Siete

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Siempre que intentaba concentrarse en leer los libros disponibles sobre el Nether en la biblioteca pública, su vista se desviaba hacia la mesa de encantamientos.

No podía evitarlo. Todos sus pensamientos siempre desembocaban en la idea de comprender esas caritas y símbolos graciosos que danzaban de forma libre por encima del libro que conformaba la mesa y por detrás de las palabras que indicaban qué encantamientos habían disponibles.

Pero aún con su atención siempre dispersa, la gema se las apañó para enfocarse y aprender cada día un poco más del Nether. Los esqueletos y los demonios Wither, los cubos de magma, los ghast, los piglins y sus variantes, los blazes, los lavagantes… incluso aprendió que esa dimensión era accesible por los endermans a través de su teletransportación, y por un segundo prefirió haber nacido siendo un híbrido de enderman, como Ranboo, que alguien del pueblo gema. Aunque era un pensamiento irracional, ya que Ranboo jamás había demostrado una habilidad enderman real más que levantar pedazos de césped intactos con las manos desnudas.

Skeppy dedicó sus ratos libres a investigar cosas en la biblioteca incluso si no le gustaba leer.

Aprendió cosas que estaba seguro que le servirían y muchas otras que no.

Cualquier mínimo conocimiento era bien recibido. Una dimensión totalmente nueva donde estar. Muchísimas criaturas que jamás había visto. Sin agua, sólo lava. Sin árboles, sólo hongos gigantes. Sin tierra normal, sólo tierra de almas. ¡Ni siquiera tenían arena, el bien más preciado de la gente gema, sino que tenían una cosa llamada «arena de almas» que definitivamente no era arena!

En fin…

Lo siguiente que aprendió fueron los portales. En general, eran sencillos. Obsidiana y una fuente de fuego para activarlos. Casi cualquier otra cosa para apagarlos: más fuego, una explosión, romper la obsidiana, lanzarle agua…

Sin embargo, desde la guerra, a las personas del supramundo ya no se les permitía hacer portales nuevos. No porque fuesen difíciles o porque hubiesen leyes para no hacerlos, no. La razón era que los piglins maldijeron los portales existentes y sólo podían predisponer de los portales que ya poseían. Todo en su afán por mantener el control de quién entraba y quién salía.

Poco a poco, los días en la biblioteca comenzaron a convertirse en semanas, luego en meses y, cuando Skeppy menos lo esperó, pasó un año.

Días antes de su cumpleaños 19, Skeppy consiguió en libros viejos algunos mapas que contemplaban los portales derruidos en el área cercana. El portal más cercano estaba a unos cuántos kilómetros dentro del bosque que colindaba con la montaña donde vivía.

Unas cuantas horas caminando y llegó sin muchas complicaciones, aunque en un principio no lo reconoció. Estaba cubierto de musgo, tierra y raíces. Le faltaba mucha obsidiana y, si no se le prestaba atención, podía hasta haber pasado desapercibido, ya que se había mimetizado con el ambiente de una forma asombrosa.

Skeppy, que no esperaba que el portal estuviese en buena o mala condición, simplemente que estuviese allí, se encargó durante esas primeras horas a cortar las raíces, retirar el musgo y extraer las plantas que crecían alrededor del portal para tener algo de espacio. Cuando todo eso hubiese terminado y no necesitase más el portal, fertilizaría la tierra con polvo de hueso y recuperaría todo lo que estaba matando al doble. Sí, se estaba atreviendo a hacer promesas como esa incluso cuando no estaba seguro si iba a sobrevivir.

Cuando cumplió 19 no pasó la noche en vela. Al contrario, se durmió pronto releyendo un libro sobre los diferentes biomas del Nether, teniendo de fondo una melodía agradable de su alma gemela reproducida constantemente. No se despertó confundido por los cantos extraños, se sintió reconfortado por estos. También se divirtió con su familia y pasó tiempo con sus amigos, pero el tema de su alma gemela no le pasó por la cabeza. Al menos no de la forma caótica que un año atrás. Tampoco fue tema de conversación entre sus conocidos.

El día siguiente de su cumpleaños, la gema cargó varios caballos de su familia con obsidiana y los condujo con un trote lento hasta el portal en el bosque. Con cuidado, comenzó a reparar el portal. La tarea le duró varios días y, si bien no era complicada, no quitaba que también llevase su esfuerzo.

Cuando el portal estuvo listo y como nuevo, Skeppy pensó que todo lo demás le llevaría días. Pero a cada paso, retrocedía diez. No podía simplemente reunir armas encantadas, tenía que saber usarlas. Tampoco podía súper-encantar una armadura y después no poder combatir con ella puesta encima. Creía que ya conocía bastante de la comida que podía obtener en el Nether, pero unas cuantas visitas a la biblioteca le revelaron más trucos y técnicas para obtenerlas que antes.

Su siguiente año fue un borrón. Pidió ayuda con los combates y el parkour a Dream, solicitó la ayuda de Philza, un humano del pueblo famoso por sus largos viajes a lo desconocido (y también porque la única pelea que había perdido había sido contra un bebé zombie), para que le diese consejos de supervivencia, visitó a expertos en construcción por si necesitase crear algún refugio rápido y obtuvo apoyo moral de sus demás amigos en el pueblo, incluso si prácticamente nadie sabía por qué estaba entrenando tanto.

Sólo Ant estaba seguro. Pero no lo mencionó. Dream tenía sus sospechas, y aunque lo mencionaba por encima en los entrenamientos, jamás lo abordó de frente. Puffy no tenía ni idea. Su familia tampoco. Y si tenían el más mínimo pensamiento sobre ello, no lo dijeron.

Pero fuera de los que sabían sobre su problema también habían sospechas. Sam, por ejemplo, solía preguntar por qué Skeppy le había pedido consejos para aprender a construir mejor. Foolish, otro de sus amigos a quien había pedido prácticamente lo mismo, no decía nunca nada, pero dejaba caer indirectas como si eso fuese a hacer que Skeppy soltase la sopa.

Quackity era el más ruidoso de todos, clamando mil y una cosas por las cuales Skeppy podría estar entrenando, desde un trol imaginario hasta un golpe de estado contra el Rey Eret. A la gema le encantaba Quackity y sus ideas locas la mayoría del tiempo. Pero en ese momento sobraban y no podía desmentirlas.

Cuando todo hubiese pasado, lo vería. No había prisa.

Así, otro año pasó. El chico de diamantes cumplió 20 años antes de darse cuenta y ese día celebró una gran fiesta con todas las personas que conocía y pudo invitar. Fue un gran día y atesoraría esos recuerdos para siempre.

El día después de su cumpleaños, Skeppy desapareció.

[×°×°×°×°]

El demonio Wither observó sus garras cubiertas de sangre marrón antes de hacer una mueca. Siempre odiaba lo horriblemente sucio que era cazar, pero tampoco estaba en posición de remilgar. Tenía que comer después de todo.

Su nueva zona de caza estaba lejos del último bastión que había visitado, pero muy cerca de otro nuevo. En prácticamente todos los que había visitado, había sido casi descubierto tratando de colarse o había sido directamente atacado. Este último no sería así, lo sabía.

Su nueva zona de caza era un bosque distorsionado. El azul manchaba su vista y lo amaba. No era su color favorito, pero aún así lo adoraba.

Ese bosque tenía que traerle buena suerte. Por fin iba a poder atravesar un portal. Lo haría.

Estaba seguro que lo haría, incluso aunque ninguna balanza se inclinase a su favor.

En ese bosque las cosas iban a cambiar.
























Notas:

Yo sólo puedo decir que a partir de aquí las cosas sólo se van a poner más interesantes. O algo así. ;).

The4Demons

Mente en blanco [Skephalo]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt