I: El Camino Del Dolor

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Había unos poco días los cuales fueran buenos después del incidente de la cajita musical, el cual creyeron que me pondría deprimida. Pero no fue así, solo me sentía algo rara a veces, no me daban ganas de nada y en la tienda menos.
Esa mañana es especifico, me levante como de costumbre solo me di una ducha, me puse el uniforme y antes de salir de mi departamento suspire y di un último vistazo a mi hogar.

—Bien, es hora de ir a trabajar. Hora de seguir adelante como cada día.—

Pero ese día sería distinto a lo habitual. Al momento de llegar, deje mis cosas en mi casillero pero antes de que pudiera entrar al área de ventas una voz familiar llego a mí, Yamileth, que venía con noticias relevantes de ese lugar y curiosamente, venia algo agitada.

—¿Ya viste Layla?

—Primero que nada. Hola, buenos días, ¿Cómo amaneciste? Yo bien, ¿Y tú? Qué bueno, y no. No he visto nada, porque apenas acabo de ingresar a la tienda y vengo es a trabajar, no a estar de vieja chismosa, en pocas y feas palabras —dije seria.
Sí, yo no era de decir maldiciones pero a veces se me salían unas que otras. Cuando Yamileth pudo entender bien lo que dije sonrió algo sarcástica.

—Que amargada, ven acá. Vamos, que Gerardo esta con ese señor que se ve algo extraño —dijo mientras me jalaba del brazo.
En ese instante luchando de zafarme del fuerte agarre de Yamileth, vi a Gerardo. Que estaba charlando con un hombre quien se notaba de lejos que tenían roces entre ellos. Ya que no se quitaban la mirada uno del otro mientras el gerente Daniel les decía algo. Sin decir una palabra retrocedimos y nos fuimos de ese lugar cuando tome la palabra.

—¿Viste que no quitaron su vista uno del otro?

—Es cierto, como si… ¿Ellos ya se conocieran? ¿Me pregunto quién será él? —respondió algo nerviosa Yamileth.

—Trabajare con él. Pero no prometo nada, solo diré que seas bienvenido —dijo uno de los hombres.

—Gracias compañero —dijo lentamente con una leve sonrisa.
Cuando regresé por algo, pase por donde estaban y note el ambiente tenso, y a Gerardo, un poco alterado. No era común ver le así, al contrario, siempre estaba sonriendo. Pero ese día, no fue así. Mire de nuevo el reloj, decidí terminar mi ronda y dar un último vistazo al área antes de retirarme para la hora de comida. Cuando por error me topé con quien sería mi perdición. Sentí su mirada algo pesada como si tratase de ocultar algo, el me observo con su mirada oscura y su sonrisa incomoda me hablo.

––Disculpa, no te pude ver ¿Cómo te llamas?

––Permiso. —dije mientras me alejaba rápido de él.
Como dije, no era muy sociable. Y ese hombre no me causaba buena vibra, así que me aleje sin mirar atrás.
Por un tiempo, todo estaba en calma. Veía a Gerardo con la tabla organizadora haciendo su trabajo en ese preciso instante Yamileth me sacude de mis pensamientos solo para que le viera coquetear y le ayudara con algún hombre en especial con el cual ella quería buscar diversión momentánea, su lema era “los hombres son juguetes con los cuales divertirse” pero ese día, estaba cansada y algo estresada ya que el encuentro con el asociado nuevo, me tenía algo inquieta y en esta ocasión me sacó de quicio con su voz algo aturdidora.

––¡Layla Rose Merian Cold! ¡Tierra llamando te! ¿¡Hola, estás ahí?!
Esa voz tan dulce que destilaba lujuria, pesadez y que al mismo tiempo me retumbaba como un eco mientras subía el tono, escondiendo su verdadero yo, en ese instante reaccioné y con un tono de molestia respondí a su llamado.

—¿Mande Yami? Si estoy aquí, pero estoy concentrada en mi trabajo ¿Para qué me necesita ahora?
Dije algo desorientada y con ganas de no responder preguntas, algo somnolienta y con cansancio ya que una noches anteriores no pude conciliar el sueño. Como si algo me estuviera llamando y muy apenas ponía atención. Ese punto del día volví a tropezar con el sujeto anterior pero ahora se presentaba ya formalmente.

––No nos hemos presentado aún. Una disculpa, por lo anterior. Me llamo Jonathan Giles Greco, mucho gusto.
Yo no pude decir nada y solo pronuncie unas palabras muy simples.

—Es un gusto, permiso.
Me fui de ese lugar y comprendí que a Yamileth le gustaba, cosa que a mí no.
Sentía una vibra muy extraña de él. Me daba una sensación de miedo así que fui a donde estaba Gerardo ya que él era mi única compañía y con él si dije más de dos palabras.

—¿Y bien? ¿Me vas a invitar a tomar un helado o espero hasta la quincena?
Sonreí algo sarcástica, y mire a Gerardo golpearse con el estante de arriba. Diciendo algo serio y molesto.

—Si me sale un bulto en el cráneo será tu culpa Merian, pero creo…

—No pudo terminar la frase al ver a Jonathan pasar cerca —. Creo que en otra ocasión, discúlpame Layla. Pero esta vez tendrás que esperar mi pequeño cisne negro.
Tome mis cosas del casillero y salí de la tienda sin saber que a partir de ahora mi vida tomaría un rumbo distinto.

Pureza Tomo 2 [EN PROCESO]Where stories live. Discover now