Capítulo 10 - Despertar.

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Como cada integrante de la secta Lan, incondicional al estricto horario de sueño, Lan XiChen abrió los ojos cuando se dieron las cinco de la mañana. Lo primero que notó fue que su cuerpo estaba tenso, como si hubiera dormido en una mala posición que no da oportunidad a un buen descanso. Además, se sentía aprisionado. Intentó moverse, no le fue posible. Sus brazos, firmemente pegados a los costados de su cuerpo, tenían un ligero cosquilleo igual a una descarga de energía externa.

Cuando se sentó abrió un poco la boca y al momento de tragar un sabor amargo apareció al final de su garganta. No era intenso, pero ahí estaba, haciéndolo incomodar. Acostumbró su vista a la penumbra del lugar y notó entonces un débil halo de luz purpúreo rompiendo la oscuridad.

Bajó la mirada, el entrecejo se le marcó profundo. Parpadeó una, dos, tres veces.

¿Por qué Zidian enrosca su cuerpo? Y, ¿por qué estaba tirado en el piso de la sala? Toda la situación le pareció extraña. Quiso entender qué sucedió, pero al intentarlo la cabeza le punzó. A su lado, captó un movimiento. Al voltear, el punzo se incrementó exponencialmente hasta el punto en el que tuvo que cerrar los ojos y su rostro se distorsionó en una horrible mueca.

«¿Por qué está el líder de secta Jiang aquí?», se preguntó. Y, sobre todo, ¿qué sucedió para que su ropa estuviera entreabierta? Revelando un poco de esa brillante piel tostada bajo el cielo de Yunmeng.

Quiso levantar los brazos, sin embargo, el látigo no cedió; lo mantuvo firmemente aprensado. Sin más remedio se dirigió a Jiang Cheng, quien seguía en un sueño profundo—. L-Líder de secta Jiang —le sorprendió el desajuste en su propia voz.

El aludido no respondió, así que lo intentó de nuevo—. Líder de secta...

Por segunda ocasión creyó hablarle a la nada. Ya un poco perturbado por la situación, lo intentó por tercera vez. Se aclaró un poco la garganta, todavía con el extraño sabor, y elevó un poco la voz, para que sonara más fuerte y clara—. ¡Líder de secta Jiang!

Sólo ahí obtuvo una pequeña respuesta: Jiang Cheng se movió en el mismo diván y terminó rascándose la barbilla antes de volver a quedarse quieto. Esperó un poco para ver si ocurría algo más y despertaba, pero nada le sobrevino. Sin saber cómo proceder, se quedó sentado un momento y, haciendo algo completamente fuera de su persona, se acercó entre empujones hasta quedar sumamente cerca de Jiang Cheng.

—Li... Jiang WanYin —le habló de cerca, a no más de treinta centímetros de distancia.

Se sentía como estar viéndose desde otra dimensión. Su cuerpo tenía los estragos de una noche extraña que no podía recordar y, además, se hallaba tumbado en el piso llamando a otro líder de secta igual de perdido que él. Habló de forma queda, para que no se despertara sobresaltado y la energía del látigo se volviera agresiva. Sin importar qué tan alto fuera su cultivo, no existía duda de que era probable que saliera lastimado por Zidian.

Sin poder despertarlo, se quedó mirando a Jiang Cheng. Cada facción de su rostro lucía relajada, sin esa dureza mostrada al despertar su consciencia. La frente lisa, las cejas oscuras y pobladas sin perturbaciones, los párpados cubriendo su enérgica mirada almendrada permitieron que las pestañas medias y planas tocaran los pómulos altos; y, más abajo, los labios de un rosa pálido se separaron un poco hasta dejar ver el inicio de los dientes blancos.

A Lan XiChen le pareció interesante, e incluso atrayente, verlo de esa manera: sereno, en paz... vulnerable. Fue extraño mirarlo. No le despegó la vista del rostro por un buen par de segundos. Sólo se quedó en silencio.

Así pasaron unos minutos, y durante ese tiempo, la mente de Lan XiChen se aclaró hasta el punto en el que deseó no haber recordado.

Su noche, que comenzó de forma monótona, terminó en un alboroto hecho por él y el líder de secta Jiang. Verse en sus recuerdos, en un triste rincón cumpliendo un autocastigo, quitándose la capa superior de la túnica y saliendo a tocar y bailar cual loco en una secta ajena y corriendo el riesgo de humillar a la propia de ser encontrado así... Además, quería ir los sembradíos de loto a robar... Su cabeza dolió y tuvo que tragar con dificultad, todavía abrumado y con los pensamientos difusos.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora