Capítulo 7

21K 1.5K 408
                                    

KAMI

Aunque una parte de mí sabía que llevaba razón, la otra no podía evitar querer hacerle cambiar de opinión. ¿Para qué? Pues porque lo quería... Los quería a los dos y deseaba con tantas fuerzas poder volver a tener esa camaradería que había sido tan característica nuestra...

—Vamos, Kami —me dijo Taylor señalando dónde estaba su coche.

No iba a hacer ningún comentario sobre lo que su hermano acababa de decir ni sobre lo que acababa de insinuar...

Sabía que se debía a que una parte de Taylor también pensaba como él.

Cuando me subí a su coche, solo me bastó inspirar hondo para saber que ambos hermanos lo compartían. Se podía aspirar la dulce fragancia masculina mezclada con el humo del tabaco. No había sabido que fumaban... A Thiago le pegaba tanto que verlo con un cigarrillo había sido como ver un miembro adherido a su mano, pero Taylor...

Mi mano reposaba sobre mi regazo y la cicatriz en forma de triángulo me trajo aquel recuerdo que atesoraba en un lugar muy especial. Los tres mosqueteros nos habíamos llamado desde pequeños, siempre listos para cualquier aventura...

Aún recordaba el día en que Thiago había llegado a nosotros con aquella idea demencial.

—¡Tenemos que hacerlo! —había dicho tan seguro de sí mismo que ni Taylor ni yo habíamos podido hacerle cambiar de opinión—. Lo vi en una película y significa verdadera amistad. Tú eres nuestra mejor amiga ¿no, Kam?

Yo había asentido muerta de miedo.

—Pues entonces ya está... —dijo cogiendo el triangulito de hierro que él mismo había fabricado y lo acercó con cuidado al pequeño fuego que habíamos encendido junto al lago.

—Pero va a doler... —dije con miedo.

—Tú tranquila, Kami... Si no quieres hacerlo, no pasa nada...

—¡Deja de decirle eso, Taylor! —había exclamado Thiago enfadado—. Si no lo hace, entonces es que no es nuestra verdadera amiga.

—¡Soy amiga vuestra! —había exclamado yo, indignada.

—Pues entonces demuéstralo... —dijo Thiago sacando el triangulito del fuego y pidiéndome la mano—. Te prometo que si haces esto nunca nada nos podrá separar.

Y yo lo creí...

Mi dedo gordo acarició la cicatriz que ocho años más tarde apenas era una marca blanca sobre mi piel bronceada... Un «tatuaje de amistad» lo habíamos llamado y los tres lo llevábamos en la piel de por vida.

—No te preocupes por Thiago... Entrará en razón, solo hay que darle tiempo. Regresar a casa después de tanto tiempo no ha sido fácil para ninguno...

—No hace falta que lo excuses, Tay —dije, fijándome en su manera de conducir y observando detenidamente su perfil. Al igual que Thiago, Taylor tenía esa magnitud y esa chispa que atraía de manera irremediable a cualquiera que posara sus ojos en ellos. Sus manos, grandes, se movían con destreza manipulando las marchas del coche; su pelo, un poco más largo que el de su hermano —que lo tenía corto y peinado de cualquier manera—, le caía sobre la frente consiguiendo que el contraste de su color castaño resaltase aún más sus ojos azules.

Qué guapo estaba... y qué feliz me hacía que volviera a hablarme.

—¿Por qué me miras así? —dijo sonriendo y girándose un segundo hacia mí.

Me encogí de hombros.

—Estás guapo —dije simplemente.

—Tú sí que estás guapa —contestó casi de forma automática—. Nunca creí que vería curvas en ese cuerpo larguirucho y flaco que tenías de pequeña y mírate ahora...

DÍMELO BAJITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora