Capítulo 1

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El sonido de la alarma resonando en mi oído me hizo levantar con un brinco.

Froto mis ojos vigorosamente sentándome en el borde de la cama sin demasiado ánimo por levantarme.

Las mañanas para mí eran la peor parte del día. Con tus ojeras todas negras, con las ganas de seguir durmiendo aunque sea por algunas horas más; en fin... levantarse temprano debe ser ilegal.

El olor del cafe que llegaba a mi cuarto desde la cocina, hacía que me dieran ganas de terminar de asearme para ir a correr a tomar de ése delicioso néctar.

—Buenos días mamá, buenos días papá. —Digo tomando la taza de café que mi madre dejó para mí sobre la mesa; acomodándome el bulto de espaldas bien en los hombros.

—Buenos días, Mar. —Mi padre baja el periódico y lo coloca sobre la mesa para mirarse el reloj en su muñeca. —Vas unos diez minutos tarde, señorita. —Levanta una ceja en forma de regaño.

—Estoy bien, el profesor Quiles nunca llega a tiempo. —Vierto el restante de mi café en un termos, para luego, tomar una tostada con mantequilla del plato de mi madre, colocármela en la boca y caminar hacia la puerta principal de la casa.

—Tienes que dejar de ser así, Mar. Cuando seas la doctora encargada de la clínica Preston... —Le interrumpo tomando la perilla de la puerta y abriéndola.

—Lo sé, tendré que ser responsable y llevar el nombre de la familia en alto... —Les tiro un beso y les regalo una sonrisa; para luego, cerrar la puerta tras de mí y correr hacia mi auto el cuál se encontraba aparcado frente a la casa.

Corriendo, literalmente, enciendo mi auto y conduzco hacia la universidad a toda prisa. Al llegar al campus, estaciono mi auto tomando dos estacionamientos por la prisa; me bajo, tomo mi mochila y corro hacia el salón de clases cómo si de ello dependiera mi vida.

Por las prisas, abrí la puerta del salón de clases con un poco más de euforia de la que debía, y ésta, chocó contra la pared haciendo eco y toda la clase voltea a verme.

Me encojo de hombros y suelto una risita nerviosa, el profesor Quiles ya en frente dando la clase.

—Señorita Preston; gracias por ésta interrupción tan abrupta. —Se cruza de brazos.

—Lo siento, no fue mi intensión. —Comienzo a bajar las escaleras suavemente para ir a mi asiento.

—¡No! No se moleste; la clase ya comenzó hace unos veinte minutos, y si se sienta ahora, ya no entenderá de lo que hablamos. Así que, ¿porqué no mejor, da media vuelta y vuelve la otra semana cuando pueda llegar temprano? —Algunos alumnos comienzan a reír.

—Pero... —Digo, y me interrumpe.

—¡Hasta la próxima semana señorita Preston!—Dice y comienza la clase nuevamente.

Doy un gran suspiro, me doy media vuelta y salgo del salón de clases sintiéndome súper avergonzada.

Derrotada... me siento en una mesa a las afueras de la cafetería, en el patio trasero. Coloco mi mochila sobre la silla a mi lado y mi cabeza sobre la mesa. Mi frente pegada completamente sobre la superficie.

—¿Porqué tienes que ser así, Mar? ¿Porqué siempre la tienes que cagar? Recuerda... tienes que ser responsable y llevar el nombre de la familia en alto... —Lo digo imitando la voz de mi padre; quién se empeñaba en que yo estudiase medicina para que siguiera con el legado de la familia Preston y sus oficinas medicas de buen reconocimiento.

Mis padres, ambos eran cirujanos cardiovasculares; mejor dicho, toda la familia lo había sido. Desde el abuelo Preston, el bisabuelo Preston... hasta el tatara-abuelo Preston...

Hades ©Место, где живут истории. Откройте их для себя