II: Oscuro Corazón

43 22 11
                                    

Durante los siguientes días, no daba hincapié a que ese hombre me hablara. Ya que como he mencionado, no soy de hacer amistades pero Eduardo; que era la única excepción, porque ser amigo de Gerardo, y únicamente con ellos me hallaba, la que si le hacía caso a diario pero que ignoraba Jonathan era Yamileth.

En esos días, Yamileth, se me acerco como de costumbre, para estar platicando y estar criticando a los hombres en específico, a ese hombre. Su conversación más que relajarme no me agradaba mucho, ya que siempre sacaba el mismo tema y eso desespera un poco, porque ese hombre solo me miraba a mí y también me molestaba, porque a mí en lo personal no me interesaba y estaba más enfocada en ver cómo podía solventar el gasto de una nueva cajita musical.

–– Oh vamos Layla, mira qué lindo es. –– Rezongó–– Me gustaría que me viera a mí, o sea, mírame. Tengo todo, cuerpo, cara, sin ofender amiga. –– dijo. Con una vanidad que nunca me ha ofendido.

–– No me ofende en lo absoluto, ¿puedes pasarme esa caja, por favor? –– dije sin mirar le.

–– Si claro amiga, aquí tienes –– la rubia me paso la caja deteniéndose cerca de mí y suspirando lo miro cuando paso a lo lejos. Entonces le dije:

–– Te digo esto solo una vez y quiero que me escuches con atención, te diré lo que decía mi abuelo Víctor: "El hombre que te amé, te amara como eres" no necesitas mucho amiga, así que espera el indicado, y si a lo que te refieres es que me observa todo el tiempo, lo he notado, pero, ni le hago caso ni me interesa. Además, si quieres conquistar lo... Ve, anda amiga. Nada te detiene para intentar lo.

Casi siempre le replicaba a sus "indirectas", era algo constante entre nosotras. En ese momento, Gerardo se acercó y mirándome dijo: –– Hola chicas, ¿Cómo están?

Pero Yamileth, tan despreciativa como siempre contesto: –– Bien. Me voy, no les interrumpo. Tortolitos... –– Le envié una mirada molesta mientras se alejaba

–– Cisne oscuro, ¿quieres ir por un helado o todavía te quieres quedar trabajando? –– me dijo con una sonrisa Gerardo. Rompiendo mi molestia. Con una sonrisa nerviosa y con la voz baja conteste:

–– Me lo debes, así que me encantaría ir no podría quedarme trabajando horas extras que mi jefe no me paga. –– Una risa nerviosa broto de mí. Empezamos a caminar hacia la salida, al salir de la zona de ventas, los otros empleados se nos quedaban viendo, pero a lo lejos nos miraban dos personas con celos y envidia.

–– Date por vencido. Él, la quiere a ella, todos sabemos la verdad de esto, es mejor que... –– susurraba en su oído mientras se acercaba más a él –– te encuentres a alguien a tu nivel.

–– No me daré por vencido, a mí nadie me dice que no, nadie. Y si es de pelear, lo hare. –– dijo el hombre con furia e impotencia a la joven de cabello rubio sin saber que alguien los observaba de lejos.

Pureza Tomo 2 [EN PROCESO]Where stories live. Discover now