CAPÍTULO 4

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El día del cumpleaños de la empresa llegó, y las ganas de salir cada vez eran menos, aunque quería echarse una cana al aire, el cansancio del trabajo, tener que hacer las tareas del hogar, y atender a Vic, con o sin ayuda, la agotaban. Pero después de pensarlo mucho y que su hija y Max la incitaran a ir, esta comenzó a arreglarse, ya era hora de comenzar a vivir, comenzar a despertar; eso sí, con más protección. Aunque amaba a Vic con locura, no quería a otro hijo en su vida.

— Te ves hermosa mamá― dijo la niña entrando a la habitación y tirándose en su cama.

— Gracias cielo.

— Mamá, ¿hoy puedo dormir en tu cuarto?

Al escucharla, Melissa dejó la mano suspendida en el aire con el rímel a medio poner y la miró por el espejo frente ella.

— ¿Qué estas tramando Victoria? ― Se alarmó esta al escucharla.

Su hija había insistido mucho en que saliera, y ahora quedarse en su cuarto, no era algo que ella hiciera porque sí.

— Nada mamá, ¿Por qué siempre piensas que tramo algo? ―Preguntó, mientras encendía la televisión y no la miraba.

— Crea fama y acuéstate a dormir ―respondió, mientras volvía su mirada al espejo, y seguía maquillándose.

— No haré nada mamá, lo prometo, solo quiero que cuando vuelvas de tú fiesta yo te esté esperando.

— Para que te cuente todos los detalles de lo que pasó en la fiesta ―finalizó Melissa.

— Exacto, no lo has podido decir mejor.

¡Max y su hija, eran cosas de admirar! ―Pensó mientras negaba con la cabeza, ahora esta era quien había tomado el papel de Max, debía contarle todo lo que sucediera para que está en las video llamadas que hiciera con su tío, contárselo todo.

Cuando llegó a la fiesta, esta se acercó a la barra y pidió un trago, no quería saludar aun, nadie se había percatado de su llegada y ella quería observar un poco antes.

— Una margarita con Vodka, gracias.

Vio al grupo de las cacatúas de la empresa y rodó los ojos cuando estas la estaban observando. Elisa, alzó su copa en son de brindis, y Melissa le sonrió con ironía, ella sabía que ya estarían hablando de ella porque había llegado sola ya que todas vinieron acompañadas. Junto a estas, estaba el grupo de los antisociales, los que pasan todo el tiempo en la computadora.

Alguien como yo después de tener a Vic ―pensó.

Cerca de ella, estaba su secretaria a quien saludó con la cabeza mientras tomaba un trago que le supo a gloria. Tenía tanto tiempo de no tomar alcohol, que sintió como el trago de aguardiente de cortesía le despertó el cuerpo. Poco a poco el lugar se fue llenando y cuando el hijo de uno de los jefes llegó, todos voltearon a verlo. Rubio, ojos azules, con una musculatura que su camisa se veía demasiado pegada a ellos. Lindo, pero niñato, nada de su gusto.

Melissa seguía centrada en su copa, mientras se arrepentía de haber llegado a la fiesta, ¿quién dijo que una fiesta de trabajo iba a ser una fiesta de esas como las que solía ir antes de Victoria, en donde solo era sexo, música, baila y alcohol?

— Hola ―escuchó de pronto sacando la de sus pensamientos.

Melissa, al escuchar una voz masculina y sin ni siquiera voltear su cabeza, miró por el rabito del ojo y respondió el saludo.

— Hola.

— ¿Qué haces aquí tan solita?

El comentario le fastidió, era típico de los hombres vacíos, romper el hielo de esa manera.

POR PRIMERA VEZ DESPUÉS DE MUCHAS VECES. [COMPLETO]Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα