Capítulo 28

21.8K 1.4K 656
                                    

THIAGO

Hoy no iba a ser un buen día. Lo sabía ya desde hacía tiempo... Ni siquiera había sido una buena semana. Desde que habíamos vuelto de Falls Church, todo se me había hecho cuesta arriba. Los entrenamientos, los castigos, las clases de educación física que debía dar a los más pequeños y el trabajo... Joder, el trabajo me consumía cada día más...

No solo la fecha que más odiaba en el mundo se acercaba peligrosamente, sino que mis sentimientos por Kam se habían convertido en algo que no sabía muy bien cómo sobrellevar. Los días pasaban y cada vez me sentía más y más enfadado, pero ya no era por lo que había ocurrido años atrás, sino porque no soportaba verla con mi hermano.

Desde que habíamos vuelto de aquel fin de semana, no se habían separado. Había ignorado deliberadamente mi amenaza de hacerle la vida un infierno en el instituto... Pero no me había visto con fuerzas para separarlos, al menos no esa semana.

Verla en su habitación, con los labios rojos después de que mi hermano la hubiese besado, me perseguía en sueños. Ver que Taylor almorzaba con ella, que ella parecía tan a gusto a su lado, las sonrisas que le regalaba... ¿No me merecía yo esas sonrisas más que él?

Claro que no, Thiago, ¿de qué coño estás hablando?

En casa se podía sentir el dolor recorrer las habitaciones. Cada rincón de esa casa estaba impregnado de recuerdos, recuerdos que me escocían el alma y de los cuales era incapaz de escapar.

Mi madre estaba en su habitación encerrada y yo no había podido ni siquiera entrar para ver cómo estaba... Dolía demasiado y, como siempre que esa fecha se acercaba, los recuerdos también dolían.

Mi hermano estaba en el salón jugando a la XBox, inmerso en un mundo paralelo donde nada de esto había pasado. Pero al contrario que a él, a mí el ruido de los coches me estaba volviendo loco... Todo me estaba volviendo loco, por lo que cogí las llaves del coche y salí pitando de allí. Me alejé de aquella casa y de sus recuerdos. Me alejé de la culpabilidad. Pero, sobre todo, me alejé del dolor, del dolor lacerante que llegaba a través del aire hasta donde yo estaba y amenazaba con ahogarme.

Se puso a llover muy fuerte... Tanto que los limpiaparabrisas eran incapaces de limpiar el agua que caía a raudales contra el cristal del coche. Maldije en voz alta porque no quería volver a casa. Quería quedarme por allí. Quería desaparecer durante un tiempo, pero la lluvia no cesaba.

Una parte de mí se preguntó por qué iba hacia allí. ¿Era masoquista o algo parecido? ¿Era necesario? Pero el puente amarillo quedaba en esa dirección y los recuerdos parecían querer volver a mi cabeza. Parecían querer regresar para torturarme de nuevo, hacerme sentir culpable y joderme la vida, como se la había jodido al resto de mi familia.

Mi pie pisó el acelerador con fuerza... Igual que había hecho ella aquel día.

—Mamá, vas muy deprisa —recuerdo que dije muy asustado al ver lo rápido que íbamos sin ninguna dirección. Mi madre lloraba y se preguntaba en voz alta por qué, por qué, por qué mi padre le había hecho eso.

Mi hermana Lucy lloraba en el asiento de atrás. Su cumpleaños había quedado reducido a una pesadilla, su castillo de princesas destrozado, su tarta de cumpleaños esparcida por el suelo...

Odié tanto a mi padre... Lo odié aquel día más que nunca y eso que no sabía lo que estaba por venir.

—Lucy, cariño, tranquila, ¿vale? —decía mi madre, mirándola por el espejo retrovisor e intentando calmarla. Pero ¿cómo iba a calmarla si justamente lo que asustaba a la niña era que su madre lloraba y conducía a una velocidad muy poco prudente?

DÍMELO BAJITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora