Capítulo 4

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Estaba parada frente aquel cadáver el cuál se encontraba acostado sobre la camilla fría y cubierto con una sábana blanca.

Todo lo que fue mi vida, pasa por frente de mis ojos tal película en avance rápido.

¿Ésa era yo?

¿Es acaso ése es mi cuerpo sin vida bajo las cobijas? No lo quería aceptar.

Quería saber, quería estar segura para así poder confirmar lo que mi mente y corazón no quieren aceptar.

—Doce de febrero del año dos mil veinte; Mar Preston es declarada muerta debido a un accidente de tráfico. —Dice una enfermera colocándole un sello rojo al expediente y dejándolo sobre la mesa, para luego, entre ambas, comenzar a llevarse la camilla con el cuerpo de la habitación.

Miles de pensamientos pasan por mi mente en segundos al escuchar aquellas palabras... Sí había muerto en realidad...

Las palabras de la enfermera resuenan en mi mente una y otra vez tal disco rayado...

Mar Preston es declarada muerta...

¿Y ahora qué?

¿Qué sucede luego de que pierdes la vida?

¿A dónde vas cuando mueres?

¿Qué pasa con tu alma? ¿Tienes una nueva vida o simplemente, todo se acaba?

Escucho los llantos desconsolados de mi madre en el pasillo cercano al ver la camilla con lo que es mi cuerpo sin vida sobre ella; camino hacia la puerta que está abierta, pero me veo impactada al ver que no puedo salir de allí o atravesarla.

Es cómo... si una barrera invisible me impidiese salir de aquel lugar.

Observo a mis padres desde la habitación. Mi mamá llorando desconsolada, mi papá, abrazándola fuertemente mientras una lágrima baja por su mejilla. Sus ojos rojos, sus manos temblorosas.

—¡Nuestra niña! —Grita mi madre y veo cómo sus piernas amenazan con dejarla caer al suelo, pero mi padre le sostiene. —Era tan joven... —Llora entre gritos viendo cómo las enfermeras se desvanecen en la lejanía del pasillo.

—Llegaremos al fondo de esto. —Mi padre habla con la voz quebrantada. —¡Los causantes de esto pagarán; lo juro! —Dice y algunas lágrimas gruesas bajan por sus mejillas.

—¡No quiero morir... quiero regresar! —Grito desesperada pegándole a ésa barrera invisible la cuál no me deja avanzar hacia mis padres. La cuál no me permite ir con ellos, para abrazarles una vez más, para sentir su calor una última vez...

De pronto, veo a Glen llegar con lágrimas en los ojos hacia mis padres. Aún lleva aquel vestido plateado muy corto; su mascara, regada por bajo sus ojos y rostro por el tanto llorar.

—Yo no sabía lo que pasaba. Nunca debimos haber ido a ésa fiesta... —Llora Glen y mi madre la abraza con fuerza entre sollozos.

—Nadie sabía que eso sucedería mi niña; nadie lo sabía. —Mi mamá le responde mientras continuan con su abrazo.

—Estoy aquí... —Sollozo viéndolas en la lejanía. —¡Escúchenme! Estoy aquí... —Grito con rabia y dolor en tanto me arrodillo en el suelo llorando. Derrotada, sintiéndome sola y abandonada...

De pronto, un viento fuerte comienza a soplar en la habitación, y una luz blanca y brillante proveniente del techo alumbra todo el lugar. Un sonido calmante y refrescante resuena... una melodía gloriosa; una armonía mítica.

Me paro del suelo y camino hacia aquella hermosa luz blanca que me invita a entrar en ella, que me invita a dejar todo lo que conozco atrás... todo por lo que he luchado, todo por lo que he soñado.

Hades ©Where stories live. Discover now