CAPÍTULO 10

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Al día siguiente después de haber dormido por horas, Melissa se despertó encontrándose sola. Miró por todos lados y no vio a su hija, así que, despertándose, tomó las sábanas y entró a su habitación, pero ahí tampoco estaba, fue al baño y después de cepillar sus dientes, bajó a buscarla.

—     Buenos días, hija, ¿pudiste dormir? ―Preguntó la Nana, al ver a Melissa entrar a la cocina.

—     Un poco mi Nani, a Vic no le sentó muy bien el calor ―dijo esta con una sonrisa en la boca al recordarlo.

—     Ya se aclimatará, dale tiempo. 

—     Lo sé.

Melissa se acercó a esta y dándole un beso en la cabeza cruzó hacia la nevera y al abrirla vio un gran queso, así que tomando un cuchillo partió un pedazo. Moría de hambre. Esta tomó asiento y comenzaron a platicar, mientras la Nana le hacía su desayuno. Minutos después ponía frente a ella unos hermosos huevos perico, con yuca, queso y mucho suero.

—     Cuanto te extrañé ―dijo comenzando a comer.

—     Aquí estoy yo para consentirte, que de seguro a Sole, no le quedan tan bien ―dijo la Nana riéndose.

Al escucharla Melissa sonrió, Soledad era buena para todo, menos para la cocina. Al comienzo, cuando llegó a ayudarla, dejaba quemar hasta los teteros de Vic en la vaporera, pero con mucha dedicación y viendo muchos videos de recetas en YouTube, ya sabía hacer muchas cosas deliciosas y se la apañaba muy bien con todo, Melissa le debía mucho a esa muchacha.

—     No te burles de tu hija, que cocina mejor que yo.

Al escucharla, su padre que venía entrando la cocina soltó una carcajada.

—     Eso fue porque sacaste la vena de tu madre, la sazón la llevan en las piernas, no en las manos ―dijo moviendo los pies y mostrando unos pasos de salsa, mientras este se acercaba a la Nana y bailaban frente a Melissa haciéndola reír.

—     Tu padre tiene dos pies izquierdos ―dijo la Nana mientras este le metía un pisotón.

—     Más que dos pies izquierdos, lo que tiene es una máquina de hacer uñeros ―soltó Melissa al recordar las historias que le contaba su madre.

Esta luchaba por no reírse, pero fue inútil y una carcajada salió de ella mientras su padre se acercaba y le daba en la cabeza con el periódico.

—     Cuidado te ahogas por andar de chistosita.

—     Culpa a mí madre ―dijo está encogiéndose de hombro. ―Oye a propósito, ¿en dónde está mi hija?

—     Ha despertado bien temprano y tu madre se la ha llevado de compras. Le ha dicho que necesitaba un abanico que no le fuera a caer en la cabeza cuando estuviera dormida y un calentador.

La carcajada fue general y ya le dolían las costillas de tanto reírse, mientras esta negaba con la cabeza, al no haberse imaginado que eso sería capaz de hacer la niña. Minutos después, su padre revisó el teléfono y con la urgencia y preocupación marcada en la cara salió corriendo a cumplir un compromiso.

—     ¿A dónde ha ido mi padre? ―Preguntó Melissa extrañada.

La Nana, abrió los cajones de la alacena y tomó una bolsa de harina, se acercó a la mesa y sentándose junto a ella para acompañarla a desayunar, comenzó a hacer unos deditos de queso y bocadillo.

—      Fue a solucionar un problema.

—     ¿Qué problema tiene?

—     Algo con el taxi, creo que ya no va a poder trabajar más.

POR PRIMERA VEZ DESPUÉS DE MUCHAS VECES. [COMPLETO]Where stories live. Discover now