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El príncipe de ojos color jade veía la cuna en donde su hermana ya de un año dormía, se veía como un ángel, su padre estaba con ella todo el tiempo, la amaba mucho, a él no le prestaba tanta atención, pero al menos tenía a su madre.

Tomo a la niña de la cuna, sus hermosos cabellos rojizos le llamaban mucho la atención y esos hermosos ojos azules podrían ser la perdición de cualquiera, jugaba con ella sentado en el suelo, la pequeña bebé reía sin parar y el joven príncipe sonreía mucho.

La reina entro y lo vio en el suelo —Mi apuesto príncipe deberías jugar sobre la cama, en el suelo enfermaras— comento mientras se acercaba a él y miraba que la princesa estaba con él.

—Como la sacaste de la cuna, eres muy fuerte, pero sube a la cama anda no quiero que te enfermes— comento con calidez y subió a la princesa.

El rey entro a los aposentos y vio a su hijo —Antonio baja de ahí y ve a tu entrenamiento— comento de manera fría.

—Pero padre yo quiero jugar con mi hermana, por qué no me dejas nunca acercarme— comento el niño algo enojado.

—Vamos no discutas, eres un príncipe y debes actuar como tal, ya no eres un niño— comento con seriedad y un toque de molestia.

El príncipe se fue enojado con su padre, la reina miro a su esposo enojada —Es solo un niño, déjalo que vea a su hermana, no es nada malo, deberían poder formar lazos, imagina el día de mañana cuando crezca debería querer a su hermana y no verla como una desconocida o peor, como una amenaza— comento muy enojada.

—Tiene que crecer para poder cuidarla, acaso crees que sin educación podrá liderar a nuestro pueblo, además no es tu hijo tú no decides su futuro— comento con seriedad.

Ese comentario la lastimó, el rey no era el hombre que ella conoció algo estaba cambiando —Yo lo he criado, recordarás mis palabras algún día y espero que no sea demasiado tarde— comento y salió de los aposentos enojada.

Ese comentario la lastimó, el rey no era el hombre que ella conoció algo estaba cambiando —Yo lo he criado, recordarás mis palabras algún día y espero que no sea demasiado tarde— comento y salió de los aposentos enojada

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Mahidevran y Mustafá llegaron al palacio, fueron directamente con la madre sultana, Mustafá beso la mano de su abuela y luego la abrazo, la había extrañado.

Anastasia La Rossa (Hürrem Sultán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora