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Ulises suspiró pesadamente. Parecía frustrado, enojado, ¿triste?

—¿Por qué no vez que no soy bueno para ti, Nicole? —murmuró con voz dolida.

Cerré los ojos con fuerza mientras reprimía las ganas que tenía de echarme a llorar. Era increíblemente doloroso escucharlo hablar de aquella forma, ¿Acaso me creía idiota?, ¿Acaso creía que con un "no eres tú, soy yo" todo iba a arreglarse?, lo creía más inteligente y creativo.

Una risa amarga me alcanzó mientras los hilos de mis pensamientos llegaban a lugares más oscuros y crueles.

—¿Por qué haces esto?, ¿Crees que con un "No eres tú, soy yo" vas a desaparecer lo que siento?
—espeté de pronto enfurecida.

—¿Eso crees?, ¿Crees que estoy utilizando un viejo truco para hacerte sentir mejor? —dijo alzando la voz.

—Creo lo que escucho y lo que veo.

—¿De qué sirve, entonces, que te diga lo que siento o lo que pienso si de todas formas vas a creer en lo que "ves" y lo que "escuchas"? —me respondió con crueldad.

—Esto no se trata de mí... —comencé a decir apretando mis manos en puños para reprimir el temblor de mi cuerpo.

—¡Claro que se trata de ti, maldita sea! —gritó
él interrumpiéndome. Su cara comenzó a ponerse roja del coraje. —¡Todo estoy es por ti!

—¡Perdón por hacer todo esto tan difícil, entonces!—Mi voz se entrecortó y me quedé muda. No podía dejar que me escuchara sollozar.

Las lágrimas caían por mis ojos, pero ésta vez no las detuve.

—Nicole, no hagas esto. No quiero estar mal contigo—Él intentaba relajarse.

Yo no soportaba estar ni un segundo más a su lado así que me limité a decir —Adiós, Ulises.

Me di la media vuelta y salí de la habitación precipitadamente. Tenía que poner distancia
entre él y yo.

—¡Nicole!, ¡Nicole!— lo escuché gritar desde el interior de la habitación, pero yo era incapaz de volver.

[...]

—Quita ésa cara, te dejaré escoger la música hoy —Comentó Abril mientras subíamos a su auto.

Me dejaría en la biblioteca que quedaba cerca de su casa.

Sonreí ante su comentario. Tenía casi dos
semanas sin ir a casa de Ulises. Samantha me había llamado varias veces y siempre le mentía
diciendo que la tarea me estaba comiendo viva
pero que, cuando estuviera libre, iría de nuevo
ayudar a su hijo.

Eso no era mentira, cuando me sintiera lista
para verlo, iría. Me sentía completamente destrozada, pero intentaba demostrar lo contrario a toda costa.

Cuando Legamos a la biblioteca, me despedí de ella con la promesa de que iríamos ése fin de
semana a "Ahogar las penas" a alguna discoteca. No era fanática de aquellos lugares, pero le
daría el gusto de llevarme a bailar.

Subí las enormes escaleras del viejo edificio y
entré en busca del libro que leería para hacer el informe de literatura. Lo tomé y me senté a leer. Estaba absorta en mi lectura cuando, de pronto,
mi teléfono comenzó a sonar.

Atraje la mirada acusadora y reprobatoria de los
lectores que se encontraban a mí alrededor.

Miré el celular y vi el nombre de Samantha en el identificador de llamadas. Desesperada por acallar el timbre respondí en un susurro.
—¿Hola Samantha, todo bien?

—¿Estás evitándome? —la voz ronca de Wes hizo que el corazón me diera un vuelco.

Me quedé congelada en ése momento, demonios, sí estaba evitándolo.

—No

—¿Entonces por qué no has venido?

—Tengo mucha tarea, Ulises —dije entre dientes. La bibliotecaria me veía fijamente con su mirada de "Cuelga el teléfono o sal de aquí'. —Estoy en la biblioteca, tengo que colgar.

—Ven, por favor—pidió en tono autoritario.

—Debo colgar.

—Por favor, ven Nicole.

—¿Para qué, Ulises?

—Quiero estar contigo.

Mi corazón comenzó a latir a un ritmo frenético.
¿Por qué mierda tenía que ser tan lindo conmigo si sabía lo que yo sentía por él?, Cerré los oios con fuerza antes de decir—Mañana.

—¿Promesa, Nick?

—Promesa. —respondí.

[...]

El día amaneció completamente lluvioso.
Odiaba esa clase de clima. Me recordaba aquel episodio de mi vida que tanto me había traumatizado. Tenía ocho años cuando mi mamá había caído por la calle un día de tormenta. Estaba tan asustada en aquel entonces que no supe que hacer; había estado a punto de morir de la hipotermia porque nos habían encontrado muchas horas después.

Cerré los ojos intentando apartar aquellos horribles recuerdos, así que me levanté y tomé una ducha muy caliente; me puse unos vaqueros entallados, una blusa de manga larga, y un abrigo. Me sequé el cabello y lo trencé despeinada mente hacia a un lado mientras me ponía un gorrito tejido. Me puse mis botines industriales favoritos y, por primera vez en casi dos semanas, me maquillé.

En la escuela, Abril me felicitó por haber dado el "Gran paso" de arreglarme pero, cuando le conté que vería a Ulises, casi me golpea.

—¡Maldición, Rachel!, ¡¿Vas a dejar que Ulises te diga cuando quiere verte y cuando no!?

Suspiré pesadamente mientras decía—Las cosas no son así, Abril. Sólo iré ayudarlo, como siempre.

—Porque él te lo pidió.

No me atreví a replicar. Sabía que tenía algo de razón, sin embargo no quise decir más. El día pasó increíblemente lento y, cuando por fin salí de clases, tuve que ir a casa ayudar a mi mamá en la tienda.

Alrededor de las seis de la tarde llegué a casa de
Ulises.

Toqué el timbre mientras deshacía mi trenza.
Por primera vez, mi cabello lucía aceptable.
Sabía que si me quitaba el gorro, mi cabello luciría desastroso, pero las ondas que la trenza había dejado se veían lindas.

—¡Rachel! -dijo la voz de Melissa, Saltó a mis brazos cálidamente y me sorprendí por su gesto.

—Hola Melissa.—Le devolví el abrazo, al parecer en esta casa ya se habían acostumbrado a mi presencia.

—¡Me da gusto que estés aquí!, ¡mi hermano estaba de un humor insoportable por qué no venías!—exclamó exasperada.

Sonreí sin saber que decir y ella me jaló escaleras arriba mientras gritaba —¡Hermano!, ¡Nicole está aquí!

Estuve a punto de decir algo, pero Melissa entró conmigo corriendo a la habitación.

Abrí los ojos como platos al verlo. Estaba únicamente en un bóxer negro, y su cabello caía húmedo y pesado por su cara.

—¡Melissa, joder!, ¡Toca la puerta! —gruñó Ulises ligeramente ruborizado mientras buscaba algo con qué cubrirse.

Yo no podía apartar mi vista de él. Era tan Insoportablemente perfecto.

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Oficialmente tengo 20 años y mi conciencia no estaba tranquila porque se que tardo años en actualizar. Gracias por la espera.

Besitos. 🤪

Aunque No Pueda Verte ©Место, где живут истории. Откройте их для себя