CAPÍTULO 1

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El viernes por la tarde Melissa salió del trabajo, se subió al coche y se adentró al tráfico de la ciudad. En la radio sonaba: Rakata de Wisin & Yandel y esta la cantaba mientras pensaba qué hacer. No había un fin de semana que no hiciera algo divertido, pero hoy sus amigas estaban con sus respectivos novios.

¡Qué horror!

Estaba en su último semestre de la universidad y todos consiguieron pareja menos ella. A Melissa, le gustaba disfrutar del placer que un hombre podía ocasionarle, pero no le interesaba tener una relación con nadie, y mucho menos, al darse cuenta que, en cuestiones de desamor, ya ella había pagado su cuota total, como para volver a caer en lo mismo.

Esta sabía por carne propia desde muy joven, lo que era confiar en la persona equivocada y hoy en día no quería estar aguantando mentiras de los hombres, si esta podía llenarse de lo único real que ellos tenían. Como decía una amiga y ella confirmaba: Lo único real y verdadero de un hombre, es su erección, ya que esta es creada del bombeo directo de la sangre de su corazón. Lo demás, era de verdad cuestionable.

A la edad de dieciocho años, vivió lo que ninguna mujer debe vivir en la vida y su lado romántico y los sueños de mariposas en el estómago y de amor que tuvo en la adolescencia murieron ese día, convirtiéndola en una mujer que nunca quiso ser, pero que ahora amaba. Desde entonces se dio cuenta de que en los hombres no se debe confiar, ni siquiera cuando estos te han jurado amor eterno, porque la eternidad para ellos es muy relativa, además de que si al entregarles el mejor sexo de sus vidas, metían las patas hasta el fondo, no se podría llegar a imaginar las burradas que estos eran capaces de hacer, cuando a un hombre solo se le entregaba amor. Mejor irse a lo seguro y a lo que los dos, sí o sí, disfrutaban.

El buen sexo.

Estaba sumergida en sus pensamientos cuando su teléfono sonó; al revisarlo, se percató que era un mensaje de un grupo de WhatsApp llamado: "Arde hoy en Bogotá" el cual no revisaba desde su anterior ligue, un arrocito que ya le sabía rancio, así que debería cambiar.

Lo siento Andrés, pero si no cambias, te cambian― Pensó, mientras frenaba al ponerse el semáforo en rojo.

En este grupo, llegaba todo lo hot que sucedería en la ciudad horas antes de que sucediera, así que desparchada y con ganas de reactivarse después de una semana sin buen sexo, decidió revisarlo.

<Noche de camisetas mojadas, en donde no solo se te mojará la ropa.

PD: Si esto no sucede, te devolvemos tu dinero.>

Leyó el mensaje varias veces y sonrió, lo cierto era que, si antes llevaba las riendas de su sexualidad, hoy por hoy, ningún hombre podría hacerle dudar de ello. Así que decidida como siempre, tomó su teléfono y marcó.

― ¿Agusto? ―Preguntó cuándo contestaron su llamada.

― El mismo, señorita, ¿con quién tengo el gusto?

―Te habla Melissa.

― ¿Melissa?

Su pregunta la hizo sonreír, y recordando su apodo dijo:

―Te habla, Dark girl.

― ¿Cuánto tiempo hermosa dama? Esta si es una grata sorpresa.

―Cariño mío, nunca es tarde para volver.

Respondió con una sonrisa, al recordar que ya había pasado un mes que no iba a esos lugares, ya que solo iba cuando no tenía ningún arroz en bajo.

― ¿Te espero hoy entonces?

―Por supuesto ―dijo y colgó.

Cuando conoces al dueño del chuzo, todo es más rápido y sin tantos protocolos ―pensó, mientras miraba por el espejo retrovisor y se arreglaba las cejas.

POR PRIMERA VEZ DESPUÉS DE MUCHAS VECES. [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora