Capítulo 16

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Sentada en el sillón a un costado de mi cama, leo un libro sin tener mucho más que hacer. Estaba confinada en mi habitación sin tener derecho a salir en ningún momento; solo Cosmos, las ninfas y Hades podían venir a verme, pero aún nadie me visitaba desde que el rey del inframundo me dejó aquí hace algunas horas.

Bajo el libro que tengo en mis manos y observo el hueco en la pared de aquel puñetazo que Hades le dio cuando discutíamos. Siento que Hades es cómo una montaña rusa, aveces, está abajo siendo el ser más cruel y despiadado que puedas conocer; pero en ocasiones, está arriba, siendo algo lindo y tierno en su forma rara y extraña.

Pienso en cómo fue su reacción al decirle que él había sido bueno conmigo; creo, que decirle eso al dios de todo lo malo y del sufrimiento, no había sido muy inteligente de mi parte.

Parándome del sillón y dejando a un lado el libro que estaba leyendo; decido irme a dar un baño con agua caliente para ver si así puedo subirme los ánimos un poco.

La habitación es muy hermosa, más de lo que yo hubiera querido o deseado. Las cortinas largas semi transparentes que cuelgan desde el techo, separando la habitación de lo que es el baño; le dan un toque muy elegante al cuarto.

Encendiendo el flujo de agua en aquella bañera solitaria en medio del cuarto de baño, coloco el agua caliente en tanto comienzo a quitarme la ropa tras las cortinas; desnudando mi cuerpo y sintiendo el vapor que emana de la tina por el agua caliente.

Comienzo a meterme en la bañera, metiendo un pie y verificando si el agua estaba muy caliente, pero la realidad era, que estaba perfecta. Me recuesto en la tina y me sumerjo completa de pies a cabeza para mojar mi cabello.

Salgo del agua, paso mis manos por mi rostro y noto cómo las cortinas oscilan de lado a lado cómo si una brisa suave les hubiera pegado.

Miro a mi alrededor, no hay ventanas ni fuentes de aire en ésta habitación. Me pregunto qué habrá sido.

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —Pregunto en voz alta abrazándome a mí misma tapando el área de mis pechos. —¿Hola? —Digo, pero nadie responde.

Tal vez, solo fue una briza que entró por debajo de la puerta... pienso eso para no asustarme y ponerme nerviosa.

Mientras me ducho, pienso en todas las cosas que he vivido en éste lugar. Desde cuando fui enviada aquí por error, hasta cuando escapé y conocí a Hades por primera vez.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro solo con imaginarme su rostro... solo con imaginármelo sonriendo. Tenía ésas imágenes bien guardadas en mi mente; cada una de las sonrisas que había sido capaz de sacarle al dios cascarrabias, las guardaba en un lugar especial en mi corazón; dónde éstas, no pudieran ser aplacadas por su mal genio o su frivolidad.

Termino de asearme, por lo que tomo la toalla que cuelga del borde de la bañera y salgo de ésta. Observo a todos lados aún con la impresión de el por qué las cortinas se habían movido de aquella manera, pero no veo nada.

Ya con la toalla enrollada en mi cuerpo, camino hasta el otro lado de la habitación, y me sorprendo al ver una pequeña caja de madera sobre mi cama.

Me acerco y tomo aquel cofre en mis manos.

¿Cómo llegó aquí?

¿Qué es?

Vuelvo y miro hacia todos lados con la esperanza de encontrar a la persona que me a traído ésta caja de madera; pero no veo a nadie.

Delicadamente, abro el cofre de madera para ver que hay en su interior, cuando para mi sorpresa, encuentro a Michi un tanto nervioso dentro de el.

—¡Michi! ¿Qué haces aquí? —Sonrío emocionada al verle, y éste, corre a mi mano paseándose por mi brazo rápidamente. —¿Quién te trajo aquí? —Observo al tierno ratoncito dar vueltas por mi mano, para luego, brincar al suelo y comenzar a explorar la habitación.

Hades ©Where stories live. Discover now