Prólogo

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Lan XiChen acarició, con la yema de los dedos, el contorno de la espalda de Jiang Cheng mientras éste todavía seguía dormido. Aun cuando el cuerpo del Líder Jiang revelaba el arduo trabajo de años de entrenamiento, al Primer Jade de Gusu Lan le encantaba el contraste entre la apariencia y la realidad, pues, bajo sus manos, podía sentir la suavidad y el calor de su piel.

Una genuina sonrisa marcó su rostro mientras observaba, maravillado, cada centímetro de piel que las mantas púrpuras dejaban al descubierto. Desde el cuello hasta la espalda baja, los brazos fuertes y las piernas torneadas, todo era una delicia de ver... Y de besar, lamer y morder.

Cuando Jiang Cheng despertó, con el ceño fruncido y una mueca en los labios, la sonrisa de Lan XiChen se amplió y, aprovechando que aún no se espabilaba por completo, dejó un beso húmedo en su cuello.

—Quítate —habló el líder Jiang con la voz grave a causa del sueño.

Lan XiChen no le hizo caso y dejó que sus labios se posaran sobre sus hombros y descendieran en un recorrer lento, húmedo y tortuoso que terminó por sacar un suspiro entrecortado del hombre al que le entregaba sus caricias.

—Dije que te quites —Jiang Cheng lo empujó con fuerza, casi haciendo que se cayera de la cama y en un momento de lo que él llamaba «debilidad» se quedó contemplando el torso desnudo del Primer Maestro Lan.

El pecho firme y los abdominales marcados pedían a gritos ser acariciados y besados a destiempo

Sintió su boca convertirse en agua y algo en sus entrañas contraerse ante semejante imagen. Sin lugar a dudas, cada parte de Lan XiChen era hermoso, cano y atrayente. Sin querer su mirada fue a parar al sexo descubierto del hombre y el calor le encendió el cuerpo entero al recordar lo que aquel trozo de carne le hizo sentir y gritar horas atrás.

Y es que siempre que se enredaban entre sábanas y se convertían en roces y jadeos ambos perdían la razón a causa del más puro y carnal placer.

Jiang Cheng se levantó de la cama y Lan XiChen jaló la sabana. El cuerpo desnudo del Líder Jiang le dio la espalda mientras caminaba hacia el tocador para agarrar la horquilla para el cabello.

Los glúteos firmes, llenos y redondos relevaron una notoria cantidad de mordidas y marcas moradas por besos apasionados y contornos de manos. Admirado su obra el Jade también se levantó y se le acercó por la espalda, asegurando de pegar toda su anatomía a la de Jiang Cheng y haciendo notar lo que se le había levantado entre las piernas.

El aliento se le atascó a Jiang Cheng en la garganta al sentirlo tan duro y ardiente apretarse contra sus nalgas, y, jadeó cuando una mano traviesa le recorrió el vientre hasta bajar tan lento hasta su pene que sintió morir. La anticipación por la caricia lo hizo apretarse contra la palma de Lan XiChen cuando éste sólo lo rozó y no lo tomó.

—¿Qué es lo que deseas, Líder Jiang? —preguntó el Jade a su oído con el aliento húmedo y la voz cargada de deseo.

Jiang Cheng apretó los dientes y crispó la ceja izquierda.

—¿Qué deseas, WanYin? —volvió a preguntar, llamándolo ahora por su nombre de cortesía.

De ningún modo Jiang WanYin, líder de la Secta YunmengJiang, quien dominaba el arma Zidian y era uno de los cultivadores más poderosos iba a decir en voz alta lo que deseaba que le hiciera así que, molesto, exclamó: —¡Hijo de...!

Antes de siquiera poder terminar la frase se vio a sí mismo con el pecho apretado contra la mesa del tocador y con las manos siendo amarradas a la espalda con la pulcra, casta y emblemática Cinta de Regulación de la Secta Gusu Lan.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D AWhere stories live. Discover now