Miércoles 10 de abril de 2024
Estoy enferma. He cogido un resfriado de la hostia. Y fue en la sesión de fotos. Tanto cambio de ropa y tantas poses casi en pelotas ha hecho que esté mala. No tengo ganas de nada. Sólo voy del sofá a la cama y viceversa. No puedo tirar de mi alma. Y necesito a Pau. Lo necesito y mucho. Joder, lo echo de menos. Pero tampoco quiero verlo. Aún sigo enfadada. No le he cogido el teléfono desde el lunes. No tengo ganas de escucharlo más. Porque sólo me dan ganas de llorar.
El timbre de mi puerta suena. Pero no tengo ánimo ni para ir a abrir, porque sea quien sea, lo voy a mandar a tomar por culo. Pero el que sea es insistente, así que me levanto del sofá con mi manta a los hombros arrastrándome por el pasillo. Llego hasta la puerta y la abro para encontrarme al otro lado a un Pau que me mira muy enfadado.
- ¡No me quejes el puto teléfono! -me dice con un grito que retumba en mis oídos y que me hace gemir- ¿porqué?
Pau entra en mi casa sin ningún tipo de impedimento. Cierro la puerta y me apretujo más en mi manta. Me va a estallar la cabeza y como me siga pegando voces voy a acabar vomitándole encima.
- ¡Ya está bien Roni! Joder. Te estás comportando como una niña
Pau sigue hablando y yo lo miro, bueno, intento mirarlo a través de la neblina que tengo instalada en mis ojos. Intento abrirlos para mirarlo mejor pero, no lo puedo evitar y me tambaleo hacia atrás. Cuando creo que voy a caerme, sus manos me agarran mirándome preocupado.
- Ei Roni, ¿Qué te pasa? ¿estás bien mi vida? -su tono de voz es tan preocupado que hasta me está empezando a dar pena
- Estoy mala. Creo que estoy resfriada
- Joder. Estás ardiendo Roni
Pau me acaba cogiendo en brazos y me lleva andando por el pasillo hasta mi dormitorio. Me agarro a su cuello y hundo mi cabeza en su pecho.
- Parezco una princesa -le digo medio riéndome. Achaco a la medicación las tonterías que suelto por la boca en estos momentos
- Pareces no, eres mi princesa
Alzo mis ojos para mirarlo y no puedo evitar sonreír. Pau me deja encima de la cama y pone de nuevo su mano en mi frente.
- ¿Y el termómetro? -me pregunta él haciéndose cargo de la situación
- En el cajón de la cómoda
Pau se da la vuelta y va hacia donde le digo. Abre el cajón y saca el termómetro. Viene hacia mi y se acerca a mi oído poniéndomelo. Escucho el pítido, el molesto pitido y él me lo quita.
- Roni, tienes 39 de fiebre. Voy a llamar al médico -me dice él muy serio
- ¿Qué médico? Pero si yo estoy bien. Sólo es un resfriado -me pongo en pie y siento que todo se tambalea a mi alrededor y que da vueltas. Cierro los ojos unos segundos y entonces, si, entonces me doy cuenta de que no estoy bien. Y me desmayo.
ESTÁS LEYENDO
𝓛𝓪 𝓟𝓻𝓸𝓶𝓮𝓼𝓪
RomanceEl día que Pau y Verona se hicieron una promesa , no sabía que un día la tendrían que cumplir. Eran dos crios jugando a ser adultos. Dos críos que escondían sus sentimientos y que nunca se atrevieron a decirse que se querían. La vida les hizo separa...