Capítulo 28

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¿Qué es el amor?

Creo que nadie aún lo a podido explicar con claridad.

Es algo tan puro y extravagante; que se hace difícil encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que se siente... lo que tu corazón dicta, lo que está dentro de ti.

Me encontraba parada frente a Azael; aquel arcángel que esperaba por mí para llevarme lejos del inframundo. Para llevarme, a aquel lugar sagrado dónde toda alma pura puede descansar y tener la gloria por la cuál había luchado. Ésa gloria prometida, ése paraíso perfecto dónde puedes ser libre y plenamente feliz por la eternidad.

Pero, ¿cuál es su definición de la felicidad?

¿En qué se basan para saber lo que yo necesito para ser feliz?

Creo, que mi felicidad era un tanto diferente a lo que estos tenían en mente.

Mi felicidad... tenía nombre y se llamaba, Hades.

Aquel dios cruel y temible, al que todos apodaban el rey del mal; incluyéndome a mí. Aquel dios despiadado y malvado; pero que para mí... lo era todo.

Mi felicidad estaba atada con su presencia, con su compañía, con sus caricias. Mi alma y la de él eran tan diferentes, polos totalmente opuestos, en un mundo imperfecto; pero, a la misma vez, éstas almas; se atraían con el mayor de los magnetismos, con la mayor fuerza posible... con la fuerza, del amor.

Observo la mano de Azael; éste, me mira con una expresión tierna y cálida, la cuál me invita a confiar en él; aunque sé que no debo. Su energía me invita a tomar su mano e ir al cielo cómo merezco, pero, algo más poderoso me ancla aquí, algo más fuerte y de lo que simplemente, no puedo escapar... mi rey del mal.

—Vamos cariño, el cielo te espera y con el; grandes cosas. —Murmura y extiende aún más su mano para que la tome. —Aquí no podrás tener nada de eso. Éste es un mundo simple, sin gracia, ni esplendor. El cielo fue creado por dios a perfección y con el más mínimo cuidado. —Dice con su mano aún frente a mí. Una sonrisa calida se dibuja en su rostro.

—¿No podré ver a Hades jamás? —Pregunto, aunque ya se la respuesta. Pero quiero oírlo de su boca.

—¡No! Hades fue desterrado del cielo, y las almas puras no pueden salir de el. —Niega con su cabeza.

—Entonces... ¿es cómo una prisión? —Le miro seria; éste, frunce el ceño.

—¡Jamás digas eso! —Me mira ofendido. —Pero, ¿para qué quieres salir, cuando lo tienes todo allí? —Me mira confundido.

—Por qué no lo tendría todo... no lo tendría... a él. —Volteo mi rostro sobre mi hombro y veo a Hades parado en la lejanía; sus ojos brillosos aún fijos en nosotros; expectante.

—No entiendo para qué lo quisieras volver a ver. Sabes que él no es lo mejor para ti. —Me mira fijamente.

Aquellas palabras hicieron eco en mi cabeza; metiéndole en cada rincón de mi mente y recordando todo lo que había pasado con el dios del inframundo.

Todo lo malo, todo el dolor... pero también, la felicidad y la dicha que éste me había hecho sentir. El amor que sentía por él; al igual, que él por mí.

Sé que no estábamos hechos el uno para el otro, pero sí, hechos para complementarnos el uno al otro.

Tomo un gran suspiro, y miro al arcángel con la frente en alto. Llenando mis pulmones de aire, y reteniéndolo en ellos ante lo que iba a decir...

—Hades no es lo mejor para mí, Azael... pero sí, es lo que necesito.

En ése instante, me volteo y veo a Hades de espaldas; cabizbajo y caminando en dirección opuesta... derrotado. Cosmos, a su izquierda con su mano sobre su espalda brindándole apoyo.

Hades ©Where stories live. Discover now