58. Desde que estás con nosotros

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Miércoles 24 de diciembre de 2025

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Miércoles 24 de diciembre de 2025

Madrid

- Eso es que tiene un novio -me dice Verona mientras coge otra cebollita en vinagre del cuenco de los aperitivos

- Sería lo más lógico cariño. Tu madre lleva viuda casi diez años, ¿a ti te importaría? 

Estamos esperando a  que venga mi suegra. Este año vamos a celebrar la Nochebuena en nuestra casa porque Verona está de casi 8 meses y prefiero que no se mueva de aquí por si acaso. Su madre le ha dicho que viene con sorpresa y ella lleva todo el día elucubrando lo que podrá ser. 

- ¿Sinceramente? No. Quiero verla feliz y no quiero verla sola -dice ella atacando el bote de encurtidos, el cual le quito ganándome una airada  mirada por su parte

- Pues en un rato lo sabremos. Lo que yo no sé es porqué no ha querido venir con mis padres

- Para hacerse la misteriosa, supongo - me contesta ella encogiendo sus hombros. De pronto la veo enderezarse y llevarse las manos a la espalda

- ¿Estás bien Roni? - me acerco a mi mujer y pongo mis manos en su cintura mientras ella hace una mueca

- Si, no te preocupes. Es sólo una punzada, tranquilo

- Llevo 8 meses sin estar tranquilo, no me pidas un imposible amor

Verona se agarra a mis manos y acerca su boca a la mía para besarme. Me recreo en ella y en el sabor de sus labios. Esta mujer es mi vida entera y cada día estoy más enamorado de ella. Otra punzada la hace retorcerse de nuevo y a mi esto me tiene ya más preocupado.

- Roni cariño, ¿quieres que vayamos a urgencias? Tienes mala cara amor

- Ay, que no Pau. Que estoy bien -ella agita su mano y se pone en pie agarrándose la barriga

- Pues el viernes cuando vayamos al ginecólogo se lo dices

- Vaaale - Verona me mira de nuevo rodando sus ojos- de todas maneras, seguramente me darán cita para hacerme la cesárea

- Hazme un favor, ¿quieres? Deja de hacerle caso a mi madre. Que porque África naciera antes de tiempo no quiere decir que todos tengan que hacerlo

- ¿Y las trillizas Asensio?

- ¡Roni por dios! ¡Que son tres! Que ya no tenían sitio ni para jugar al escondite. Pero que vaya, se podían haber quedado ahí un mes más, ¡menudos demonios están hechos!

Verona me mira reprimiendo una carcajada. Viene hacia mi poniendo sus manos en mi cuello.

- Te quiero - me dice ella buscándome la boca de nuevo

- Ay Roni. Si estuviéramos solos, ya te hubiera dado lo tuyo

- Creo que ya me lo has dado bien - Verona señala su vientre. Bajo mis manos hasta ponerlas en su barriga y mis dos bebés empiezan a dar patadas. Bajo mi cabeza hasta estar a su altura y la acaricio muy despacio. 

𝓛𝓪 𝓟𝓻𝓸𝓶𝓮𝓼𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora