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En ése momento, pude sentir como el corazón se me desgarraba por dentro.

Ni siquiera yo misma sabía que sentía por él pero estaba doliendo; doliendo como nunca me había dolido nada. Me di la vuelta, incapaz de mirar un segundo más al chico que me había herido de aquella forma tan brutal que me cortaba la respiración.

Saqué mi teléfono de mi bolso con dedos trémulos y le marqué Abril.

—¡Nicole!, ¿Dónde estás? —dijo la voz de Abril del otro lado del teléfono. Sonaba aliviada, tenía varios dias sin hablarle.

—Quiero ir a casa, ¿Crees que puedas llevarme?,—Dije con la voz entrecortada.

—Claro, pero, ¿Dónde estás? —sonaba confundida.

Me aclaré la garganta intentando disminuir mis ganas de echarme a llorar. —En el parque de diversiones.

—Voy para allá, espérame, por favor.

—Gracias—dije antes de colgar.

—¿Te vas?—dijo la voz ronca de Ulises a mis espaldas.

No fui capaz de volverme a verlo. Me sentía tan humillada.

—S..Si —tartamudeé.

El silencio nos invadió por completo y entonces, escuché la voz de Ulises al teléfono.

—¿Puedes venir ahora?—De seguro hablaba con su mamá—no, no, pasó nada, ella se irá con una amiga, Está bien, adiós.

Cerré los ojos con fuerza intentando reprimir las repentinas ganas que tenía de decirle que me iría con él, o que esperaría a que su madre, llegara pero no lo hice.

El viejo Chevy de Abril se detuvo frente a mí y subí a él casi a trompicones.

—¿Estás bien? —pregunto Abril mirándome con angustia.

No pude hablar. Me limité a asentir rápidamente.

—Buenas noches, Nicole. —escuché la voz de
Ulises.

Apreté los ojos con fuerza antes de volverme con Abril y sisear —Por favor, vámonos.

Abril no dijo nada más y arrancó el auto directamente rumbo a mi casa.

—¿Quieres explicarme qué fue lo que pasó?—me pregunto Abril al aparcar su auto afuera de mi casa.—¿Quién es ese chico?

Yo no había articulado palabra todo el camino de regreso y ella no había hecho nada por preguntármelo. Me conocía tan bien que sabía cuándo era prudente hablar conmigo y era claro que en ése momento yo no me encontraba en condiciones de hablar.

Una punzada de dolor me recorrió el cuerpo al recordar a detalle lo que había sentido cuando los labios de Ulises se unieron a los míos. Sin duda, había sido un beso completamente diferente a los que nadie me había dado.

Aquel beso me había movido el mundo entero.

No fui capaz de responder y en este momento no me sentía una buena mejor amiga, tendría que haberle contado a Abril sobre Ulises, sin embargo, también había estado metida en el encanto Webster que mencionarlo era algo sin sentido para mí.

Aún más cuando trataba que todo el tiempo posible que tuviéramos, lo disfrutáramos.

—¿Nicole?, ¿Me puedes decir qué está pasando?, antes me contabas todo y de repente de un segundo a otro, me entero que existe un chico que es ciego que se llama Ulises; que casualmente es el mismo del que ya te había hablado, él está relacionado con la muerte de los hermanos "B" y si no lo recuerdas, su amigo es mi primo lejano.

Me limpié las lágrimas, ahora entendía porque sentía que había oído hablar de Ulises aparte de mi mejor amigo Minling.

—Explícame, por favor, que no sé en qué momento dejé de ser tu mejor amiga. —me dijo Abril severamente con sus oios increíblemente azules clavados en mí.

Yo era incapaz de mirarla. Sabía que si lo hacía iba a echarme a llorar.

—Ulises es hijo de Samantha, una amiga que mi mamá hizo hace poco—comencé con voz ronca y entrecortada. —Lo conocí cuando me ofrecí ayudarle a moverse sin ver. Es ciego reciente, como ya sabes —el nudo que sentía en mi garganta comenzó a hacerme difícil hablar .

Suspire, necesitaba calmarme o de lo contrario me echaría de nuevo a llorar y no estaba segura de parar.

Tenía tantas emociones encontradas.

—No sé por qué no te comenté nada acerca de él.., simplemente, cuando estoy con él, el mundo es ajeno a mí. Sólo estamos él y yo y... —cerré los ojos con fuerza —es perfecto.

—¿Cuánto tiempo tienes conociéndolo?— inquirió Abril suavizando el tono de su voz.

—No lo sé—acepté. —Tres mes..., creo. No estoy segura.—Empezábamos el mes de noviembre y según recordaba conocía a Ulises desde inicio de ciclo escolar.

El silencio se extendió entre nosotras y la miré.
Tenía la mirada fija al frente. Sabía que estaba furiosa conmigo, pero era Abril, y ella nunca me abandonaba así fuera la más imbécil de todas.

—¿Te gusta? —preguntó.

El corazón me dio un vuelco. Mi pulso se aceleró notablemente y sentí un extraño mareo que me provocó unas extrañas náuseas.

Comencé a negar con la cabeza pero entonces, me di cuenta.

—No lo sé —admití. Despegué la mirada de ella y bajé la vista hacia mis manos. Estaba tan nerviosa que retorcía mis dedos sobre mi regazo.

—¿Qué pasó entre ustedes hoy? —dijo con la voz comprensiva que siempre utilizaba cuando estaba mal.

Aspiré aire entrecortadamente incapaz de detener mis lágrimas. Sequé rápidamente mis mejillas intentando verme más valiente de lo que en realidad me sentía.

—Me besó... —dije. —lo besé... —me corregí. Y entonces me di cuenta de que no sabía quién había iniciado todo. — ¿Nos besamos? pregunté más para mi, que para ella.

—i¿Qué!? —chilló Abril asombrada.— pero
Nicole, ¡Êso es fantástico!, ¿no?

Comencé a negar con la cabeza enérgicamente.

—¡No lo entiendes! —gimoteé rindiéndome a mis lágrimas.

Caían espesas sobre mi rostro.Los sollozos eran increíblemente desgarradores. Tenía mucho tiempo sin llorar de ésta forma y el resistirme hace unos momentos no había sido de gran ayuda.

—Me dijo que había sido un error besarnos, que no debió suceder; que no siente, ni sentirá nada por mí.

Aunque No Pueda Verte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora