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Cerró los ojos y su respiración se aceleró, justo como la mía, y mi corazón comenzó a latir a un ritmo doloroso.

Cerré los ojos y sentí su nariz rozando mi mejilla. Era tan abrumadora la forma en la que se acercaba a mi. Cualquier pensamiento racional que intentara tener en ése momento era irrelevante cuando se acercaba a mí de aquella manera.

Sus manos se colocaron en la base de mi cuello y sentí sus labios rozar mi mandíbula. Mi pulso, ya acelerado, comenzó a palpitar por todo mi cuerpo y el temblor de mis manos se acrecentó.

Dejó una estela de besos desde mi mejilla hasta el punto donde mi mandíbula se unía con mi cuello y mi cuerpo respondió de tal forma que me aferré a él enredando mis manos en su cintura.

Se apartó de mí un segundo. El tiempo suficiente como para que pudiera articular dos palabras.

—P-Por f-favor—tartamudeé en tono de súplica, ni siquiera yo misma sabía que estaba pidiéndole; sólo sabía que lo necesitaba.

Unió su frente a la mía y abrí los ojos sólo para encontrarme con su gesto de contrariedad. Sus manos se posaron a ambos lados de mi rostro uniéndonos con urgencia. Parecía tener una lucha interna con sus pensamientos.

—Tengo miedo de besarte y que desaparezcas.—murmuró en voz baja mientras cerraba los ojos con intensidad.

En ése momento lo supe. Moría por sentir los labios de Webster sobre los míos y me dolía. Me dolía todo el cuerpo en la espera de su beso.

Jamás me había dolido tanto la espera del rose de unos labios. Cerré los ojos y esperé.

Sus labios rozaron los míos tímidamente y se separó esperando por mi reacción; entonces, enredé mis manos en su cuello, presionando con mis dedos la base de su cuello. Tirando de él hacia mí.

Y entonces, sucedió. Nuestros labios se unieron en un tímido beso. La calidez de sus labios era más increíble de lo que había imaginado; un escalofrío me recorrió la espina dorsal cuando su lengua buscó tímidamente la mía.

Nuestro beso se profundizó a medida que nuestros labios danzaban. Todo el mundo desapareció mientras su lengua exploraba mi boca tímidamente. El sabor de su beso no sabía a nada con lo que pudiera compararle pero era tan maravilloso que todo mi cuerpo me gritaba que debía aferrarme a él y no dejarlo ir nunca.

Sus manos se deslizaron por mi espalda hasta enredarse en mi cintura atrayéndome con fuerza hacia él, un gemido en apreciación salió de su boca cuando nuestro beso se volvió más urgente.

Mis dedos se enredaron entre su cabello mientras él me aferraba a su cuerpo con fuerza. Una de sus manos me aferró firmemente por la cintura mientras la otra se colocaba en mi nuca mientras nuestro beso tomaba un ritmo casi frenético.

Era como si todo mi cuerpo me pidiera que lo absorbiera. Como si, de un momento a otro, fuera a desaparecer.

Cerré en un puño mi mano mientras tiraba suavemente de su cabello en un intento desesperado por hacerle sentir todo lo que yo estaba sintiendo en ése momento, y cuando creí que lo estaba consiguiendo; se apartó bruscamente de mí.

Mi respiración era pesada. Mi pecho subía y bajaba rápidamente, los labios me ardían por el fuerte contacto que acababa de tener, Ulises tiraba de su cabello. Su respiración era casi tan rápida como la mía.

Lo miré con expresión confundida unos instantes sin saber exactamente qué decir.

—Esto está mal. —dijo con la voz enronquecida.

Me quedé helada al escuchar sus palabras. ¿Se arrepentía por haberme besado?, ¿Creía que era un error?, ¿Me había besado sin pensarlo?, ¿Sin quererlo?

—¿Q-Qué? —tartamudeé sin poder creer lo que mis oídos escuchaban.

Ulises comenzó a mover la cabeza—No está bien. No debí, yo no...

Entonces, el peso de la verdad cayó sobre mí como balde de agua helada.

—¿Te arrepientes de haberme besado? —susurré con incredulidad.

Mi cuerpo comenzó a temblar descontroladamente. Mi pecho me ardía con una sensación que no conocía del todo. Una sensación de ardor, dolor y estrujamiento en el corazón, que dudo mucho que pudiera irse con facilidad. Esto de verdad me estaba doliendo.

—S-Si —tartamudeó.

¿Cómo podía arrepentirse de algo así?, ¿Cómo podía decir que estaba "mal" algo que se sentía tan bien para mí?, pero claro, para él había sido sólo un beso más. Un beso erróneo con una chica por la que no sentía ni el más mínimo atisbo de atracción.

Para Ulises no existía el amor sin atracción física y me lo había dejado en claro
ésa misma tarde. ¿Cómo había sido tan estúpida?, ¿Cómo había creído que, quizás, él sentiría algo por mi si ni siquiera yo misma sabía que sentía por él?

Todo era tan confuso, tan extraño, tan dolorosamente bueno y horriblemente malo.

Me tragué el nudo que sentía en mi garganta intentando sobreponer mi orgullo y mi dignidad. No iba a demostrarle lo mucho que me habían golpeado sus palabras.

—E-Está bien—dije maldiciendo que mi voz sonara tan entrecortada y vulnerable.

Él dio un paso hacia mí pero yo retrocedí diciendo —¡No!

Él se congeló al instante y entornó los ojos. Su mirada estaba fija en la nada pero podía notar una expresión cargada de remordimiento en sus ojos. No podía soportar verlo de aquella manera y comencé a hablar.

—Todo está en orden —tragué saliva ruidosamente

—Sé que no debió pasar. Lo lamento mucho. Hagamos como que esto no pasó. Discúlpame por todo lo que sucedió hoy.

—Nicole... —susurró él en voz baja y dolida.

—Déjalo así, Ulises, Por favor —supliqué con un hilo de voz.

Él pasó sus manos por su cara con gesto desesperado.

—¡Maldita sea, Nicoles!, ¿No lo entiendes?,
¡Mereces algo mejor que yo!, iMereces algo mejor que estar con un maldito ciego!, iNi siquiera puedo mirarte a los ojos y decirte lo hermosa que creo que te ves! —me espetó furioso.

Abrí la boca para decir algo pero era incapaz de decir nada.

—Esto no debió suceder nunca —dijo con voz ronca y baja.

—¿Ulises? —dije confundida. Por un momento no supe que decir, como actuar, ¿Qué estaba intentando decir?, en un segundo parecía arrepentido por besarme y al otro parecía estar diciéndome que sentía algo similar a lo que yo sentía cuando estaba con él.

—Sólo olvida lo que sucedió, Nicole. No quiero joder más esto. —dijo con voz cansada.

—Ulises tú... - tragué saliva nerviosa. Necesitaba saber si había sentido algo con nuestro beso.—
¿S-Sentiste algo con...?

—No sentí nada— Había crueldad impresa en el tono de su voz. — Nunca he sentido nada por ti y nunca voy a sentirlo.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora