Capítulo 3

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2019 primer trimestre.

–Dígame Teniente ¿Alguna en especial que le haya gustado? Todas son chicas hermosas. Sin un sólo defecto en ellas. Se lo puedo asegurar.

Aníbal sentado en la silla de su escritorio de madera oscura hablaba con un cliente, manejando su voz de forma suave y convincente. Sabía que tenía ese poder y no desperdiciaba ni un segundo al usarlo. Siempre le era útil para conseguir lo que quería.

–Bueno... en eso tiene razón, son muy hermosas...

Decía el hombre sentado frente al escritorio de Aníbal mientras miraba la carpeta con las fotos e información de las mujeres que ahí aparecían.

Al llegar a ésa oficina se había sentido tranquilo, casi indiferente, pero conforme pasaban los minutos una incomodidad dentro de él crecía lentamente. Quizá sería el lugar, con ese decorado, que aunque de estilo moderno, resultaba muy oscuro. O tal vez el aroma que este despedía, penetrante de alcohol y tabaco, aún cuando no había señales de que nada de eso hubiera sido consumido hace poco. Quizás fuera la persona con la que se encontraba. No estaba seguro.

Recordó como fue que lo habían convencido de ir allí. Su amigo y subordinado del trabajo, Hwang, llevaba semanas insistiéndole y lo tenía muy fastidiado. Casi había logrado romper el mito del impasible teniente Choi al cual nadie ni nada podía hacerle perder la calma.

Que por lo menos lo intentara, que no se iba a arrepentir de probarlo, que una sola vez no le hacía daño a nadie, ya que pagar por una chica del Palace era pagar por derecho a todo. Todo. Incluso le hizo mención sobre la prosperidad de las empresas bajo su dirección para que no pusiera pretextos monetarios. Claro que para ése momento ya se había pasado de insolente y él tuvo que recordarle que no sólo era su amigo sino también su jefe y que debía respetarlo o darse por despedido.

Pero Hwang no se daba por vencido. Continuaba describiendo como era estar allí y decir que solamente ver el catálogo era como asomarse a ver un pedazo del paraíso a través de una ventana.

Después agregó a los argumentos la situación de Jong, otro empleado suyo, que también había ido allí y después de poco más de un mes había decidido casarse con una chica de ése lugar.

A todos les constaba que Jong se había enamorado como un bruto de ella. Y tenían motivos suficientes para pensarlo, la belleza de esa chica era una explicación más que convincente. Como último recurso decidió hacer énfasis en que por lo menos lo hiciera para satisfacer sus "necesidades de hombre".

Al final accedió a que Hwang le concretara una cita con el director. No estuvo seguro de si fue por cansancio de su insistencia o si alguno de sus tantos argumentos lo habían convencido.

Cuando Hwang salió de su despacho luciendo una sonrisa triunfal, él se recargó en el respaldo de su sillón y respiró profundo. Lo pensó por un momento y al final supuso que, por lo menos para distracción de sus negocios, podría ayudarle visitar ése lugar que los hombres de negocios y grandes millonarios solían mencionar a escondidas entre ellos, y del que él, por alguna extraña razón, no había oído mencionar sino hasta que Hwang abrió la boca semanas atrás.

–No se preocupe Teniente, tómese su tiempo. Seguro encontrará la que más se adecúe a sus gustos.

Continuó Aníbal en un tono de comprensión y paciencia, haciéndolo regresar al presente. De verdad que todas eran mujeres muy hermosas, más que las modelos que solían usar para cualquier campaña publicitaria, y eran todas de distintas características, rubias, morenas, asiáticas, etc. Posando en bien estudiadas fotografías que las favorecían y las hacían lucir atractivas sin excepción. Pero en él causaban el efecto mínimo. Era consciente de que su lívido había llanamente desaparecido después de su participación en la guerra, y eso le molestaba.

Lo que le parecía un detalle interesante era el nombre ahí escrito de todas esas chicas. Nombres de piedras preciosas o semi preciosas. Era muy probable que no fueran sus nombres reales, pero era curioso como coincidían a la perfección con la imagen mostrada en el catálogo.

Zaphire, Diamond, Opal, Esmeralda, Ágata, Topace. Pasaba las páginas una por una, sin tener más reacción que la de su cerebro, hasta que llegó a la última de ellas. Ámbar.

Leyó ese nombre una y otra vez. Cada letra hacía eco en su cabeza. Tanto se concentró en el nombre que por un momento ni miró la fotografía que ahí ponía, pero cuando lo hizo ya no pudo apartar los ojos de ella.

Aparecía en un traje de baño verde de una sola pieza, una bata delgada, semitransparente de estampado tropical que caía y dejaba descubierto uno de sus hombros, descalza y sentada en un banco de mármol junto a una piscina, con el sol en altura del atardecer que la iluminaba por un lado.

Lo primero que notó era distinto fue que todas las demás chicas aparecían en bikini. Luego su piel, de un tono claro pero que definitivamente no se podía llamar blanco, era mas bien dorado, cabello castaño oscuro a la altura de sus hombros y sus grandes ojos color avellana, ésa combinación podría parecer común o poco especial, pero en el rostro de ella no lo era.

Largas y rizadas pestañas negras que le daban mucha sensualidad a su mirada y un rostro fino y terso que le inspiraba querer acariciarlo, labios ni muy delgados ni muy gruesos, pero de un color y brillo que le hacían desear besarlos, y por si fuera poco, su figura bien ejercitada y modelada. Piernas firmes y fuertes, sus brazos torneados, su abdomen trabajado. Salía mucho de la imagen más frágil y delicada que las demás chicas mostraban. Sabía bien que un golpe de ella le podría doler bastante más que el de cualquier otra en ese catálogo.

Por primera vez se fijó en el precio establecido y abrió los ojos de sorpresa. Regresó una página para compararlo con el de otra. Habían distintas tarifas: una noche, una semana, un mes como chica de compañía (que implicaba salir y ser regresada al término del tiempo establecido) o compra definitiva. Pero no importaba cual tarifa revisara, ella era exorbitantemente más cara.

–Eh, disculpe, señor Lim.

–Dígame, Teniente.

–De esta chica... Ámbar, ¿Por qué sus tarifas son tan altas?

Aníbal sonrió, se levantó de su asiento y se acercó sin decir una palabra. Con el dedo señaló una línea en el catálogo al lado de la fotografía. "100% Virgen" ponía, y debajo de ésta, los nombres de 3 doctores diferentes que lo certificaban. Él no podía creerlo. No le parecía lógico que una mujer de una sensualidad tan única no hubiera sido tocada jamás.

Volvió a mirar la fotografía, ahora más a detalle. Ahora en sus ojos creyó ver inocencia. Luego sus labios y se imagino besarlos y ella correspondiendo de modo inexperto y tímido, sintió un hormigueo bajo la piel y al mismo tiempo, ternura por ésa imagen. No estaba propiamente excitado, pero el hecho de que ella hubiera logrado despertar algo así en él lo terminó de atrapar y se decidió. Pagaría por estar con ella, conocerla, tocarla, besarla.

En parte por que ella le atraía como no lo había hecho ninguna otra mujer desde hacía mucho tiempo, y en parte por que quería saber si ella podría despertar de nuevo en él el deseo, el lívido que había perdido y quería recuperar. ¿Cuánto tiempo sería suficiente?

Después de pensar un poco se decidió a pagar por una semana. Era mucho dinero pero algo en su interior le dijo que valdría la pena pagarlo. Anotó la cantidad en un cheque, lo firmó y se lo entregó a Aníbal.

–Muchas gracias teniente Choi. Gran elección. Es la gema más valiosa de toda mi colección. Esperemos que esto sea favorable para todos. Ahora vamos a firmar los papeles necesarios, explicarle unos detalles y después podrá pasar todo el tiempo que ha pedido con su joya.

Dijo sonriendo ligeramente de lado, con la viperina forma que lo caracterizaba.


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Capítulo 3 listo para ustedes

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Maggs

Dame Palace (Choi Siwon)Where stories live. Discover now