CAPÍTULO 15

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Las semanas pasaron y tanto Andrés como Tacher desaparecieron por completo volviendo todo a la normalidad. Vic cada vez amaba más su escuela y aunque había niños que le hacían la vida imposible, con las ideas que le daba Max los ponía en la raya. Los buenos siempre eran más y tenía a muchos amigos que la defendían, los niños amaban a Vic, al igual que su nueva amiga con la que se veía en el parque en ocasiones cuando esta aparecía. Todo comenzó a transcurrir como de costumbre y aunque el trabajo le daba muy poco tiempo libre, Melissa trataba de hacer todo lo mejor que podía y se sentía más tranquila desde que puso una orden de alejamiento y Andrés desapareció. Lo mismo no podía decir de Tacher, que, aunque no quería tener nada con este, ese aire de deseo que brotaba de él cuándo estaban cerca, esas ansias que la Bestia tenía de devorarla cada vez que sus miradas se encontraban, hacían que su ego y su libido se elevasen a lugares inesperados.

Como de costumbre, y después de pelear con Vic para que esta se despertara y fuera a la escuela suspiró. Habían cosas que definitivamente no cambiaban y madrugar para Vic, era lo peor. Cuando pon fin su hija estaba desayunando, Melissa se acercó con su mochila.

— ¿En dónde está el lápiz y el borrador que te compré hace tres días?

Al escucharla victoria abrió los ojos como platos, mientras con disimulo se hacía la que no escuchaba y se concentraba en su cereal.

— Estoy esperando.

— En mi cartuchera mamá, ahí lo dejé en la tarde después de hacer la tarea.

Melissa seguía rebuscando en su mochila mientras suspiraba frustrada porque su hija era una experta en botar, dañar y romper cualquier útil escolar que por más que Melissa tratara de marcar y cuidar esta siempre los votaba como si fueran algo desechable y de un solo uso.

— ¿Qué voy a hacer contigo señorita? ―La regañaba.

Se acercó a Vic y cuando terminó de colocarle el uniforme añadió:

— Yo no te digo que no prestes tus cosas, pero asegúrate que te las devuelvan cuando regreses a casa, si no, tú y yo vamos a tener un serio problema.

— Sí mamá ―respondió la niña.

Seguro su lápiz estaba en el estante donde la maestra colocaba todo lo que encontraba en el piso al igual que sus colores.

— Y recuerda que la última vez te dije que no te volvería a comprar lápices o colores, que ya llevas tres cajas en menos de un mes. Si mañana necesitas colores puedes dibujar con los dedos, así aprenderás a cuidar las cosas.

Melissa seguía regañándola, su hija era todo un caso y aunque era una estudiante promedio, parecía que en la escuela en vez de ir a estudiar, iban era a comer lápices, borradores y colores. Sin mencionar, el día que llegó con la sudadera con un hueco en ambas rodillas, porque se la pasó jugando fútbol todo el recreo y al hacer las jugadas sus rodillas chocaban con el piso.

¡Dios mío, dame paciencia! ―Rogaba su madre.

Después de que su padre recogiera a Vic para la escuela, se fue a Tigo por un nuevo número de teléfono y de ahí al hotel. Cuando se colocó su uniforme salió a recepción, hoy le tocaba de servicios integral. Al mirarse en el espejo suspiró.

— Hola Melo de mis amores ―sonrió Lorena al verla.

Comenzaron hablar y a ponerse al corriente de todo, ya que tenían días de no coincidir en el mismo lugar, porque estaban en diferentes zonas esa semana. Luego de ello, Anaya llegó y les contó que no había sido capaz de tirársele al turista.

— Definitivamente nada has aprendido de mí ―soltó Lorena negando con la cabeza.

— Lo que yo necesito es un novio ― respondió Anaya mientras revisaba su tablet para ignorar a las chicas.

POR PRIMERA VEZ DESPUÉS DE MUCHAS VECES. [COMPLETO]Where stories live. Discover now