III: El Cortejo de Un Falso Romeo

33 16 3
                                    

Ya habían pasado tres meses de la llegada de Jonathan a la tienda, Gerardo se notaba a leguas de distancia que no lo quería ahí, pero no sabía por qué. Yamileth seguía igual, tratando de conquistar a Jonathan sin resultado alguno a veces sentía que ella solo lo hacía para llamar la atención de los hombres, ya que su hermana Neydi fue un poco más afortunada, por así decirlo, ya que ella se casó hace más de un año, con un joven que no sé por qué tengo el presentimiento que tiene hermanos, pero él dice que no en lo absoluto, pero retomando el tema, los papas de Yamileth y de Neydi, eran algo fríos con Yamileth ya que Neydi era la que estudio una carrera, tiene su propia empresa y el esposo también es empresario, y era detallista con Neydi y en cierta parte la envidia corroía a Yamileth, una de las pocas mañanas que me tocaba estar en bodega, me encontré entre los pasillos algo realmente, raro.

––Ya basta Gerardo, ¿¡estás loco!? Te pueden despedir por haberle golpeado.

Se escuchó una risa sarcástica.

––Sigues pegando como una nenita mal humorada, ¿acaso ya te bajo la regla? Soquete.

Luego se escuchó la voz de una compañera.

–– ¿Qué es todo esto? Acaso se va el gerente Daniel y ustedes dos, ¿ya tienen su primera riña? Por amor al cielo, deben dejar esos antiguos roces, y tú, Jonathan, ¡no sé cómo te pudieron trasladar acá! Es más, no tengo ni la más remota idea, ¿por qué carajos viniste a esta tienda a sabiendas de lo que Gerardo te puede hacer?

En ese momento escuche una tercera voz, era Yamileth; tratando de controlar a Jonathan.

–– Ven deja las cosas así ya la pagara Gerardo. Vámonos.

En ese instante, Jonathan se soltó estrepitosamente de Yamileth, y se fue serio y enojado. Me escondí entre unos anaqueles para que no me vieran, vi como Jonathan salía de la bodega con Yamileth. Y vi que Gerardo estaba solo con Eduardo. Suspire y tome el valor de acercarme.

–– ¿Necesitas una enfermera? –– Intente mirar el golpe pero Gerardo volteo su rostro para evitar que no mirara y entonces Eduardo con su voz algo rasposa dijo:

–– Layla, ¿me permites un minuto? –– Hizo una breve pausa mientras lanzaba una mirada a Gerardo –– A solas, por favor.

Asentí y nos alejamos unos cuantos metros de Gerardo y empezó a contarme una historia que me dejo estupefacta.

–– Layla, quiero que me escuches con atención, Jonathan no es un buen hombre

Interrumpí algo nerviosa: –– Lo sé, se nota en la mirada que tiene. Además se siente pesado estar cerca de él.

En eso Eduardo saco un leve suspiro del interior de su pecho y dijo con seriedad

–– Jonathan y Gerardo se conocen desde hace muchos años, estuvieron en otra tienda, en otro sector, pero lo que paso ahí fue horrible. Veras, Jonathan y él no eran amigos, solo compañeros. Que se llevaban algo bien por así mencionarlo, ambos estaban cortejando a la misma chica, pero esa chica se enamoró de Jonathan y este le prometió una buena vida, le bajo la luna y las estrellas

Mientras relataba esto Eduardo dejo escapar unas lágrimas amargas de sus ojos, dando a entender que una tragedia había detrás de esa rivalidad.

–– Él acepto su derrota sin saber que nunca más la volvería a ver, tuvieron un accidente automovilístico en cual ella falleció, pero lo más descarado del asunto es que él iba manejando y el seguro de vida que tenía ella, él lo despilfarro en bebidas, mujeres y más. Gerardo estaba devastado que decidió hacer el cambio a esta sucursal.

Se me quebró el corazón al oír eso, y con mi voz quebrada solo pude preguntar una última cosa: ––¿tú eras cercano a esa chica y como se llamaba?

En eso el volteo a ver a Gerardo, y noto que empezó a llorar

–– Era mi hermana, se llamaba Mireya.

Me acerque a Gerardo con una sonrisa en el rostro le abrace con ternura a mi compañero y le dije al oído

–– Todo está bien mi soldado cascanueces, sabes que yo siempre estaré para ti.

En eso me tomo por las mejillas y me dio un tierno beso en la frente y me abrazo diciéndome: –– Prométeme que no te acercaras a él.

Asentí con la cabeza y salimos los tres a tomar un helado sin pensar en lo anteriormente ocurrido.

Paso el tiempo, y ese incidente había quedado en el olvido, yo seguía normal en el trabajo. Yamileth desistió de su conquista a Jonathan y Gerardo había salido a un curso fuera de la ciudad, Eduardo era quien más me acompañaba a comer, pero esa tarde, Yamileth y Jonathan, se sentaron en nuestra mesa mientras nosotros platicábamos y tomo la palabra Yamileth.

––Oye Layla, creo ya conoces a Jonathan pero, tengo una propuesta para ti

Eduardo miro con desprecio a Yamileth y quiso intervenir pero antes de eso, Jonathan interrumpió.

–– Me dejo de formalidades y de tener chaperona para que me ayude. Layla me gustaría invitarte a salir.

En ese momento, Eduardo se levantó de la mesa contestando furioso: –– ¡¿Cómo te atreves a?! ¡Aléjate de Layla! ¡¿Entiendes?!

Todos en el comedor de empleados se nos quedaban viendo como bichos raros.

–– Eso, ex cuñado. Es decisión de ella. No tuya. Y tienes la invitación abierta, hermosa. –– vi como Jonathan me giñaba un ojo para luego tomar mi mano y dar un beso, como en los libros de Romeo y Julieta. Eduardo, movió su cabeza en negación y me dijo:

–– Espera a que regrese Gerardo, por favor, te lo pido. No salgas con ese tipo ¿Bien? –– Asentí con la cabeza, y decidí dejar pasar este incidente sin imaginar que esto apenas comenzaba.

Pureza Tomo 2 [EN PROCESO]Where stories live. Discover now