𝗹𝗲𝗴𝗼𝗹𝗮𝘀 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
[TERMINADA]
Silwen era la última de su linaje sobre la Tierra Media. Desconocedora de su pasado y tras la caída de Sauron, emprende un viaje hacia Ithilien en busca de aquella paz que tanto ansiaba. Pero ciertos r...
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"¿Por qué me preguntaste por ellos?".
Silwen atisbó con pesar la bifurcación de caminos en el horizonte. La despedida estaba demasiado próxima para su gusto.
"Hablo de los árboles, hermana".
Agilizó el trote de su corcel, quedando a la altura de la hermosa Arwen y su semblante apacible.
"Telperion y Laurelin, me preguntaste por ellos antes del incendio".
La dama, con su sonrisa, consiguió disipar tenuemente los sombríos pensamientos de Silwen.
"No lo hice. No fui yo".
El viaje de varias millas concluyó en un camino pedregoso y ancho, uno que anunciaba la ruta principal a Minas Tirith. La comitiva de humanos se detuvo a la espera de su rey, que tras descender de su caballo, mostró una afectuosa despedida con Legolas. Aunque la mayoría se sorprendió al ver a un elfo sonreírle con tanta sinceridad a un humano y, por si fuera poco, corresponder al abrazo del mismo, ninguno murmuró nada, a sabiendas, que lograrían ser escuchados por aquella fascinante raza.
— Nai lassi coivielyo lá firuvar. (Que las hojas en vuestro camino jamás marchiten) —Silwen acercó la mano al pecho para una leve inclinación, provocando en los reyes ante ella unas sonrisas de dulzura.
— Galo Anor erin râd lîn, Silwen. (Y que el Sol ilumine tu paso) —respondió Aragorn y, para asombro de ella, recibió de él el mismo gesto.
No retuvo el color en sus mejillas al verlo y, roja de vergüenza, aceptó con estupor su reverencia. Arwen, por otro lado, tomó con calidez sus manos entre las suyas, las besó castamente y las llevó con elegancia hasta su frente. Silwen jamás había visto semejante gesto de respeto, y la dicha en su pecho no pudo transformarse en palabras. Los observó subir de nuevo a sus respectivos corceles, sin embargo, restaba una última persona por despedirse.
— La Guerrera Blanca. —Silwen resopló una sonrisa ante el elogio de Gimli— Narraré nuestra historia en las Cavernas Centelleantes y, te lo aseguro, no existe mejor orador para una épica batalla que un enano.
