O.22

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En sus marcas, listos... ¡Fuera!

El sonido de la pistola sonó por el aire y la casilla dónde el cuerpo delgado y atlético de Yewoo reposaba lista para correr, se impulsó y con ayuda de sus brazos comenzó a correr lo más rápido que pudo.

Al principio fue una de las primeras en salir, pero poco después fue pasada por el chico que le había molestado antes, pero ella no estaba tan atrás, estaba en tercer lugar. Así qué, regulando su respiración, aceleró un poco más, rozando levemente el cuerpo de un competidor y saliendo de ahí.

De lejos, los padres de Yewoo gritaban a tope para que su hija les escuche, animandola junto a todos sus amigos y toda la escuela. Sus piernas delgadas comenzaban a verse definidas conforme aceleraba, el movimiento hacía delante y atrás de sus brazos le facilitaba el movimiento, haciendo que su cabello brincara y su flequillo se pegara en su frente.

Yewoo tomaba aire por la nariz y lo sacaba por la boca, cómo siempre lo hacía, haciendo que la dejen atrás por un momento, pero no tardó en retomar el lugar número dos. Sintió satisfacción al escuchar a el chico molesto bufar, ya que iba en el último lugar.

Ya estaba cerca de la meta.

Y cómo sí no fuera más rápida, aceleró aún más hasta comenzar a sentir dolor en sus piernas, estaban quemando y el dolor no sería en vano, porque cuando la cintura de Yewoo tocó con la cinta roja que marcaba el final, todos gritaron hasta que sus gargantas dolieron, y la pelinegra no paró de correr hasta estar a la mitad del lugar, logrando detener sus pasos colocó sus manos encima de sus rodillas para poder tomar aire.

— ¿Gané? — se preguntó y al alzar su miraba vió como todo su equipo se acercaba a ella con sonrisas y ahí, ella dejó salir todo el aire que tenía.

Había ganado.

Gracias a la victoria del equipo de atletismo, los padres de Yewoo decidieron gastar una fortuna e invitar a todos a una cena, en el restaurante de un familiar

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Gracias a la victoria del equipo de atletismo, los padres de Yewoo decidieron gastar una fortuna e invitar a todos a una cena, en el restaurante de un familiar.

— Este restaurante es muy lindo, ¿Por qué nunca había venido aquí? — Sunghoon abría los ojos mientras sus curiosas manos tocaban por encima las decoración del hermoso lugar.

— Porque no tienes dinero y este lugar es muy caro. — Jake sonrió, alejando cada vez que podía la meno de su amigo. Hoon bufó negando con la cabeza.

Habían juntado tres mesas para que todos se sentaras. En la punta estaba el padre de la familia, a un lado suyo su esposa. Después, Soobin quedando frente a Yewoo que al lado de ella tenía a su novio y bueno, los demás estaban por ahí hablando con los del equipo de atletismo.

— Es increíble que casi todos hayan ganado en sus carreras, chicos. — La señora Im sonrió dando pequeños aplausos con sus manos. — Es su día de suerte.

— Ese casi suena muy feo. — Sunoo frunció sus labios.

— Sí no fuera porque Taehyun se cayó por sus cordones mal amarrados abríamos ganado todas las competencias. — Soobin chasqueó la lengua, dándole una mirada con ceja alzada al nombrado el cual se sonrojaba y trataba de esconderse en su lugar de la furias de su líder.

— Lo siento.

— Soobin, estás en último grado, ¿no? — el padre de la pelinegra habló ahora. — ¿Qué vas a estudiar en la universidad?

— Aún no estoy seguro, espero que me den una beca deportiva y estudiar mercadotecnia. — Sonrió y siguió con su cena, hasta que Jay miró a la pequeña chica y preguntó con curiosidad.

— ¿Y tú, Yewoo? — la nombrada alzó su cabeza de su plato de comida. — ¿Qué quieres estudiar cuando salgas de la cárcel, digo, escuela?

— Oh, a nuestra hija siempre le ha gustado la fotografía. — comentó la mujer recordando vagamente cuándo su hija peque tomaba fotos con la polaroid de Soodam.

Yewoo sonrió, algo entusiasta y asintió varías veces.

— A veces he pensado en dedicarme al 100 en el atletismo, pero en caso de que eso no funcione, me voy por la fotografía. — Sonrió hacía todos, y después volteó a ver a su novio, el cual mantenía una mirada pérdida en la mesa y se mordía su labio inferior con molestia. La pelinegra frunció su ceño y se acercó aún más a él chico, para susurrarle: — ¿Estás bien? Te veo tenso.

Ni-ki le miró de reojo.

— No pasa nada, sólo quiero que está plática acabe. — suspiró, mientras pasaba sus manos por encima de su pantalón varías veces. Era claro, él estaba nervioso por algo, y ese algo era plática sobre los futuros de los jóvenes.

— ¿Y tú, Sunghoon?

— Patinaje. — escuchó de fondo la pareja y el japonés supo que sería su turno en responder.

Pero antes de que eso pasara, Yewoo se levantó de su lugar y tomó la mano de Ni-ki, para poder jalarlo y así levantarlo.

— ¿Dónde irán, hija? — preguntó, algo apresurado, el padre de Yewoo.

— Ni-ki no se siente bien, necesita, iré a acompañarlo. — comenzó a caminar jalando a el chico hacía la salida.

— Pero puede ir él solo.

— Déjalos, cariño.

Cada quién se colocó sus abrigos antes de salir, ya que el invierno estaba llegando a Seúl como un balde de agua fría. Al salir no se sorprendieron al ver nieve cayendo del cielo, salieron del restaurante y caminaron un poco más hasta llegar a una banca, dónde ambos tomaron asiento.

— ¿Ahora me dirás por qué querías que esa plática acabara? — preguntó ella, alzando la mano para acomodar algunos mechones rebeldes de la cabellera de su novio.

Ni-ki aplanó sus labios formando una línea recta. Pensaba que, probablemente si su novia sabía la razón, ella le diría que es un fiasco, pero otra parte de él decía que ella no era capaz de decirle aquello.

— Creo que soy el único que no sabe que rumbo va a tomar su vida, eso es lo que le pasa. — habló lentamente, observando como el humo salía de su boca. Pasó sus manos por su rostro y suspiró. — Sunghoon va a patinar, tú vas por el atletismo, Heeseung probablemente se vuelva un genio del canto o algo parecido, Jay hará su agencia de modelos o algo que tenga que ver con la moda y yo... Tal vez duerma en la calle.

Yewoo escuchó lo que el chico tenía que decir, al parecer tenía miedo de no ser alguien en la vida, algo que no sólo le pasaba a él.

— ¿Tenías miedo de que mis padres te pregunten qué harás con tu vida al graduarte? — Ni-ki asintió.

— Es que, siempre me siento presionado por responder. No soy bueno en nada, no hay nada en lo que sobresalga. Veo a mis amigos hacer lo que les gusta y deseo hacer lo mismo, pero por más que encuentre no lo encuentro. — sus ojos se llenaron de lágrimas y apartó la mirada de la pelinegra, observando a la calle solitaria del lugar. — Mis padres están en casa jurando que algún día su hijo varón será el orgullo del lugar, yo siempre digo que sí, pero en el fondo sé que nunca lo seré. Soy un bueno para nada.

— Espera, ¿Crees que eres el único con ese problema? — Yewoo acarició su espalda lentamente y con cariño. — Es algo completamente normal a nuestra edas, Ni-ki. Así como tú, yo tuve un momento dónde mis dudas sobre quién soy y quién seré llenaron mi mente. Somos pequeños todavía, te aseguro que cuando crezcamos ya habrás escogido algo en lo que eres bueno. No eres un bueno para nada, eres bueno... Para mí. — sonrió al final, haciendo que el rubio soltará una pequeña risa y de inmediato ella se acercó a dejarle un beso en la comisura de sus labios entre abiertos.

Él le quería, le amaba y esperaba que ella estuviera junto a él para verlo crecer y verlo convertirse en alguien.

only you ↺ n. ni-ki.Where stories live. Discover now