Capítulo 1

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2018 Tercer trimestre

Todo el optimismo y determinación que ella había logrado recopilar, después de sus intensas prácticas de artes marciales y todo lo que había logrado esquivar de los sistemas de seguridad, que había instalado el mal nacido de Aníbal, se derrumbaron directo al suelo junto con su persona en el instante en el que ése par de mastodontes lograron alcanzarla después de un buena cacería y la derribaron para detenerla cuando estaba cerca de salir de los perfectamente podados y cuidados jardines y llegar al muro exterior del complejo; no estuvo ni cerca.

Con facilidad la inmovilizaron y ella pudo darse cuenta de que, aunque había trabajado sus músculos, contra más de uno de ellos era casi una muñeca de trapo.

Ya estaba de pie, sostenida con sus brazos en la espalda, viendo como él se acercaba, con su modo arrogante y pausado de caminar, similar al que tienen los que se sienten amos y que por lo tanto creen que todo mundo tiene obligación de esperarlos.

Alto, cuerpo trabajado y rostro claramente mestizo de raíces asiáticas y occidentales.  A ella, en cualquier otra situación le hubiera parecido muy atractivo, sí no fuera por su personalidad de mierda y ser el culpable de todo ése desastre.

—Ámbar, Ámbar. Mi preciosa Ámbar. Te has portado muy mal hoy, mi niña hermosa.

El énfasis que hacía en la palabra "mi" le provocaba náuseas. Manejaba su voz de modo que, cualquiera juraría escuchar amabilidad, cortesía, mientras negaba con la cabeza y tomaba con fuerza el mentón de ella con su mano, apretando lo suficiente para tener fija su cabeza y tuviera que verlo a los ojos.

—¿Niña hermosa? Eres un ridículo Aníbal. Hace dos años ni siquiera me mirabas o recordabas mi nombre. Ahora resulta que sólo me pones atención a mí.

Recalcó ella con sorna y entre dientes. Que ganas tenia de tirarle una mordida en la mano.

—¿Te molesta? Deberías sentirte halagada, a ninguna de las chicas de este lugar le he puesto tanta atención, ni le he invertido tanto tiempo y dinero como a ti.

Y sonrió de un modo que ella solo podía describir como de serpiente.

—Eres una escoria.

Terminó su frase con un escupitajo directo a su cara en la mejilla, cerca del ojo. Quería con eso y con su tono demostrar el profundo desprecio que le tenía al hombre de 37 años.

Las demás chicas en el Dame le tenían miedo, y en ocasiones, ella también. Pero justo porque él se sentía confiado en su "autoridad" por miedo, cuando decidía ponérsele altanera, lograba sacarlo de su aparente tranquilidad.

Aníbal levantó su otra mano con la intención de golpearla pero no lo hizo. En cambio suspiró se limpió la cara y sonrió. Maltratar a su mercancía más cara significaba tiempo y dinero extra para invertir en su recuperación, y él no tenía ni la menor intención de pagar todo eso, no de nuevo. Apretó aun más el rostro de ella y lo acercó al suyo haciéndola soportar su aliento fuertemente marcado de alcohol y tabaco.

—Escúchame con atención. De no ser porque una virgen es una de las mercancías más exóticas y caras que se pueden obtener; muchos millones, ya te hubiera tomado todas las veces que se me han antojado, porque te considero de mi propiedad ¿Me entiendes? ¡Mía!

Ella le sostuvo la mirada tratando de no verse alterada. No le era nada fácil. Ya intuía que él gustaba de ella, solo que jamás había pensado que el único motivo por el que no se le hubiera acercado era tan mezquino como la cantidad de dinero que podría conseguir. Para él no era más que un objeto de compra-venta.

Pasó saliva para armarse de valor y soltó.

—¡Claro! Así, ayudado por estos dos gorilas cualquiera puede hacerse llamar hombre. Hazlo tú sólo y por tus propias fuerzas, ¡Mangína! ¿O es que me tienes tanto miedo que necesitas su ayuda?

Retarlo siempre era efectivo, él se desesperaba con facilidad.

—Mira, deliciosa muñeca, te voy a dar un ultimátum. Si para dentro de 6 meses no te he vendido en una cantidad razonable, puedes irte despidiendo de esa virginidad que tanto te has empeñado en proteger, porque te tomaré todas las veces que se me antoje.

Agachó la cabeza y comenzó a lamer el cuello de ella empujándole con la mano la cara en sentido contrario y con la otra, a apretar y sobar uno de sus senos.

—¡Aléjate!

El asco y la ira que eso provocó en ella resultaron en una bien aplicada patada en su entrepierna, logrando que la soltara y se doblara en sí mismo con un quejido.

—¡Llévensela a su habitación!

Al verlo así ella no pudo evitar sonreír mientras observaba su cara de dolor. Pero no le duró demasiado el gusto, pues él comenzaba a levantarse. Al parecer era más resistente de lo que ella había calculado. 

—Ya lo sabes Ámbar, 6 meses. ¡O cedes con un cliente o lo harás conmigo!

Una última mirada desprecio es todo lo que obtuvo de ella como respuesta antes de que sus guardias comenzaran a empujarla rumbo a su habitación.

Todo el camino de regreso fue en silencio, primero, porque ese par de bestias humanas eran tan mudos como si dos estatuas hubieran cobrado vida, aún a pesar de que cada uno tenía marcas en el rostro que ella les había provocado, y segundo, porque con el silencio ella podía soportar mejor lo que en ése momento sentía, haciéndola lucir más fuerte ante sus ojos.

Al llegar a la habitación fue casi arrojada dentro. Cerraron la puerta y se escucharon los pitidos del código que aseguraba que estaría allí hasta nuevo aviso.

Tragó saliva y suspiró profundo mientras caminaba al baño de tonos crema y detalles dorados para lavarse con toda la fuerza que le permitían sus manos temblorosas, la zona de su cuello donde la sucia y caliente lengua de Aníbal la había tocado. No quería dejar ningún rastro en su piel.

Luego fue a su amplia cama para sentarse abrazando sus piernas intentando calmar sus temblores. Tomó su teléfono y puso una canción para distraerse de como se sentía, como era ya su costumbre desde ése día.

Mientras intentaba poner atención a la música, comenzó a recordar a la señora Lim. Que diferentes habían sido todos esos días con ella. Las lindas tardes a la inglesa platicando y tomando té, esos consejos de madre sabia, o abuela joven, que solía dar. Había sido muy querida por todas, incluso por las chicas frívolas, y su muerte fue muy lamentada.

Cada vez que se ponía a recordarla se preguntaba, si ella aún estuviera allí ¿Sus vidas seguirían siendo tranquilas aún con ése ambiente de guerra?

Ahora comenzaba a asimilarlo. Eso que ante la tumba de sus padres había jurado no entregar sino únicamente por amor a quien lo mereciera ahora estaba de verdad en riesgo. Las lágrimas finalmente decidieron aparecer y entre sollozos hundió la cabeza en sus rodillas ¿De verdad tendría que ceder ante un desconocido o ante el hombre que más detestaba en el mundo? ¿Qué podía hacer? Como anhelaba a alguien que la ayudara.


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Hasta aquí el primer capítulo, hasta ahora publiqué todo en un día, pero no prometo que vaya a ser así siempre. Espero que me comprendan

Por favor dejen sus comentarios, me gustaría leerlos y saber sus opiniones

Gracias por leer

Maggs

Dame Palace (Choi Siwon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora