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Firuze estaba en sus aposentos esperando el regreso del sultán, Hatice ni siquiera le hablaba desde la noche anterior, estaba enojada por que en lugar de ayudarla a hacer sentir mal a Hürrem las humilladas habían sido ellas.

Llamo a su criada quien llego con rapidez al lugar, esa mujer la miro con una sonrisa —Dime una cosa, el Sah Tahmasp te dijo que clase de veneno fue el que te dio o cuanto tiempo tarda en morir la persona que lo bebe— dijo mirándola con tranquilidad.

—Si, aunque sería más fácil decirle cuando morirá si me dice cuando se lo dio— contesto la joven mujer.

—Se lo di por la noche, casi una hora antes de que nos retiráramos del palacio— comento con seriedad.

La mujer comenzó a hacer cálculos —El efecto debió haber comenzado por la noche y debería estar muriendo para el atardecer, aunque juzgando la apariencia de la reina, ella en este momento ya debe estar muerta— comento con tranquilidad.

Firuze suspiro —Bien y ¿Cuándo pasara lo otro? — pregunto con tranquilidad.

—No se preocupe mi señora, el guardia que acompaña al sultán fue visto a un lado de la reina anoche, en cuanto se sepa que la reina murió será acusado y el dirá que la orden se la dio el sultán, entonces la bomba estallara y usted saldrá liberada, estamos pendientes para su extracción, el Tahmasp jamás dejaría olvidada a la gran hechicera Hümeyra. — contesto con toda naturalidad.

Firuze la miro con seriedad —Eso espero, ya que no confió en mi para preparar aquel veneno— comento con seriedad.

—Señora, no es que no confiara, solo quería asegurarse de que fuese un veneno que conocieran en el imperio otomano para que sea seguro que crean que esto lo hizo nada más y nada menos que el gran sultán—

Firuze la miro —Esta bien, ahora solo queda esperar y ver que sucede— comento con seriedad —Puedes retirarte— comentó con tranquilidad.

La joven hizo una reverencia y se acercó a la puerta, pero no logro abrirla —Mi señora, la puerta está cerrada desde afuera — dijo asustada.

Firuze se paró de inmediato —Como puede estar cerrada desde afuera, quizás no estás haciéndolo bien— comento y se acercó a la puerta para intentar abrirla, pero fue inútil, comenzó a tocar la puerta con miedo —Hola, alguien está ahí, la puerta se trabo, por favor ayúdenos a abrir—.

Del otro lado de la puerta estaba Hatice parada frente a dos guardias —Nadie entra ni sale de estos aposentos hasta que su majestad sepa lo que esta traidora hizo— dijo con seriedad y los dos hombres asintieron.

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¿Hatice se preocupaba por Hürrem, aunque sea un poco?, No, ella rezaba para que muriese de una vez por todas, sin embargo, Firuze debía estar con aquella mujer y ser custodiada hasta que su hermano llegara para que pudieran entregársela a la familia de Hürrem y la acusaran a ella y al Tahmasp de lo que había pasado y no se fueran en contra del imperio otomano, sabía que si lo hacían entonces podrían acabar mal las cosas por que el imperio era fuerte pero no sabían cuántas relaciones políticas tenía aquel reino y si llegasen a superarlos entonces su noble dinastía acabaría.

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Mihrimah no se despegaba de su madre, lamentablemente todo parecía empeorar, la fiebre no bajaba y tuvieron que llevar a los hijos de Hürrem a verla, el hombre que había sido su padre la miraba con culpa, esa hermosa hija que había tenido el mismo la envió lejos, de no haber sido por su madre podría haberla matado solo por haberse segado a la verdad.

Anastasia La Rossa (Hürrem Sultán)Where stories live. Discover now