Capítulo 22

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La luz del sol colándose por la ventana la despertó. Antes de abrir los ojos sintió que la cabeza le dolía con un dolor punzante e intenso, sentía la garganta reseca, la boca pastosa, y sentía... que aunque estaba en su cama, no estaba recostada sobre su almohada, era algo diferente, cálido y firme pero a la vez suave, y lo sostenía entre sus brazos. Abrió los ojos despacio pero por la luz directa los cerró de nuevo lo que aumentó sus molestias.

–Ugh, mi cabeza.

–¿Resaca?

Preguntó la voz de Choi con la misma suavidad con la que su mano acariciaba el hombro de ella.
Abrió los ojos y se levantó de golpe para quedar sentada en la cama, arrepintiéndose en ése mismo instante. Ahora también le daba vueltas la cabeza. La colocó entre sus manos esperando a que disminuyeran las molestias.

–Ah. Dios mío.

–Ten cuidado. Respira profundo.

Le dijo Choi sentándose también y acariciando su espalda con delicadeza y un poco de preocupación. Ella siguió su consejo, sintiéndose reconfortada por la mano de él en su espalda, sin poner mucha atención.

–Las resacas pueden ser una pesadilla.

Pasados unos segundos, cuando se sentía menos aturdida, se dio cuenta que había sido el pecho de Choi lo que usó para dormir y por un segundo se asustó, pero al comprobar que ambos aún tenían puesta la ropa del día anterior se tranquilizó. Solo que algo no cuadraba, lo último que recordaba era estar sentada en el sillón ¿En qué momento...?

–¿Cómo...?– Sintió unas flemas atorándose en su garganta y carraspeó  –¿Qué no nos quedamos en el sillón?

–Sí.

–¿Entonces?

–Bueno... 

–No hagas suspenso y dime que pasó.

Le respondió duramente casi en tono de orden. No había despertado de buen humor ¿Pero quién se puede levantar alegremente cuando siente que la cabeza le va a explotar?

–Está bien. No te enojes. Nos sentamos en el sofá y tomamos otra botella cada quien.

-Lo recuerdo ¿y después?

–Me dijiste que yo era un buen hombre y...

Choi comenzó a ponerse sonrojado, aunque el antifaz no permitía que se notara mas que por las orejas mientras recordaba lo sucedido. Ámbar se comenzaba a preguntarse si no lo tendría pegado a la piel, no se le movía con nada. Él aclaró su garganta para continuar.

–Te acercaste a mí, te recostaste en mi hombro, me abrazaste y me diste un beso -señaló con sus dedos su mejilla, justo donde ella lo había besado  -después te quedaste dormida apoyada en mí.

A Ámbar se le iba refrescando la memoria conforme lo escuchaba. Con la cara enrojecida cómo un semáforo recordó el beso en la mejilla. Bueno, al menos no había sido en los labios, pero había sido peligrosamente cerca. Incluso a ella misma le tomó por sorpresa su propia actitud tan desinhibida. Pero tenía lógica, era la primera vez que tomaba tanto.

–¿Y... luego? ¿Cómo llegamos aquí?

No se atrevía a mirarlo. Quizás esa vergüenza desaparecería si continuaba.

–Me quedé dormido yo también. No sé cuánto tiempo fue, pero desperté con frío y dolor de espalda. Traté de despertarte para que durmieras en la cama, pero por mas que lo intenté, no te quisiste soltar.

Para ése punto Choi estaba conteniendo la risa, recordando como ella, medio dormida, se había aferrado a él tercamente, como una niña pequeña, diciéndole "No quiero, papá" cuando le decía que debía irse a su cama. Ella lo había dicho en español y solo no entendió la palabra "quiero", pero lo demás sí, lo que le provocó risa y ternura juntas.

Dame Palace (Choi Siwon)Where stories live. Discover now