Capítulo 26

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Observo a Hades colocar el libro de almas en su lugar; aquel libro, en el cuál el nombre de Marcus estaba escrito.

Su alma sentenciada a vivir una eternidad de dolor; a pagar por aquello que hizo; por aquello... que me hizo.

Hades voltea su rostro hacia mí, y yo me quedo pensativa al repetir las palabras que éste había dicho en mi mente.

—¿Qué le harás a Marcus? —Frunzo el ceño con dudas; intrigada por su contestación.

—Solo le daré lo que se merece. —Extiende su mano hacia mí; invitándome a tomarla.

—¿Y qué es lo que merece? —Coloco mi mano sobre la suya y éste sonríe.

—¡Una eternidad de miseria y dolor! —Besa mi mano delicadamente y mi corazón se detiene.

Mi pecho se estremece al haber escuchado aquellas palabras salir de la boca del rey del inframundo.

En realidad, Hades le haría sufrir demasiado; no puedo ni tan siquiera imaginarme lo que le hará cuando su alma llegue a este lugar.

Aunque, puedo admitir, que puede que me sienta un poco de lástima por él, la cuál no me debe dar, ya que éste acabó con mi vida y no tuvo pena por mí cuando lo hacía.

Obervo a Hades, y lo veo mirar la pila de libros que se estaba acumulando tras de mí. Libros seguían bajando de aquel tubo cada cinco segundos.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —Señala los libros a mis espaldas. —Acaso, ¿ellas te asignaron a acomodar libros de almas en las estanterías? —Frunce el ceño confundido y se me queda viendo.

—Llevo algunas horas, no estoy segura. Los libros no han parado de llegar. —Volteo mi rostro y miro por sobre mi hombro, viendo, cómo un libro caía en ése instante por la tubería.

—Yo no te envié aquí para trabajar... quería que leyeras algo... que pasaras un buen rato metida en una historia; no lo sé.

—Está bien, al menos averigüé lo de Marcus. —Me encojo de hombros restándole importancia.

Hades, se me queda viendo y noto, cómo una sonrisa perversa se le dibuja en los labios.

—Sabes... éstas señoras nunca me han caído muy bien... No sé lo que estaba pensando cuando las creé. —Se acerca a mí y me murmura al oído. —Son un tanto cascarrabias.

—¡Como tú!—Coloco mi mano sobre mi rostro; disimulando la risa que quería salir de mi pecho.

—¿Disculpa? —Se endereza y me mira con una ceja arqueada.

—¡No nada! —Niego con mi cabeza. —¡Lo que dije es, que sí, que ellas son muy cascarrabias! —Asiento con una sonrisa.

—Eso pensé... —Me regala una sonrisa y mi corazón se torna tibio. —¿Quieres ver algo que te levantará el ánimo? —Dice murmurando, y yo, frunzo el ceño mirándole con los ojos entre abiertos.

—¿Qué me levantará el ánimo? —Pregunto confundida.

—¡Sí... ya verás! —Hades, me toma de la mano nuevamente y me hala.

Ambos, comenzamos a correr por los pasillos de la biblioteca a toda prisa mientras evitábamos a las ancianas.

Mi corazón comienza a acelerarse al ver a Hades frente a mí; sujetándome de la mano con fuerza en tanto correteábamos juntos por la biblioteca cómo dos niños pequeños en una juguetería.

De pronto, Hades me hala y ambos nos escondemos tras unas estanterias mientras miramos a las ancianas trabajar en sus escritorios.

Hades, me coloca frente de él y apoya su barbilla en mi hombro.

Hades ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora