Capítulo 12.

467 60 20
                                    

Descubrí que los sueños se vuelven menos intensos a medida que paso más tiempo con ellos. El jodido lazo me urge a que estemos los tres juntos. Anoto toda la información que me dio el jueves Alexey. Me asalta una duda: ¿por qué tarda dos meses en abrirse?

Resolví muchos puntos, como por ejemplo: las desapariciones, la falta de reclamos de los familiares, nuestra única evidencia de la cámara. Eso implica que todas las que entran al bosque lo hacen por voluntad propia. Y vuelven.

¿Si me voy, volveré?

Tal vez. Conocí a las señoras, a mi sombra y a ellos. Aunque me gustaría saber más. Necesito quedar satisfecha con mi trabajo.

Igual no puedo mostrarle a nadie esta libreta, nadie me creería, a menos que haya cruzado. Siento que este trabajo fue una pérdida de tiempo, estaba tan ilusionada la primera vez que vi ese maldito video y ahora se siente... como una traición. No puedo hacer nada más que guardarlo en un lugar inaccesible.

Al menos lo intenté. Aunque no lo necesitan.

Doy un suspiro.

—¿Qué sucede?

Leah se sienta a mi lado observando a los hombres entrenar duro. Ella lleva un top negro y un pantalón largo gris, con sus zapatillas sucias por estar corriendo en la tierra.

—Estaba pensando.

—Hmm... ¿No estarás sobrepensando?

—Quizás.

—Te noto desilusionada, Ley.

Apoyo mi cabeza en su hombro.

—¿Por qué me siento bien aquí? Estaba obsesionada con buscar información y ahora, no quiero ni que el maldito FBI vea esta libreta — la sacudo en mi mano molesta.

—No tengo la respuesta a tus preguntas, pero disfruta. Dijimos que nos apetecía ir de vacaciones a un lugar que no conozcamos, y estamos en uno. Debes mantener la calma, sabes cómo te afecta estar pensando una y otra vez, sí. Aguanta y cuando menos lo esperes estaremos en casa comiendo spaghetti.

—Sí. Debería hacer eso.

—<<Amas a la manada, amas al hombre>>

—¿Y eso?

Alzo la cabeza.

—Me lo dijo una señora — se encoje de hombros — Creí que debía decirlo.

—Estamos rodeadas de señoras.

Suelta una risa divertida y me abraza por los hombros. Estoy a punto de contarle del traidor, pero los lobos tienen un oído tan fuerte que captan nuestra conversación y por la forma que está inclinada la cabeza de Feddei parece escuchar o debería decir embobado por el sonido que emitió mi amiga.

Sonrío traviesa.

—¿Sigues teniendo sueños con ambos? 

—¿Sueños?

—Sí, no te hagas. Ya sabes a qué clase de sueños me refiero.

Leah se remueve incómoda y me lanza una mirada fulminante.

—¿Y tú te acaricias pensando en el Rey y el Jefe? ¿O volviste a besarlos?

—¡Leah!

—Tú empezaste. Me marcho, nos vemos chica poliamor.

Me pongo de pie de inmediato, la muy descarada se aleja corriendo. Todo el mundo la escuchó perfectamente, siento mis mejillas rojas.

—¡Leah, ven aquí para que te golpee!

LeyraWhere stories live. Discover now