Capítulo 6.

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Señala donde nos encontramos escondidas. Joder. Aprieto mi maletín con fuerza al ver como la mirada de todos los presentes recaen en nosotras o más bien en el arbusto grande que nos tapa. Ahora sí estamos fritas. Alguien se aclara la garganta detrás de nosotras, haciéndome soltar una maldición y rogando a todos los santos que existen que nos salven. Una voz gruesa y diferente habla. 

—Señoritas. Creo que la fiesta es allá. No acá.

—Mira, si no me decías, no sabía — murmuro. Oigo como intenta no reírse de mi comentario. Nos ponemos de pie obligadas al sentir una mano, tomarme del brazo y por lo visto a Leah le sucede lo mismo. La mano en mi brazo se siente cálida, levanto la mirada al ver a Alexey suelto un suspiro ni sede donde vino, pero lo hago. Es más hermoso tenerlo de frente. Dios, este tipo da miedo. Grande, caliente y realmente aterrador. Pero sobre todo caliente. No, aterrador. Carajo, sigo creyendo que estoy bajo sustancias o algo raro se apoderó de mi cuerpo. Huele delicioso. 

Su mirada cae a mi boca. Él hunde los dientes en su carnoso labio inferior. Como que la temperatura aumento por estos lados.

—Será mejor que me sueltes o te meto una bala entre las cejas. Tú decides —la voz amenazante de Leah me hace parpadear y girar la cabeza. Un hombre de cabello negro oscuro, ojos verdes y un piercing en el labio, músculos, muy musculoso y fuerte. Este adonis está listo para destrozar a mil hombres. Estoy un poco sorprendida. Sigo examinándolo hasta que escucho un gruñido y un apretón en mi brazo alejando mi mirada. 

—Inténtalo muñeca. 

—No me tientes —le responde Leah con desafío.

La mirada que intercambian es diferente a la que tuvo con Boris. Este muchacho fuerte la mira como si fuera saltar encima de mi amiga y devorarla, sus ojos verdes brillan con picardía, parece que está disfrutando hacerla enojar. Conociendo a Leah como la conozco, sé que está esperando otra provocación antes de darle una lección que no olvidará. Mientras tanto, nos alejamos del arbusto y nos acercamos al lugar donde todos los demás están reunidos. Nos miran con expresiones serias, aunque algunos esbozan pequeñas sonrisas y las mujeres nos examinan con curiosidad. Me siento rara al encontrarme con la mirada de Boris, luce complacido y sonriente. No puedo evitar preguntarme qué está pasando por su mente en este momento.

—Señor. ¿Dónde quiere que las lleves? 

—A mi oficina, Faddei.

Siento su mirada caliente en mi cuerpo a pesar de que los ojos de Feddei están sobre él. Asiente con la cabeza a la respuesta de Alexey. 

—Sígueme, muñeca. 

Todos los presentes sueltan un gruñido colectivo, mezclado con jadeos de asombro, al presenciar cómo Leah, con una determinación feroz en sus ojos, lanza un puñetazo directo al rostro de Feddei. El impacto es tan fuerte que hace girar su cabeza y provoca que una maldición se escape de sus labios. Justo entonces, un silbido agudo resuena en el aire, seguido de una risa burlona. Una sonrisa se forma en el rostro de él. Algo en su mirada me dice que está disfrutando de esto, que está provocando a Leah a propósito. Y eso me preocupa, especialmente al verla sostener su puño, listo para otro golpe.

Con un movimiento rápido y decidido, alejo mi brazo de las manos de Alexey. Me acerco a mi amiga, tomando su codo con suavidad pero con firmeza, y la alejo de él. Mientras lo hago, noto cómo Feddei ladea su cabeza, observándonos con una intensidad que me pone los pelos de punta. Un gruñido bajo y amenazador se escapa de su garganta.

En ese momento, la voz de Alexey resuena en el aire, clara y firme. 

—Lo tienes merecido. Fuiste advertido —dice, y su voz tiene un efecto inmediato. Los gruñidos de los demás se detienen, y un silencio pesado cae sobre nosotros. Todos parecen guardar silencio, como si estuvieran esperando algo. Supongo que Alexey debe ser alguien con poder en estos lados. Su autoridad es evidente en la forma en que todos reaccionan a su voz. 

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