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Tan rápido como César terminó de mirar la habitación, sacó a todos los sospechosos que nomás los traían como montaña rusa, para arriba y para abajo, quedando únicamente el hombre que faltaba por interrogar, el doctor. El de la bata entró y su porte de actor de película era indiscutible, hasta el detective convino: No; pues si está guapetón.

―Siéntese, estimado doctorcito.

―Muchas gracias, señor César.

―Nombre, profesión y domicilio―dijo, un poco más suelto, como si sintiera que su trabajo estaba cerca de culminar.

―Ramón Salvatierra, soy doctor forense, el mejor del mundo por cierto, vivo en Querétaro, calle Xavier Mina número diecisiete.

―Igual de presumido que su maestro―César estaba recargado en el escritorio de enfrente.

― ¿Se acuerda del doctor Villanueva?

― ¡Claro! En paz descanse el viejito, fue una pieza clave en un crimen de hace diecinueve años, nunca esperé encontrarme a su discípulo en situaciones similares, es muy lamentable que se haya ido haciendo de enemigos―mencionó con acritud y se estiró.

― ¿Enemigos?―tartamudeó Ramón.

―Puede ser, puede ser, he concluido que quizá usted tenga la culpa de todo lo sucedido en estos días.

―Entonces, para usted yo soy el culpable. Por favor...

―Bájele dos rayitas a su exaltación. Creo que no me expresé bien, a lo que me refería es que estoy seguro de que usted es el detonante de que las momias despierten.

―Ahora hasta poderes de Dios me atribuye. Señor, le tengo mucho respeto pero esto es absurdo.

―Espere y verá a lo que me refiero. Primero, déjeme conocer el verdadero motivo de la investigación.

―Si se refiere a las momias, déjeme decirle que este iba a ser un gran hito en mi carrera. Estaba preparando una tesis sobre la momificación espontánea para exponerlo en las altas esferas de la medicina―dijo muy orgulloso y su bigote se tornó un poco más negro.

―Ha llegado muy alto para que su mera presencia traiga prestigio a cualquier lugar―dijo a manera de felicitación y el doctor se ensanchó de hombros esbozando una exagerada sonrisa.

―Y que lo diga, mis logros...

―Y eso no es precisamente bueno, mi amigo, a veces entre más alto se llegue, hay más gente a la espera de su caída, tenga mucho cuidado porque a veces uno se mete donde no le llaman con la falsa idea que será bienvenido en todos lados, véame a mí―suspiró y calló.

―Lo tomaré en cuenta... ¿Por qué me cuenta esto?

―Ya verá después. Comencemos, usted fue quien estuvo en contacto con la mujer que murió aquí, tengo entendido que la vieron un día antes del incidente.

―Así fue, iba con Euquerio, subieron la escalinata de la universidad y bajaron. Los seguimos.

―Descríbame el momento de su encuentro y a la propia mujer.

―Pues, estábamos a una distancia prudente y la mujer comenzó a subir la voz, pudimos escuchar: La muerte viene y ella me necesita.

― ¿Y usted qué cree? ¿Un presagio de su muerte?

―No; eso es muy extraño de decir, creo que algo tuvo que ver con una enfermedad, verá, muy raquítica y delgada era su fisionomía, al instante deduje que se trataba de una enfermedad degenerativa.

UN MISTERIO EN GUANAJUATOWhere stories live. Discover now