Al entrar al lugar Melissa lo miró extrañada, algunas cosas estaban apenas construyéndose y otras ya estaban terminadas y eran muy lindas.
Este hombre tenía buen gusto.
― Bienvenida la academia renacer ―dijo mientras las comisuras de sus labios se levantaban.
― ¿Qué es este lugar? ―Preguntó algo confundida de que la llevara ahí.
― Este lugar, es mi hijo―soltó de pronto.
― ¿Tu hijo?
― Si.
Al verla tan llena de curiosidad sin saber porqué le contó:
― Cuando era un chamaco, de unos 15 años y solo pensaba con la cabeza de abajo...
Melissa lo interrumpió y no lo dejó terminar.
― ¡Ah! ¿Y es que acaso algo de eso ha cambiado? ―Soltó señalando la chaqueta que tapaba su entrepierna.
Este no pudo evitar sonreír, sin duda esta lo hacía volver a sus locos comienzos.
― No me provoques señorita, ¿acaso no te ha quedado claro que la Bestia no conoce los límites cuando se refiere a ti? ―dijo atrayéndola a él y dándole un casto beso.
Al escucharlo sonrió, estaba muy dispuesta a acompañarlo y llegar a todos los límites del placer.
― Bueno, cuando tenía esa edad, embaracé a la hija de la empleada del rancho.
― ¿Qué tú qué? ―Espetó Melissa. ―La Bestia acabó hasta con la jaula del gallinero.
Sonrió este divertido al escucharla.
― Seguro que también cogiste buena burra ―añadió esta con guasa.
Tacher rodó los ojos.
― No soy un depravado ―dijo más serio de lo que esperaba mientras Melissa al ver su cara no dejaba de reír.
― Bueno, resumiéndote la historia antes de que me arrepienta y no te cuente nada más, mi hijo murió tiempo después, muerte de cuna, algo así le llamaron.
De inmediato esta dejó de reír y lo miró con compasión.
― Lo... lo... lo... siento ―dijo Melissa tartamudeando mientras borraba la sonrisa de su rostro y ponía cara de espanto.
Al sentirla tan apenada este soltó una carcajada.
Amaba sacarla de sus casillas.
― Te la creíste ―dijo mientras no podía dejar de reír por su cara de espanto.
Melissa lo miró con cara de querer matarlo.
― Idiota. Con esas cosas no se hacen bromas.
Si él supiera lo que se siente perder a un hijo, no saldría con estas babosadas ―pensó.
Tacher sonrió al verla tan incómoda.
─ Bueno, entonces deja de reírte de mí para poder contarte.
Melissa asintió con la cabeza mientras rodaba los ojos.
─ Este lugar fue creado por Damian, por Marcus y por mí, hace ya algunos años. Está creado en honor a las personas que perdimos ―dijo tomándola de la cintura y haciendo que esta le siguiera el paso. ― Yo lo hice en honor a mi hermano.
― ¿Tu hermano? ―Preguntó dándose cuenta que no conocía nada de la vida de Tacher.
― Si, él murió cuando apenas yo tenía 15 años, pero aún su recuerdo está en mi mente como si fuera ayer. ―Sonrió con tristeza.