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―Señor doctor, ya casi llegamos a Guanajuato―aseveró el chofer del coche apuntando con su dedo índice de la mano derecha a uno de los túneles que servían como plato de presentación al manjar de ciudad a la que se aproximaba.

El doctor que estaba abstraído en sus pensamientos puso atención y lo vio, un túnel que tenía un decorado rojo rodeando la entrada que estaba incrustada en el cerro y que él creía que en algún momento fungió como una de esas famosas minas que plagaron la ciudad de Guanajuato en tiempos más antiguos, pero claro, ya era el año 1969, la modernización había ya alcanzado todos los rincones del país azteca.

―Lo veo, gracias Juan, la verdad es que una maravillosa experiencia me espera en la ciudad―dijo el doctor que veía más cerca la negruzca entrada y miraba hacia arriba para tratar de adivinar donde estaba la punta más alta del cerro.

Entraron al túnel y todo se oscureció, solo la tenue iluminación de las lamparillas pertenecientes al alambrado público dejaba ver un poco, aunado a los faros del coche. El techo pedregoso que imaginó que caería sobre ellos en cualquier momento estaba casi por completo sostenido por la buena voluntad de Dios y a la erosión que había hecho su trabajo para convertirlo en una atracción pública y una demostración más que el ingenio mexicano no tenía límites, hasta el punto de utilizarlo como vía para el transporte. El túnel era tétrico, cosa que al doctor no le asustaba en lo absoluto pues en su profesión había vivido cosas más espeluznantes y además, se puso de acuerdo con su mente por primera vez en su vida que quizá su experiencia futura tendría más tintes perturbadores y mortuorios que solo observar un viejo túnel. Volteó de nuevo hacia adelante y miró la carretera con una línea amarilla despintada que encandilaba al mirarla pues los faros del carro la iluminaban constantemente.

―Señor Doctor, sé que usted es un hombre de pocas palabras pues en todo el trayecto desde Querétaro no me ha hablado más que un par de formalidades, ¿puedo preguntar qué va a hacer usted allá?

―Puedes―rió con la boca cerrada y haciendo que sus labios se elevaran para expresar felicidad sobre la manera en que contestó. Su bigotillo que se pintaba muy negro y parecía que se había echado pintura para ennegrecerlo aún más, se levantó―. Vengo a estudiar―dijo secamente.

― ¿A estudiar?―preguntó el chofer con sorpresa.

Salieron del túnel y la luz del sol volvió a iluminar el mundo, como si solo se hubiera desaparecido un momento y esperó paciente a que el coche saliera del túnel. Ambos cerraron un poco los ojos, se habían deslumbrado por recibir el sol de lleno que todavía calaba tantito a esas horas de la tarde. A la lejanía se observaba la punta más alta de la Catedral de Guanajuato rodeada de miles de casitas, otras en cambio, altas y con mucho color que hacían estirar los ojos hacia adelante para llegar más pronto.

―Así es, a estudiar. Vengo a estudiar a las momias―lo miró de soslayo para ver la expresión que hacía y el otro abrió los ojos hasta su máxima capacidad, se agarró bien al volante y empezó a tartamudear.

―Las... ¿las momias? Madre Santa de Dios, yo me esperaba que me dijera que venía a ver la Alhóndiga de Granaditas, o la Universidad, o la Catedral, o el Teatro Juárez, pero ¿las momias? ¿Qué les ve si ya son solo puros pellejos viejos?―se desternilló de risa como si hubiera sido un chiste muy gracioso. El doctor se sintió ofendido.

―Señor, con todo respeto pero si no sabe, no opine. Hasta los muertos tienen una historia que contar mi estimado Juan. La manera en que murieron, sus expresiones, la manera en la que acabaron en estado de momificación, la preservación de la muerte, todo eso nos marca el cómo se vivía en aquellos lejanos tiempos, cosas realmente fascinantes y que merecen mi atención; también, cuentan que algunos de ellos, los mataban sin avisarles. No es por presumir pero he investigado a las mismísimas momias de Egipto en persona, ¿Cómo me iba a perder yo una maravilla como esta? No señor, jamás―de verdad le ofendió lo que el chofer dijo y por eso cambió a una postura muy diferente. Se escuchaba como un hombre conocedor del tema.

UN MISTERIO EN GUANAJUATOWhere stories live. Discover now