Capítulo 3.

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—Recuérdame por que te estoy acompañando.

—Es sencillo. Eres mi mejor amiga.

—A veces me arrepiento — susurra bajo.

—¡Leah! ¡Te escuché! — ríe y sigue conduciendo, es un milagro que el extranjero haya aceptado empezar hoy temprano en el cuartel, así nos facilita la posibilidad de buscar pistas tranquilas sin que nadie nos interrumpa.

Hoy el clima es muy agradable, no hace frío, ni calor, está perfecto. Apoyo mi codo en la ventanilla de la camioneta de Leah sintiendo el viento chocar contra mi rostro y levantar un poco de mi cabello. Tarareo a la par de la magnífica voz de la cantante estadounidense Jade.

Las letras de sus canciones son tan únicas y reales, no hay ninguna en que no te hayas sentido identificado o identificada. Si tuviera que elegir una sería "Broken" esa es mi favorita hasta el momento, técnicamente lo fue siempre, fue la canción que me hizo ser una admiradora de ella y de su trabajo.

"El dolor es tan fuerte que me cuesta hasta respirar, el sentimiento me hunde como si fuera el Titanic.

Constantemente me pregunto; ¿Por qué yo? ¿Qué elección quiere darme la vida? ¿Hace falta hacerme que pierda para que comprenda que no todo dura para siempre?

Le ruego a Dios que me perdone si me equivoque, si cometí un error.

Ya estoy cansada de llorar, de suplicar olvidar.

Mi corazón está roto en dos pedazos, trato de armarlos formando uno, pero es tan difícil. Tan difícil dejar el pasado atrás y mirar hacia el presente"...

Es tan difícil querer cambiar y superarte. Un proceso doloroso pero con un resultado satisfactorio. El viaje se hace menos largo de lo que esperaba, bajo de la camioneta y subo el cierre de mi campera.

Mis ojos se abren y podría jurar que están brillando, he venido al bosque en horario seis a siete de la tarde, pero nunca tan temprano como ahora y me arrepiento de no haberlo hecho, el bosque se ve tan hermoso.

La luz del sol lo hace ver mágico. Por estar distraída viendo el cielo tropiezo con una roca y me caigo de rodillas, suelto una maldición y oigo la risa explosiva de Leah detrás de mí. Me incorporo fulminándola con la mirada y sacudo la tierra de mis rodillas.

—A veces me sorprende que seas criminóloga, eres muy torpe — me dice con burla avanzando hasta donde me encuentro.

—Cállate — le saco la lengua.

—También infantil. Así que este es el lugar del que todos parlotean. No es la gran cosa — mira indiferente al bosque, hasta qué podría decir con aburrimiento.

—Habla la que se emociona al ver el cartucho de un arma.

—Las armas son mucho mejor que esto — señala el bosque con su cabeza. Guarda sus manos en su campera roja — entremos de una vez, no quiero estar todo el día acá.

—Espera, voy por mi maletín.

Aceleró el paso hasta su camioneta y abro la puerta trasera donde mi maletín está sujetado por el cinturón de seguridad, si puede que lo cuide muchísimo más de lo que me cuido yo. Cierro la puerta con una mano y con la otra mano sujeto fuertemente el maletín negro.

Leah niega con la cabeza. No es noticia que lleve mis cosas a donde vaya, uno nunca sabe cuándo necesitaré algo de emergencia. Es como mi bolso, jamás lo separó de mí. Soy la chica del maletín, así me llaman en la oficina.

LeyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora