Capítulo 4.

588 76 18
                                    

Suelto un quejido al sentir una punzada en mi cabeza. Maldita cabeza. Maldito dolor. Maldito todo. Mis ojos se van abriendo lentamente viendo como un par de troncos están a sólo dos metros de donde me encuentro tirada, con cuidado me incorporó quedando sentada y contemplo mi alrededor.

<<¿Dónde estoy?>>

—Leah — balbuceo. Mi mejor amiga no se encuentra en ningún lado. Poniéndome de pie rápidamente ignorando como mi cuerpo se queja por tal movimiento. Grito su nombre varias veces, cuando creo que perdí las esperanzas. La veo.
La veo caminando hacia donde estoy y no pierdo tiempo en lanzarme en sus brazos con lágrimas en los ojos.

—Creí...por un momento me dio algo en el pecho al no verte. Perdón, debí escucharte desde un principio.

Ley..

—¿Dónde te habías ido? ¿Por qué me dejaste tirada? ¿Que si me comía un animal?...Ay, perdón...¿Estas bien?... Soy una idiota.

Me separa de sus brazos bruscamente. Me quejo.

—¡Déjame hablar!

—No me grites, no ves que estoy llorando.

Sollozo más fuerte.

—Te estoy viendo. ¿Y eso que...? Olvídalo, está bien equivocarse a veces, no fue tu culpa yo vine por decisión propia. Así que deja de llorar y busquemos la manera de salir de acá.

—Está bien. ¿Dónde estamos? Lo último que recuerdo es apoyarme en....— la miro sorprendida — ¿Es posible?

—Puede ser. No se donde diablos estamos. Una parte de mí cree que estamos inconscientes y esto es una pesadilla.

Al separarme de ella, contempló el entorno con asombro. Me encuentro en un bosque tenebroso, rodeada de árboles altos y retorcidos que parecen surgir de pesadillas. Sus ramas se entrelazan formando una maraña oscura y amenazante. Sin embargo, algo extraño sucede cuando los rayos del sol se filtran a través del follaje.

Los árboles, que antes eran oscuros, adquieren un aspecto completamente diferente bajo la luz. Sus hojas cobran vida en una explosión de colores vibrantes y formas inusuales. Las ramas se convierten en arcos y túneles que parecen sacados de un cuento de hadas. A pesar del ambiente misterioso, la luz solar crea una atmósfera acogedora y llena de magia.

Mientras observo maravillada, pequeñas criaturas mágicas revolotean entre las ramas, agregando aún más encanto a este lugar fascinante. El suelo está cubierto de flores exóticas y brillantes, cada una más hermosa que la anterior.

Mi mirada se posa en Leah, quien lleva su ropa manchada de tierra y una herida en la mejilla, probablemente causada durante nuestra extraña teletransportación. Solo pensar en ello me hace cuestionar mi cordura y preguntarme si he perdido la razón por completo.

—¿Trajiste tu arma?

—Por supuesto. No salgo sin ella. Tu eres la chica del maletín y yo la chica del arma.

Niego soltando una risa. Ella tiene el poder de hacer sonreír en situaciones como estas, cuando no tengo el control de mi cuerpo y mi ansiedad se hace presente.

Respiro hondo tranquilizandome y enfocándome en el presente. Debo concentrarme es buscar una salida de este...¿Lugar? No estoy tan segura. Me siento más confundida que antes. Tomo mi maletín que se encuentra tirado donde estaba recostada y lo sujetó con fuerza.

—Encontré una cueva a unos kilómetros, no muchos. Lo más conveniente es ir, estar a salvo. No conocemos estos territorios.

—Me parece bien. Así podemos pensar como volver.

LeyraWhere stories live. Discover now