Capítulo 26

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— ¿Estás herida? —raudo, Legolas sostuvo las caderas de Silwen en un gesto protector — Temí lo peor

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— ¿Estás herida? —raudo, Legolas sostuvo las caderas de Silwen en un gesto protector — Temí lo peor... —masculló. Tras comprobar que se encontraba en perfecto estado, la atrajo hacia él para unir sus frentes. Silwen dibujó un rostro de confusión, no creyendo que las primeras palabras que fuera a oír de su amado, tras sumirlo en contra de su voluntad en un profundo sueño, fueran a ser de amor y preocupación— No vuelvas a hacer eso. —la seriedad en su voz comprimió el corazón de Silwen, mas, rápidamente, el aleteo en su pecho se sosegó cuando sus labios recibieron una tierna caricia de los de Legolas— Deseo protegerte, y rezo a los Valar porque se convierta en mi deber algún día. —Silwen no entendió aquello último, sin embargo, tan apenada como se encontraba, no se resistió a ser arrastrada por el sindar hacia el extremo opuesto del rocoso balcón— Debemos unirnos en batalla con el resto. —Silwen leyó las intenciones de él en sus ojos, cuando estos se encontraron con un contrapeso que viajaba desde lo más alto de la montaña hasta tierra firme.

— ¿Has perdido la cabeza? —fue lo único que se atrevió a decir.

Legolas le regaló una pequeña sonrisa.

— Ithil nîn, fuiste tú quien me hizo perderla. —agarró la cuerda y, con su mano libre, desenvainó una de sus dagas— ¿Miedo a las alturas? —bromeó para sorpresa de ella.

— ¡No! —contestó, más rápido de lo que llegó a procesar toda aquella situación— En Mordor teníamos montañas que rasgaban los cielos. —observó bajo sus pies cuando llegó junto a él, sosteniendo también la cuerda— Esto... no es nada en comparación. —masculló vislumbrando las diminutas siluetas de guerreros y orcos enfrentados en una batalla cruenta— Quizás debamos buscar un descenso más...

Las palabras murieron en su garganta cuando Legolas cortó de un único y rápido tajo la cuerda. Se encontraron rápidamente en una larga caída que ensordecía sus agudos oídos. Y, pocos instantes después de estar cayendo irremediablemente contra la tierra, el contrapeso que había mantenido estable toda aquella estructura apareció cerca de sus cabezas, llevando una subida veloz hacia lo más alto de la montaña.

En algún punto de su insensato viaje a tierra, Legolas había terminado con uno de sus brazos enroscado en la cintura de Silwen. Y, esta, no pudo evitar apegar su cuerpo a él, como si su sola presencia pudiera salvarla de algo tan atroz como la muerte.

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱWhere stories live. Discover now