Capítulo 6

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Finalmente se sentaron en la mesa y los criados no tardaron en servirles la cena

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Finalmente se sentaron en la mesa y los criados no tardaron en servirles la cena. Silwen se deleitó saboreando gustosa cada uno de los manjares. Su hambre era voraz y no tenía fin, debía aprovechar la ocasión. Éomer rio a su lado, observando como la elfa atacaba los platos, intentando contenerse y aparentar la delicadeza de una dama de su raza. Pero era evidente ver que se estaba moderando.

— Siempre me ha sorprendido tu incansable apetito, Silwen.

— Qué decir, mellon nîn. (amigo mío). A diferencia de ti, yo no he tenido el privilegio de rodearme de estos manjares durante mi larga vida. —sonrió hacia su fiel compañero.

— Y dinos Silwen ¿de dónde eres? —cuestionó con inocencia Arwen— He detectado en ti un peculiar acento estos días, mas no logro ubicarlo con exactitud.

"Mi lenguaje debe ser algo basto debido a mi residencia en Mordor", pensó ella.

— Del sur. —se limitó a contestar con simpleza.

Un silencio invadió el comedor. Silwen notó la insistente mirada de cierto elfo sindar sobre ella.

— No hay asentamientos élficos al sur. —habló Legolas finalmente, expresando lo que todos pensaban en aquel momento. Éomer negó con la cabeza hacia su amigo. No era un buen terreno donde indagar. Silwen le había confesado ciertos secretos al rey de Rohan, pero no por ello iba a revelarlos ante aquellos desconocidos. Éomer, a diferencia de ellos, le transmitía confianza ciega.

— No crecí junto a los de mi raza, me temo. —respondió alzando la vista sin dejar ver su vulnerabilidad. Sus orbes grises encontraron los azules del sindar, provocando que su cuerpo se estremeciera de forma extraña. 

Silwen extendió su brazo para rellenar de nuevo su bebida, cuando la manga de su camisa se deslizó hacia abajo, dejando ver por completo las heridas de sus muñecas. Se arrepintió de no haber encontrado otros guantes que cubrieran sus marcas. Estiró la tela ocultándolas, en vano ya que toda la mesa había sido capaz de observar el atroz sello de los grilletes. Éomer carraspeó en un intento por desviar la atención de su amiga, pero lastimosamente aquella imagen había despertado la curiosidad de todos.

— ¿C-cómo? —dijo horrorizado Gimli. Pues al igual que el resto, era incapaz de concebir un escenario donde torturaran a un hijo de Iluvatar. Silwen tragó en grueso y apretó sus nudillos.

— No seas tan entrometido, Gimli hijo de Glóin. —lo llamó con reproche Gandalf. Un suspiro de alivio escapó de los rosados labios de la vanyar y le dedicó una sincera sonrisa al maia.

La comida se desarrolló en silencio y Silwen no pudo evitar mirar a Legolas cada cierto tiempo, pues este también la observaba de manera muy poco disimulada.

— Y el muy necio se lanzó contra el múmakil. — al terminar, Gimli decidió entretener a la vanyar con un sinfín de historias sobre sus batallas. Cualquiera podía darse cuenta de sus intentos por impresionarla. El enano se veía bastante pasado de copas, por lo que a Silwen se le hacía mucho más divertido— ¡El maldito orejas picudas se deshizo de él sin ni siquiera despeinarse! —se quejó entre risas el enano.

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱWhere stories live. Discover now