―Descubriremos lo sucedido aquí―dijo César mientras sacaba de su bolsillo un par de guantes y una bolsa de plástico―. He visto algo en la entrada que me llenó el ojo y activó mi curiosidad.

Se acercaron al lugar donde la señora Rosa se había desplomado. La luz no era suficiente para iluminar el pasillo y solo ciertos rayos entraban por entre las rejillas del portón, por lo que Ernesto se quedó sorprendido de la mirada gatuna del detective. Lo que le mostró, él no lo hubiera visto aunque mirara fijamente a ese punto.

―Ahora está algo disperso, puesto que la gente pasó y lo esparció, hoy no hay gente por lo que los últimos visitantes o incluso ustedes mismos fueron los responsables―se refería a unas manchas de polvo blanco que se extendían en distintas partes del piso―. ¿En qué punto la señora cayó?

―Ahí mismo, bajo esa momia.

―Interesante―se agachó y comenzó a recoger el polvo para ponerlo en la bolsa―. A simple vista, me doy cuenta de que tiene algo que ver con el caso, podría perfectamente haber pasado como suciedad. Ernesto, debe de haber algo más en esta nefasta escena, ayúdeme a inspeccionar―terminó de depositar los polvos.

― ¡Sí señor!

Pasó un rato en el que los que fueron indicados de permanecer en su posición observaban con detenimiento las acciones del detective, el cual miraba con absoluto interés a la supuesta momia causante de la muerte de la mujer. En los rostros se podía ver una clara expresión de desconcierto combinado con enojo a la presencia del perito.

―César, venga, ¿esto le serviría?―Ernesto se posicionó cerca del portón y se agachó como para recoger algo y se lo entregó a Cardenal.

―Tiene usted un buen ojo, creo que funcionará, déjeme inspeccionar―en su mano tenía un par de cuentas redondas de madera, como si hubieran formado parte de un collar, una de ellas tenía una forma redonda y otra, una muy peculiar con un pequeño tallado de calavera―. Umm―se puso pensativo y los guardó como evidencia estando seguro que las utilizaría después.

― ¿Le dice algo?

―Un par de cosas, sí, pero recuerde que el oficio se basa en la hipótesis que espero y sean cambiadas conforme se avance. Así que debería de ser paciente. Antes de seguir con la inspección del terreno, me gustaría comenzar con mi ya muy clásico estilo de resolver casos, vamos a interrogar a toda esta bola de desgraciados. Tengo entendido que en tres días sucedieron tres sucesos distintos muy extraños, ¿no es así?

―Tal cual, le aseguro que estamos dispuestos a colaborar.

― ¡Perverso! Y aunque no estén dispuestos les voy a cargar un poquito el peso para obligarlos a cantar. Me gustaría pues, comenzar con los involucrados en el caso del primer día. ¿Quién me recomienda usted?

―Comience con Inocencio, después Juan y al final, yo mismo.

―Inocencio, ese amigo que por poco y se lleva un buen plomazo―lo miró entre los que lo observaban―. ¿Hay algún lugar donde pueda proceder para que nadie escuche lo dicho?

―El cubículo del doctor, por eso no se preocupe.

―Magnífico, comencemos con los interrogatorios.

UN MISTERIO EN GUANAJUATOWhere stories live. Discover now