CAPÍTULO 22

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Una semana después por fin estuvo dos días libres, así que decidieron pasarlo en casa de Max e invitar a Luna. En una de las conversaciones por video con la mafia intocable, esta se la presentó a todos y la acogieron en el grupo enseguida, en especial Max, que resultaron siendo dos gotas de agua. En medio de la conversación, a Elizabeth se le salió decir que Tacher estaba en Montería arreglando unos asuntos y que luego de volver a Cartagena, ya solo se quedaría unas semanas más y regresaría a Londres, el próximo encargado de venir sería Marcus. Así que esperaba que sus amigos pudieran saludarlo. Aún nadie sabía que Melissa estaba tratando con Tacher más de lo esperado.

Melissa no supo como sentirse al escucharla, pero lo que si tenía claro, era que su vida tenía que volver a la normalidad, así que lo mejor era que se fuera más temprano que tarde.

Después de ir a cine y divertirse solo como ellos sabían y ahora con una integrante más, la pasaron de lo lindo. Cuando se hizo tarde, Luna se fue a su casa y estos decidieron volver a casa de Max. Después de bañarse en la piscina del edificio, ver películas y comer una rica cena que Max les preparó, se fueron a descansar, pero solo cuando la niña estuvo completamente dormida se permitieron hablar.

Ya no confiaban en esa hada chismocienta.

— Esta niña está pendiente de lo mínimo, un día de esto nos pone en evidencia delante de cualquiera.

— Ni que me lo digas.

Max salía con Melissa hacia la sala y comenzaron a ponerse al día de todo.

— Entonces, eso de que la Bestia no te interesa, ¿ya es historia? ―Preguntó Max dejándose de rodeos―. Dejaste de coger a lo bestia para cogerte a la Bestia.

Mientras Melissa recogía el desastre que su hija había dejado en la sala, rodó los ojos. De ese tercer grado no se salvaba.

— Nada es historia, todo sigue igual.

— Oye, que soy tu amigo, reconócelo.

Melissa resopló.

— Por eso, así como tú eres mi amigo, Tacher también lo es.

— Pero a mí no me quieres comer ―dijo este dándole una palmada en el culo mientras Melissa recogía las crispetas de la mesita.

— Si no fueras gay, de seguro que si.

La sonrisa que esbozaron los dos fue única, pocas personas lograban una amistad de esos niveles.

— Déjate de chistes y háblame con la verdad ―dijo Max negando con la cabeza al escucharla. ―Primero que solo era un polvazo internacional, después que querías jugar un rato con él y ahora le dejas a Victoria, te vas con él a su academia y además te convenció para que la niña entrara. ¡Cosa que yo no pude hacer! ―Dijo indignado, al recordar las veces que este intentó que Melissa le diera ese permiso a la niña.

— ¡Tú lo que estás es celoso! No puedes aceptar de que tus mujeres te estén cambiando por otro.

Apenas lo dijo cerró la boca y suspiró cuando escuchó a Max:

— ¡Ah! ¿Me están cambiando? ¿No que Tacher era un cero a la izquierda para ti?

Melissa resopló.

— Solo te quería poner celoso.

— Sí ¡Aja!

Sin ganas de seguirle la corriente a su amigo soltó:

— Si no quieres que te ponga los platos en la cabeza párate del sofá y ayúdame a recoger.

Max se acomodó más en el sofá y subiendo las piernas a este le dijo:

POR PRIMERA VEZ DESPUÉS DE MUCHAS VECES. [COMPLETO]Where stories live. Discover now