillos. Decidí asustarle así que me coloqué en frente de él. Como caminaba mirando al suelo no se dio cuenta de mi presencia hasta que casi se choca conmigo, levantó la cabeza y pegó un salto del susto. Su expresión pasó de una de terror a una sonrisa pícara.

—¿Me sigues a todos lados o qué, Potter?

—¿Yo? Si yo llevo en éste pasillo casi diez minutos, eres tú el que me sigue, Malfoy. —dije divertido.

—Ya, bueno, ¿Se puede saber qué haces aquí a las tres de la mañana? —preguntó, cruzando los brazos.

—Tuve una pesadilla. ¿Tú?

—Oh... No podía dormir. —dijo alzando los brazos. —¿Sobre qué era la pesadilla? —preguntó.

—No lo recuerdo, antes solía tener muchas, siempre iguales, pero desde hace unos meses que no tenía. —dije, restándole importancia. Mi mirada lo escaneó, llevaba un chándal negro, una camiseta gris de manga corta y zapatillas de pijama del mismo color. Me fijé en su cuello, llevaba el collar que le regalé.

Me acerqué para verlo, lo cogí y pasé mi dedo por él pequeño dragón que tenía. —¿Qué haces? —me preguntó.

—No pensé que dormirías con él puesto. —dije sin mirarle.

Soltó una pequeña risa. —Nunca me lo quito, sólo para ducharme o entrenar. —subí la cabeza para mirarle, sonriendo. entonces recordé lo que pasó hace apenas unas horas en aquella aula. Vi cómo su mirada bajó hacia mis labios, yo tiré con el dedo índice del collar para acercarlo a mi.

Nuestros labios se unieron, él puso sus manos en mis hombros y me dirigió hacia la pared enfrente de las ventanas, aprisionándome contra ésta. Subió sus manos por mi cuello hasta enredarlas en mi pelo, yo bajé mis manos por su pecho mientras su lengua rozaba la mía, en un beso apasionado.

Sus manos dejaron mi pelo, fueron por mi espalda, hasta mi trasero, al perecer le gustaba. Yo pasé mis brazos por su cuelo, pegándolo a mi. Nuestras lenguas seguían deslizándose y sus manos fueron a mi cintura, adentrándose en mi camiseta por mis costados. Entonces escuchamos pasos venir por el pasillo, nos separamos con los ojos abiertos, y cuando escuchamos que estaban a escasos metros nos soltamos.

—Potter, Malfoy... —dijo Snape junto a McGonagall, los dos parecían sorprendidos. Creo que nos vieron, o al menos cómo nos separamos, gracias a la poca luz. Miré a Draco, que estaba sonrojado ahora a un metro separado de mi, que metía las manos en sus bolsillos.

—¿Se puede saber qué hacían aquí a éstas horas? —preguntó la profesora, el rubio y yo abrimos la boca para hablar. —¡No, no! No me digan, no quiero saber. —dijo, aparentemente avergonzada. —Cada uno se va a ir a su sala común y haremos cómo si esto jamás hubiese pasado, ¿De acuerdo? —los dos asentimos. —Pero que esto no se vuelva a repetir, para eso tienen las tardes y horas libres. —asentimos de nuevo. —Venga, andando. —Draco y yo compartimos una mirada, a forma de despedida, y nos fuimos hacia lados opuestos.

𝑵𝒐 𝒕𝒂𝒏 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔 [𝑫𝒓𝒂𝒓𝒓𝒚]Where stories live. Discover now