Capítulo 6

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—¿Así que ahora eres el nuevo número uno?

JungKook dejó sin prisa su taza de café. Estaba acostumbrado a las expulsiones intempestivas de su anterior trabajo como sicario, no había tardado nada en recuperar su antigua habitación, que, extrañamente, nadie había ocupado desde su partida.

La mirada ambarina se posó en NamJoon, apoyado despreocupadamente en el marco de la puerta de la sala de descanso reservada a los esbirros.

—Mejor yo que SeHun—, replicó JungKook.

—Lo reconozco— convino el recién llegado, tomando asiento frente a él con una taza de café caliente.

Hubo un momento de silencio entre los dos hombres. Fue NamJoon quien finalmente lo rompió:

—Lo que hiciste hace un año... Hay que tener muchas pelotas para pasar por lo que tú pasaste.

Su interlocutor esbozó una media sonrisa ante lo que sabía que era una forma de disculpa.

—Todavía los tengo.

—¿Eh?—, dijo NamJoon, con cara de auténtico desconcierto.

—Mis pelotas. Todavía los tengo.

La mano derecha de HeeChul permaneció en silencio durante unos segundos, antes de levantar su copa en dirección a JungKook, en un improvisado homenaje.

—Eres fuerte, italiano. Realmente fuerte.

JungKook se terminó el café de un solo trago, luego echó la silla hacia atrás y reajustó su empate.

—Me perdonarás por no hacerte compañía, pero el jefe me está esperando, y no me gusta llegar tarde.

NamJoon le siguió con la mirada mientras se alejaba sin molestarse en cerrar la puerta tras de sí, antes de volver a prestar atención a su bebida, de la que tragó un sorbo con aire pensativo. Sin embargo, no sabía de dónde había sacado esa sensación, pero algo le decía que el regreso de JungKook iba a cambiar muchas cosas en el clan Kim.

Sin embargo, no sabía si estos cambios serían beneficiosos para la familia a la que siempre había servido…

*********


JungKook llamó a la puerta del despacho que ahora ocupaba SeokJin, esperando su permiso para entrar. El joven cerró el expediente abierto que tenía delante con un gesto brusco, mientras se levantaba y cogía su chaqueta.

—Vámonos.

—Si puedo preguntar, señor, ¿a dónde vamos?

Mientras SeokJin fruncía el ceño con fastidio, JungKook continuó:
—Sólo quiero estar preparado para cualquier eventualidad, señor.

Sin embargo, la gélida expresión de sus ojos ambarinos desmentía el tono respetuoso de JungKook. SeokJin no entendió mal, y si en la superficie no perdió nada de su aire altivo, sin embargo capituló.

—A la clínica. Hoy todavía no he visitado a mi padre. Nunca voy a la misma hora—, añadió, para demostrar a su mano derecha que no era tan inconsistente como éste parecía creer, y que era consciente de que los hábitos facilitarían demasiado las cosas a sus enemigos.

Sin embargo, no fue el esperado triunfo lo que sintió cuando un parpadeo de aprobación pasó por los ojos de JungKook, sino una sorprendente sensación de calidez y tranquilidad.

Está aquí. Todo va a estar bien ahora.

SeokJin tuvo que hacer un enorme esfuerzo para permanecer impasible cuando lo único que quería era hundirse contra JungKook y sentir los fuertes y poderosos brazos del veneciano. Brazos fuertes y poderosos que se cierran sobre él para permitirle dejar su carga por un momento. Por desgracia, sabía que tendría que conformarse con abrazos fantásticos. Las reglas establecidas por JungKook eran claras. Le había dado su palabra de que las cumpliría.

Peligroso Amor (KookJin) •Adaptación• Traducción Where stories live. Discover now