XII: Si Me Amas No Me Dejes Saberlo

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Al momento de seguir con mi labor de mi día a día, no me percate que había caído la noche, sin embargo alguien me intercepto en los casilleros era Jonathan el que quería dirigirme la palabra.

–Hola hermosa colibrí he querido y añorado por poderte invitar a cenar ¿Podría ser que el día de hoy se cumpla mi petición?

Ha lo que con una señal de negación dije todo en ese momento sentí la mano cálida de Gerardo posando sobre mi hombro, dándome a entender que era hora de marcharnos no sin antes decir unas palabras a Jonathan.

– Compañero desista de su petición, es mejor dejar las cosas como están, no quiere nada contigo y mejor apártese del camino.

Esta declaración de guerra dándose la media vuelta dejando solo a Jonathan mientras yo salía a lado de Gerardo.

Todo iba de maravilla desde que salimos de la empresa, él se portaba como un verdadero caballero, me abrió la puerta de su coche como si fuera a entrar la princesa Diana de Gales, puso música algo romántica y algo metalera no recuerdo muy bien cómo iba pero estaba muy hermosa lo poco que entendí de los gritos era que le dejara o se daría cuenta, la noche transcurrió de maravilla, una cena en un restaurante muy lindo con vista a la ciudad, era muy panorámica.

– Es linda la vista, desde aquí arriba se ve todo, desde el centro hasta el otro lado, es hermoso.

Dije sonriendo a Gerardo en eso el me miro y sonrió con ternura susurrando en mi oído.

– No seas condescendiente a lo que diré, hazme sufrir o hazme soñar, no he querido a nadie igual que a ti, no me daría por vencido hoy ni nunca si no me amas, entonces no me dejes saberlo y retírate sin decir nada Layla, esto que te digo es puro y sincero dime sientes lo mismo que yo, porque yo te quiero amar de mil maneras estoy, estaré y estuve para ti.

En ese momento tuve la sensación, que era sincero en sus palabras, no dije nada sonreí como una niña sonriéndole a una flor en plena primavera, sabía de antemano que Gerardo era muy romántico, al grado de saber que esto era real.

Durante la cena, nos miramos como dos adolescentes en la secundaria, las emociones estaban a mil por hora, en ese momento vi los relámpagos a lo lejos de la terraza en eso el tomo la palabra y dijo en un tono dulce.

– Hora de irnos princesa ciruela su carruaje aguarda.

Él sabía cuánto amaba que me hablara con referencias de algún ballet clásico era algo dulce que se aprendiera mis gustos y aunque me sabía uno que otro de él, sabía que él era feliz cuando le decía que era mi motivo del día.

Pureza Tomo 2 [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora