Anastasia La Rossa (Hürrem Sultán)

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Bali Bey solo dijo esas palabras para molestar pues no podría hacerle nada de daño debido a que traería problemas, sin embargo, no perdería la oportunidad de molestarlo un poco.

Al llegar al palacio avisaron a Hürrem, ella los espero en el gran salón, estaba sentada en el trono cuando llegaron, pusieron a Ibrahim de rodillas contra el piso esperando que le quitarán lo que cubría su rostro.

—Ibrahim Pasha— su nombre fue mencionado, él sintió un escalofrío recorrerlo cuándo reconoció aquella voz.

Cuando le quitaron la tela que cubría su rostro la miro ahí parada frente a él —Que casualidad Ibrahim, hubo un tiempo en el que me decías que un día te rogaría piedad y mírate, tú eres él que tendrá que rogarme a mi— comento Hürrem con una sonrisa.

Ibrahim la miro serio —Sultana, le recuerdo que soy el gran visir del imperio otomano, como puede tratarme así, suélteme y olvidaré todo, me entregará al príncipe Cihangir y la dejaré tranquila y no tendrá consecuencia alguna sus acciones— comento con arrogancia.

Hürrem sonrió y levantó un poco la ceja —Ibrahim creo que no has entendido lo que sucede, estás en mi territorio, aquí tengo derecho de hacer lo que quiera contigo— comento con una sonrisa.

—Quizás pueda explicarme mejor sultana— comento con tono irónico.

Hürrem sonrió, comenzó a caminar a su alrededor y luego posiciono sus manos sobre los hombros de Ibrahim —Bueno Ibrahim realmente no tengo ganas de hablar contigo ahora, así que te diré lo que pasará, te quedarás en mi palacio, quizás un mes o un par de semanas, ya veré, volverás conmigo a la capital de Estambul y te regresaré a tu amo— dijo casi en su oído y luego lo soltó, para dirigirse de nuevo hacia el trono —Mientras tanto deberías considerar la forma en la que le hablas a la reina de ahora en adelante— comento dando la vuelta para sentarse en el trono y dejarle claro con quién hablaba.

—Bali bey, asegúrate de que lo lleven al calabozo, es lo mínimo que merece por el trato que me dio— comento con una sonrisa.

Ibrahim antes de que se lo llevarán le gritó —Maldigo el día en que decidí enviarte a sus aposentos— comento haciendo referencia a Süleyman.

Hürrem lo miro con una sonrisa hizo una seña para que lo dejaran un momento y se acercó a él, los guardias lo soltaron por un momento ella estaba frente él con aquella mirada retadora que siempre le regalaba —Ibrahim, tú no me enviaste a los aposentos de su majestad, yo hice que me enviaras, ten eso muy claro y toma en cuenta que puedo tomar tu cabeza y nadie objetara nada pues si Süleyman intenta algo se enfrentara directamente a mí, y se muchas cosas incluyendo sus debilidades, ahora no me retes porque no dudare ni un segundo— comento con seriedad.

Él la miro seriamente y con un toque de temor en la mirada, Hürrem sonrío y le dedico unas ultimas palabras — Hay lugares de los cuales no puedes regresar Ibrahim, debes tener mas cuidado, no estamos en Estambul, aquí las faldas de la sultana Hatice no podrán protegerte— comento y le sonrió.