Capítulo 11 - Interés.

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Jiang Cheng elevó la ceja izquierda ante la pregunta y el tono de voz de Lan XiChen; no es que fuera pretencioso o amenazante, pero sí llevaba algo sugestivo por detrás. Negó—. ¿Por qué tendría yo que saberlo?

La sonrisa de Lan XiChen bajó y después volvió a subir—. Es una lástima que en la secta Jiang no esté prohibido mentir.

El labio de Jiang Cheng se crispó y dejó salir un bufido bajo, como si encontrara divertido su comentario, aunque claro, ese no era el caso. Lan XiChen, con una expresión tranquila, prácticamente lo llamó mentiroso en su cara mientras pedía una respuesta de forma un tanto pasivo-agresiva.

—Pero creo saber cómo es que terminé consumiéndolo —continuó. Miró a Lan XiChen y este apuntó al cuenco de té vació que el sirviente dejó frente a él—. De forma misteriosa la Sonrisa del Emperador llegó a mi té ayer por la noche, justo cuando el líder de la secta Jiang se quedó solo con él.

—¿Qué intentas decir?

—Quizá un poco del licor resbaló hasta mi cuenco —sonrió.

Jiang Cheng esquinó la cabeza y estuvo a punto de soltar algún comentario mordaz, mas los movimientos de Lan XiChen lo detuvieron. De forma educada y precisa tomó el bonito juego de té y sirvió para ambos, primero para Jiang Cheng y luego un poco para él. Le acerco el cuenco e hizo una ligera inclinación antes de continuar hablando.

—De cualquier manera, le he pedido al líder de secta Jiang un poco de su tiempo para disculparme debidamente por el alboroto que causé durante la noche anterior. Fue, por completo, inapropiado y no representa en lo absoluto la disciplina de mi secta.

—¿Qué? ¿El subirse al techo a bailar y tocar la flauta incluso con mayor emoción que los músicos del banquete?

Lan XiChen, bastante avergonzado, asintió—. Sí.

Jiang Cheng se llevó la mano a la boca para disimular un poco la burla—. Quién se podría imaginar que el prestigioso líder de la inmaculada secta Lan sería tan carnavalesco estando ebrio.

—Tampoco creo que alguien siquiera pueda pensar que el líder de la secta Jiang sea de los que pone alcohol en la bebida de alguien más.

La mofa del aludido se detuvo al instante—. Por lo menos no me obsesiono con miles de reglas aún estado alcoholizado.

—Por fortuna yo no planeo hurtar vainas de loto a media noche.

A Jiang Cheng le sorprendió que Lan XiChen, a diferencia de su hermano que siempre permanecía en silencio, serio y más frío que un irritable témpano de hielo, en cada ocasión encontrara una respuesta qué darle sin perder el tono amable y tranquilo.

—Yo te recuerdo muy dispuesto a ir por esas vainas de loto.

Lan XiChen se forzó a mantener el rostro tranquilo, no quería que su vergüenza fuera evidente—. No estaba en mis sentidos.

Jiang Cheng asintió, dándole la razón—. Aunque debo decir que es impresionante cómo aun no estando "en sus sentidos" el estricto horario de sueño de tu secta, que por cierto es un dolor de cabeza, sigue presente. Recuerdo muy bien cómo me arrastraste porque ya eran las nueve de la noche.

—Vuelvo a decir, no fue intencional. No es que yo haya decidido ingerir alcohol —lanzó una indirecta—. Además, estoy muy seguro de que el líder de secta Jiang agradece también que este "estricto horario de sueño que es un dolor de cabeza" sea tan preciso.

—Ah, ¿sí?

—Dudo que hubiera preferido escuchar en las conversaciones del banquete que lo vieron -o nos vieron- vagando, ebrios, por las concurridas calles de Yunmeng después de hurtar las vainas de loto. Por fortuna el líder del clan Zhou sólo tuvo un vestigio de lo que sucedió y no el panorama completo.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora